La Epístola

Isidro Fabela # 999

Col. Tres Caminos

CP 50010 Toluca, Edo. Mex.

#147 Noviembre, 2006

Impreso en México

www.epistola.valera1909.com

Calendario

Noviembre 1 al 5, Aguascalientes, Mitla: miércoles a domingo, conferencia tema libre con evangelistas Flavio Santoyo y Marco Chaires.

Noviembre 1 al 5, Toluca: miércoles a domingo, conferencia tema libre con pastor Lorenzo Abarca de Morelia.

Noviembre 16 al 19, León, San Juan Bosco: jueves a domingo, exhortación por evangelista Juan Castillo.

Noviembre 24 al 26, Salamanca: viernes a domingo, exhortación por evangelista Manuel Ojeda. Noches a las 7:00pm reunión libre, y a las 8:00pm mensaje del evangelista, y el domingo a 11:00am y 12:00 respectivamente.

Diciembre 3 al 10, Querétaro: domingo a domingo, conferencia de evangelismo extranjero, con pastor Lyndell Kincaid, y evangelistas Manuel Ojeda e Isaac Girón.

Diciembre 11 al 17, Morelia: lunes a domingo, conferencia de tema libre, con pastores Natanael Aradillas y Lyndell Kincaid, ambos predican todas las reuniones, noches a las 7 pm, domingo 10 am.

Enero 12 y 13, Zacatecas: Reunión de predicadores. Predicaciones asignadas a pastores Esteban Rosales de Aguascalientes Mitla, Elías Barba de León Bosco, y Hugo Moreno de Querétaro.

Febrero 8 al 11, Aguascalientes, San Marcos: jueves a domingo, conferencia de tema libre con evangelistas Refugio (Cuco) Ruiz, Miguel N. Jackson, y Memo Kincaid.

Correcciones

Flavio Santoyo de León ha cambiado de casa, y su teléfono anterior no sirve. Ahora para comunicarse con él, marca su teléfono celular: 045 (477) 121-4210.

El Cristo

1 TODO aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios:

1 Juan 5

Suponemos que Juan el apóstol escribió sus epístolas mucho después que todos los demás autores del Nuevo Testamento, y eso no solamente porque Ireneo nos informó que murió en tiempo de Trajan (98-117, Ireneo, Adversus Haereses II, 22,5, III, 3,4, escrito alrededor del año 177) sino también por su contenido. Juan en sus epístolas no trata con los mismos asuntos y controversias que encontramos en las epístolas de Pablo, Pedro, Judas y Jacobo, sino de herejías que vinieron después, como la de los Gnósticos (ve Epístola 143), ciertas apostasías, y especialmente declarando el carácter divino de Jesucristo. Su evangelio demuestra una teología más desarrollada que la de los sinópticos, o sea, sus memorias de Jesucristo enfatizan su persona eterna más que sus obras. Sin embargo, me es interesante esta declaración de Juan, la insistencia que Jesús es el Cristo. Al momento se me hace un poco curioso que para el fin del siglo un apóstol sigue insistiendo en el tema porque me parece que el tema es "judío-específico," y después de dos tercios de siglo evangelizando a Judíos se me hace que el evangelio hubiera cambiado su enfoque, haciéndose más "gentil-específico." Insistir a un Gentil que Jesús es el Cristo se me hace irrelevante. Alguien ignorante de la doctrina judía encogería los hombros y diría, "¿y que?" Está bien, él es el Cristo, y eso ¿qué me significa a mi? Bueno, el apóstol dice que es la vida o la muerte, el cielo o el infierno.

31 Estas empero son escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

Juan 20

22 ¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo.

1 Juan 2

Para ser breve, en palabras de Juan, la salvación misma depende de creer que Jesús es el Cristo. No solamente cada Judío tenía que tomar una decisión al respecto, sino todo Gentil tenía que creer y admitir que Jesús era el Cristo judío. Lo cual quiere decir que un Gentil tenía que también entender qué cosa es el Cristo, para poder creerlo. Y no solamente tenía que admitir lo que esto significa acerca de Jesús, sino lo que esto significa acerca de los Judíos mismos.

Cuando Juan expresa el evangelio en estos términos, creer que Jesús es el Cristo, está por eso enseñándonos no solamente la importancia de un buen entendimiento de doctrina para la salvación, sino también de las doctrinas y esperanzas de los Judíos de su generación, aun para la salvación de nuestras almas. O sea, el evangelio no debe ser divorciado de su raíz judía. No solamente a los Judíos, sino también a los Gentiles, quienes calculamos con evidencia bíblica formaban la mayoría de la iglesia para cuando Juan escribió sus documentos al fin del siglo, es imperativo entender la doctrina del Cristo judío, aun para ser salvos. Jesús es más que salvador personal, y todos forzosamente tienen que reconocerlo. Si no crees esto, no tienes controversia conmigo, sino con el apóstol, y con el Nuevo Testamento.

Obviamente "Cristianos" de todas las sectas conocen a Jesús como "Cristo," pero para muchos la palabra no significa más que un apellido, o parte secundaria de su nombre, "Jesucristo." En realidad es asombroso cuán pocos entre nosotros consideran qué cosa pretenden los apóstoles al llamar a Jesús "el Cristo," y qué significado esto tuvo con aquellos Judíos de su generación. Y fíjate, dice "creerlo" no solamente confesarlo. Si la simple afirmación que Jesús es el Cristo no es lo que Juan está demandando, sino la creencia informada que Jesús es aquel que esperaban los Judíos de entonces, tienes que lamentar la presente ignorancia del tema por parte de Cristianos. No creo que ignorancia del tema proscribe la posibilidad de salvación, por lo menos mientras la verdad no es negada, pero creo que la ignorancia de este tema sí impide nuestros esfuerzos evangelísticos. O sea, no somos muy persuasivos a los incrédulos precisamente porque los que nos escuchan, aun después de oírnos el evangelio, todavía no saben de qué se trata profundamente. El mensaje a menudo es demasiado superficial y centrado en las "necesidades" del humano. Perdón de pecados, vida eterna, morada del Espíritu Santo, todo esto tiene al hombre como principal. El evangelio, sin embargo, está centrado en la persona de Cristo. El pecador quiere perdón, por supuesto, quiere vida eterna, especialmente si le cuesta poco en esta vida. Pero temo que no saben de qué se trata el asunto verdadero. No han durado generaciones esperando la sombra de una promesa, y así que no pueden apreciar quién es Jesús. Y si no lo consideran, ¿cómo lo pueden creer? Me pregunto cuántos Católicos, Testigos y Mormones, e incrédulos, apáticos y mundanos no saben qué, ni quién era Jesús, ni porqué le debe importar, y esto aun después de oírnos predicar.

Mesías

La palabra Cristo, o "Xristos" en Griego, significa "ungido," y por implicación "consagrado a un oficio superior." La palabra en Hebreo es "mashiach," o transliterado al Castellano, "mesías," y se encuentra también transliterado al Griego en el Nuevo Testamento, usado así por Andrés, hermano de Pedro (Juan 1.41), y por la mujer Samaritana (Juan 4.25), ambas veces definido como el Cristo. Así que, el Cristo del Nuevo Testamento es el Mesías del Antiguo Testamento. Nada de esto es gran descubrimiento, por supuesto, pero por comparar lo que las escrituras hebreas dijeron sobre el Mesías con lo que los Judíos del Nuevo Testamento esperaban en su Mesías, y obviamente con lo que los apóstoles enseñaron acerca de él, descubrimos el verdadero Cristo. Y eso no es pequeño descubrimiento.

Me ha sido interesante trazar el desarrollo gradual de la doctrina mesiánica por la Biblia. Quizás te fascinará también. Podemos ver su desenrollo desde las primeras pistas y promesas hasta las conclusiones apostólicas. Empezando en el Antiguo Testamento pasando por generaciones sucesivas, desde los patriarcas hasta los jueces, todos aquellos que dependían de los escritos de Moisés, hasta David, luego los Salmistas después de David, y al fin los Profetas. Consideramos y pesamos la opinión en el Nuevo Testamento también, de los Judíos de todas sus sectas, hasta aun los Samaritanos. Lo que creían acerca del Mesías nos es de grande importancia, porque es la esencia del evangelio.

Moisés

Aunque la palabra "Mesías" se encuentra muchas veces en el Antiguo Testamento, solo es transliterada tres veces en nuestra versión antigua. Todas las demás veces es traducida como "ungido." Esto es porque a veces no refiere al Mesías prometido, sino a algún ungido aparte, como fueron los sacerdotes (Lev. 4.3), o reyes (1 Sam. 12.3, 24.10, 26.9), o profetas (1 Cro. 16.22). Muchas veces no es absolutamente claro a quién refiere y por eso es traducida genéricamente. Pero es transliterada cuando no hay duda a quién refiere. La primera vez que el "ungido" es indiscutiblemente el "Mesías" encontramos al fin del período de los jueces. Comenzaré aquí porque demuestra la sorpresiva profundidad de la doctrina en personas que dependían enteramente de los libros de Moisés.

10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, y sobre ellos tronará desde los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, y dará fortaleza á su Rey, y ensalzará el cuerno de su Mesías.

1 Samuel 2

La oración de Anna sucedió muchos años antes de haber rey en Israel, pues la ocasión fue el desteto de Samuel cuando Anna lo volvió a Jehová, o sea, en la niñez de Samuel, y el primer rey ungido fue Saúl, en la vejez de Samuel. Entonces Anna no refería a un rey contemporáneo de Israel cuando oró, estaba expresando su esperanza en el Rey Mesías. En realidad, es sorprendente el entendimiento de Anna sobre el tema del Mesías. No creo que Anna era profetisa, ni que su oración fue una "revelación" divina en ese momento, pues de diez versículos en su oración, nueve de ellos refieren a su situación en particular, que ella había sido exaltada al fin de su tribulación, y su adversaria había sido humillada. Pero en el diez menciona la exaltación de Dios al fin. O sea, parece una expresión de gozo personal conforme a su entendimiento natural, no una revelación sobrenatural. La conclusión es que Anna entendía de antemano la doctrina de su oración, y eso quiere decir que los demás Israelitas de su día también la entendían, doctrina relativamente profunda. No solamente alude ella a la resurrección de los muertos (v. 6), sorprendente por sí solo, pero también refiere a la batalla final, la venida de Jehová a la tierra para juzgar, y el Rey de Jehová llamado "su Mesías." Para tiempos de Anna la escatología (el estudio del fin) se había desarrollado impresionantemente. Los Judíos antes de David estaban esperando un Mesías Rey de Israel, inseparable de Jehová, que reinaría sobre todos los Gentiles.

Me pregunto, ¿de dónde sacaron estas enseñanzas? Considera, en tiempos de Samuel no tuvieron disponibles más que el pentateuco de Moisés, y quizás los libros de Josué, Jueces y Job. No tenían los Salmos todavía, salvo él de Moisés (90). No tenían las profecías de Isaías y Jeremías tampoco, mucho menos las de Daniel, Zacarías, Miqueas, Habacuc y Malaquías. Habían deducido la doctrina del Mesías del pentateuco, o sea, de esparcidas referencias en Génesis, Números y Deuteronomio. Es muy instructivo trazar estas referencias. Vemos las primeras pistas en Génesis, donde Dios mismo habla del prometido en varias referencias a la "simiente." Cualquier estudiante perceptivo de la Biblia las reconoce como profecías de una persona singular prometida.

15 Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Génesis 3

La iglesia romana insiste que la "esta" que hiere la cabeza de la serpiente es María, y por eso todas sus traducciones de la Vulgata dicen "Ella te herirá," algo que también Casiodoro de Reina hizo. Además la frase que sigue, "tu le herirás en el calcañar," la vierten a "tu la herirás." La Vulgata es una traducción al Latín del Hebreo, y aunque en Hebreo el objeto ("simiente") y el pronombre ("esta") son masculinos ("zere" y "he"), en Latín son femeninos, ("semen" e "ipsa"), exactamente como en Castellano. La traducción no es un error en sí, pues una curiosidad de traducción es la necesidad de cambiar el género, porque en un idioma algo es masculino que en otro es femenino. Pero sabemos por el Hebreo que la "esta" no refiere a Eva, mucho menos a María, sino a la simiente de la mujer, porque es masculino en Hebreo ("zere"). Reina y Valera aseguraron la correcta interpretación al traducir la frase final "tu le herirás," y aun Jerónimo, cuya versión llegó a ser patrón entre los romanos, había hecho lo mismo, traduciéndolo "tu insidiaberis calcaneo eius," o sea, "tu herirás el calcañar de él" (eius es masculino, illius es femenino). Los Católicos traductores quedan sin pretexto. Pero es sin disputa entre Judíos y Cristianos que aquí Dios profetiza por primera vez, y desde el principio, no María, sino el Mesías, adversario de Satanás. No fue la única vez.

17 Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está á la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos:

18 En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra, por cuanto obedeciste á mi voz.

Génesis 22

La prometida simiente reaparece en Génesis muchas veces. Aquí la vemos prometida también a Abraham. Por lo pronto vemos aquí que la simiente de Abraham vencerá a sus enemigos, un desarrollo importante de la doctrina, que no solamente a Satanás, sino a su simiente, sus seguidores, vencerá. La simiente de Eva era claramente singular, "tu le herirás," pero aquí es una multitud, y la de Satanás también. Esto sin decirlo en tantas palabras implica una batalla final entre las fuerzas de bien y mal.

Seguramente al considerar esto te vino a la mente el argumento de Pablo en Gálatas (3.16) que Dios no dijo "simientes" sino "simiente." Aunque comentaristas consideran este texto como la referencia de Pablo, se equivocan, sin duda, porque aquí se trata colectivamente, se multiplica la simiente como las estrellas. El contexto original del argumento (Gal. 3.8) refiere a Gén. 12.3, porque dice "en ti serán benditas," no dice, "en tu simiente" lo serán. Pero luego en su argumento (v. 16) Pablo insiste que cuando Dios dice "a tu simiente" no dice simientes, pero en este pasaje dice "en tu simiente." Así que Pablo no refiere a este precisamente, ni a ningún pasaje exclusivamente, sino a una multitud de veces que Dios promete la tierra a Abraham "y a su simiente" (Gén. 12.7, 13.15, 15.18, 17.8, 24.7), cual promesa se repite muchas veces a Isaac y a Jacob, y su posteridad también (Gén. 26.3, 4, 28.4,13, 35.12, 48.4, Exo. 33.1, Deu. 34.4, etc.). En casi todas estas instancias simiente es claramente tratada en el singular. Y en Génesis, desde la primera promesa, cuando "simiente" se trata en el singular, a nosotros los creyentes mesiánicos siempre nos despierta la pesquisa de más pistas acerca del Mesías.

Sin embargo, este argumento ha sido muy contrariado por los Judíos a través de los siglos, porque la palabra "simiente," singular en Hebreo como en Español, se usa colectivamente a menudo, como en este texto, refiriendo a más que una persona. Por supuesto estos Judíos se equivocan si alegan que la palabra nunca se usa en plural (ve [1 Sam. 8.15), y también si dicen que siempre refiere a más que uno (Gén. 4.25), pero tienen razón en insistir que a veces el singular refiere a muchos (Gén. 15.13 "serán," Gén. 17.8 "de ellos," Gén. 17.9 "sus"). Y este texto es uno de estos. Los Judíos llegaron a ser atrevidos en este argumento, porque sintieron tener ventaja contra los Cristianos. Los reformadores, especialmente Calvino, y otros comentaristas cristianos se fastidiaron con este argumento, porque parece que los Judíos han consistentemente demostrado una falacia en la lógica de Pablo.

Pero los Judíos, y por lo mismo los reformadores fastidiados por ellos, no han entendido ni el argumento, ni el propósito del argumento, y pasan por alto la evidencia principal que propone Pablo. En primer lugar, Pablo no trata de demostrar a Judíos por este argumento que Jesús es el objeto de las promesas, sino a creyentes que siendo Cristo el objeto de la promesa, la ley que Dios dio al pueblo después no es la misma promesa, ni el cumplimiento de ella, ni la puede jamás abrogar (Gál. 3.17). En esto Pablo no trata de evidenciar quién es la simiente, sino como apóstol inspirado profiere una declaración autoritativa que la simiente singular refiere al Cristo.

Además, Pablo no utiliza este argumento con Judíos modernos, después de la dispersión, sino en su misma generación, cuales Judíos eran universalmente mesiánicos. Vemos cuando leemos el Nuevo Testamento, que todos esperaban el Mesías, y todos eran expertos en las raíces de la doctrina, viendo promesas mesiánicas donde nosotros difícilmente podemos discernir alguna. Pablo no estaba ofreciendo un argumento técnico, indisputable para generaciones posteriores, ni pretendía proferir una declaración autoritativa contrario a la doctrina Judía. Pablo tomó el argumento mesiánico que todos los Judíos aceptaban en su día y lo utilizó como prueba de su tesis. Lo que pasan por alto Judíos modernos es que las múltiples referencias a la "simiente" a quien es prometida la tierra, y en cual todas las naciones serán benditas, germinaron la doctrina del Mesías, doctrina que todos los Judíos y Samaritanos reconocían en su día. Y es un argumento formidable. Dios prometió la simiente a Eva antes que a Abraham, y eso dio ímpetu a la esperanza mesiánica. Cada vez que Dios mencionaba la simiente los mesiánicos conjeturaron que su principal objeto era el Cristo, no el pueblo, y con este precepto como guía los Judíos a través de los siglos acumularon un sustancial cuerpo de evidencia mesiánica. La doctrina misma dependía en gran medida de la singularidad de la simiente prometida, y los textos que presentaron una simiente singular, eran tesoros a los Judíos mesiánicos del primer siglo.

Los Judíos que ahora ignoran las primeras pistas de su promesa más preciosa, no pueden por eso legítimamente criticar a Pablo por avanzar un argumento hueco. El argumento de Pablo es fácil desmentir por incrédulos arrogantes, y por Judíos modernos que ahora forzosamente menosprecian su propia doctrina mesiánica por negar al cristianismo, pero el argumento era formidable para Judíos mesiánicos del primer siglo. Ninguno de ellos atrevería desmentir la lógica de Pablo en este pasaje, porque sería rendir el argumento primordial de su esperanza nacional. Claro la simiente era singular, pues eso era la deducción fundamental de que brotó la esperanza.

10 No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus piés, hasta que venga Shiloh; y á él se congregarán los pueblos.

11 Atando á la vid su pollino, y á la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto:

12 Sus ojos bermejos del vino, y los dientes blancos de la leche.

Génesis 49

En las bendiciones de Jacob a sus hijos antes de morir, la profecía sobre Judá tiene tan desarrollada la doctrina del Mesías que nos sorprende, y es difícil ver cómo lo pudiera haber deducido simplemente de las promesas tocante a la "simiente" bendita. Pero obviamente los hijos de Abraham estaban esperando un Mesías, y no tenían otro fundamento de tal esperanza más que tales promesas de la simiente. Jacob asegura que de entre los hijos de Judá habían de salir reyes (cetro), y legisladores hasta que venga "Shiloh." Parece que Jacob estaba enfocado sobre la promesa mesiánica, y que sentía la responsabilidad de aclarar en cuál de sus hijos radicaba la promesa.

Los incrédulos, o sea, cristianos racionalistas de los siglos recientes, que interpretan la Biblia con la intención de "explicar" lo sobrenatural, para así "preservarla" como libro digno de "considerar" por gente educada, nos explican que esta profecía fue agregada por alguien en tiempos de David, para justificar su preeminencia. Pero a estos mensos educados no les ocurre la imposibilidad para escribas en tiempos de David de alterar el libro de Génesis sin que nadie sepa, y todas las copias a la vez. Tendría que ser una conspiración universal. Y ninguno de ellos ofrece la menor explicación razonable de la palabra mesiánica incluida (Shiloh), que tampoco es jamás utilizada en este contexto en tiempos de David. Shiloh es palabra Hebrea que significa "tranquilidad," o "seguridad," relacionada con otras palabras semejantes, como "Shalom" o "Salem" (paz, prosperidad y salvación), y "Shalomo" (Salomón). Shiloh técnicamente puede referir a un lugar, un evento o una persona. El lugar es donde se puso el tabernáculo en tiempos de Josué ("Silo" Jos. 18.1), el evento es el fin del mundo, obviamente, pero por lo que sigue, "a él se congregarán," Jacob obviamente refiere a una persona, y por eso se entiende "el que trae paz," o "el Salvador." Incrédulos ahora no lo aceptan, pero Jacob y sus hijos eran mesiánicos, como todos sus descendientes hasta la generación de Anna y Samuel.

17 Verélo, mas no ahora: lo miraré, mas no de cerca: saldrá ESTRELLA de Jacob, y levantaráse cetro de Israel, y herirá los cantones de Moab, y destruirá á todos los hijos de Seth.

18 Y será tomada Edom, será también tomada Seir por sus enemigos, e Israel se portará varonilmente.

19 Y el de Jacob se enseñoreará, y destruirá de la ciudad lo que quedare.

Números 24

El profeta moabita que neciamente buscaba las remuneraciones de su rey desesperado, vio una visión, y como parece que Dios cada vez que hablaba revelaba algo de su Mesías en alguna forma, no falló aquí tampoco. Esta vez es una Estrella, que se levanta con "cetro," y vence a Moab y Edom. Además, no dijo que "Jacob se enseñoreará," sino "el de Jacob," algo que los Israelitas mesiánicos no pasarían por alto, ni se les parecería extraño, siendo que esperaban una persona extraordinaria desde que Dios prometió la simiente a Eva.

15 Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios: á él oiréis:

17 Y Jehová me dijo: Bien han dicho.

18 Profeta les suscitaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.

19 Mas será, que cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le residenciaré.

Deuteronomio 18

Moisés revela el prometido como "profeta," que "habla" por Dios, y los que no le oyen, serán "residenciados" (pedir cuentas – Porrúa). Los creyentes mesiánicos obviamente incluían a Jacob y Balaam, y ahora Moisés. No mal-interpretaron nada. Entendieron lo que Dios estaba revelando.

35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme á mi corazón y á mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todo los días.

1 Samuel 2

El profeta que denunció a Elí también esperaba el ungido. Pues, viendo los pasajes de Moisés, siempre disponibles a los Israelitas desde la conquista, queda claro de dónde sacaron su doctrina del Mesías, pero no me queda claro cómo llegaron a llamarle el Mesías, o el "ungido." La palabra se usa para los sacerdotes, pero el prometido nunca es profetizado como sacerdote en el Pentateuco. Aun este varón de Dios no tuvo el sacerdote prometido como idéntico al rey ungido prometido. Aparentemente el simple hecho que fue prometido como rey resultó en el apodo, y para el fin del período de los jueces, eso ya era su nombre.

David

Si antes de David el Mesías era esperado, la doctrina se desarrolló aun más en su generación. Dios mismo reveló a David como su progenitor.

9 Asimismo he dispuesto lugar á mi pueblo Israel, y lo he plantado para que habite por sí, y que no sea más conmovido: ni los hijos de iniquidad lo consumirán más, como antes,

10 Y desde el tiempo que puse los jueces sobre mi pueblo Israel; mas humillaré á todos tus enemigos. Hágote además saber que Jehová te ha de edificar casa.

11 Y será que, cuando tus días fueren cumplidos para irte con tus padres, levantaré tu simiente después de ti, la cual será de tus hijos, y afirmaré su reino.

12 El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternalmente.

13 Yo le seré por padre, y él me será por hijo: y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fué antes de ti;

14 Mas yo lo confirmaré en mi casa y en mi reino eternalmente; y su trono será firme para siempre.

1 Crónicas 17

Con estas palabras Dios reveló a Nathán que la "simiente" prometida iba a proceder de David, como Jacob había señalado a Judá. La profecía tiene un cumplimiento parcial e inmediato con Salomón (2 Cró. 22.9,10), cuyo nombre a propósito es otra referencia obscura al mismo "Shiloh." Es obvio que la promesa no se cumplió en Salomón, sin embargo, porque el reino de la simiente prometida será eterna. En esta profecía la exaltación de la nación de Israel es recalcada, y la batalla final es confirmada, siendo humillados todos sus enemigos. Esta "misericordia de David" es referida muchas veces por otros (2 Sam. 22.51), incluyendo Salomón (2 Cró. 6.42). Todos de su generación reconocieron esta promesa como un desarrollo más de la doctrina mesiánica. David en los Salmos desenvuelve la promesa aun más.

50 El cual engrandece las saludes de su rey, y hace misericordia á su ungido, á David y á su simiente, para siempre.

Salmo 18

6 Ahora echo de ver que Jehová guarda á su ungido: oirálo desde los cielos de su santidad, con la fuerza de la salvación de su diestra.

9 Salva, Jehová: que el Rey nos oiga el día que lo invocáremos.

Salmo 20

Vemos aquí que el ungido es Rey a quién invocaremos. En otros salmos de David el Rey es Jehová.

27 Acordarse han, y volveránse á Jehová todos los términos de la tierra; y se humillarán delante de ti todas las familias de las gentes.

28 Porque de Jehová es el reino; y él se enseñoreará de las gentes.

Salmo 22

7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria.

8 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.

Salmo 24

Vemos que David empieza a reconocer que el Mesías y Jehová son difíciles de distinguir. Estos no son textos de prueba suficientes para persuadir a un incrédulo, o a un Judío moderno, o Testigo de Jehová, pero sus opiniones no importan. Lo que importa es la doctrina misma, revelada poco a poco. Se puede trazar el desarrollo de la doctrina mesiánica con claridad, cada generación edificando sobre la anterior, descubriendo más y más. Y así es difícil negar la esperanza universal de los Judíos del Nuevo Testamento. Los Judíos y falsos Judíos de hoy no tienen excusa por no entender los textos que sostenían su fe.

Vemos también en tiempos de David la emergente preeminencia de Sión, o Jerusalem, a Dios y su Mesías.

11 Cantad á Jehová, que habita en Sión: noticiad en los pueblos sus obras.

Salmo 9

7 ¡Quién diese de Sión la salud de Israel! En tornando Jehová la cautividad de su pueblo, se gozará Jacob, y alegraráse Israel.

Salmo 14

35 Porque Dios guardará á Sión, y reedificará las ciudades de Judá; y habitarán allí, y la poseerán.

Salmo 69

1 Salmo de David. JEHOVÁ dijo á mi Señor: Siéntate á mi diestra, en tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies.

2 La vara de tu fortaleza enviará Jehová desde Sión: domina en medio de tus enemigos.

Salmo 110

David es el primero en aludir al Mesías reinando en Sión. Sión era uno de tres montes en el área de Jerusalem, región antiguamente conocida como Moria (Gén 22.2 con 2 Cró. 3.1). Un monte era Gihón, el más alto (2 Cró. 32.30), donde Salomón fue ungido (1 Rey. 1.45), y por proceso de eliminación corresponde también al Calvario, y yo creo también es el mismo monte donde Abraham ofreció a Isaac (Gén. 22.2). Otro era el monte también llamado Moria, que en tiempos de Samuel fue la era de Ornan, según la costumbre práctica de usar colinas para aventar el trigo, por los vientos que solían soplar arriba. Dios mandó que David lo subiese para construir altar (1 Cró. 21.19), y luego él lo consagró como el lugar del templo (1 Cró. 22.1), y precisamente allí Salomón lo construyó (2 Cró. 3.1). Sión era el tercero, el monte fortificado (2 Sam. 5.7), al norte de la ciudad (Sal. 48.1), donde David se estableció para vivir, y por eso Jerusalem era llamado la "ciudad de David," como también lo fue Bethlehem, por ser donde David nació (1 Sam. 20.6). Estos tres montes constituyeron Jerusalem. Pero Sión llegó a ser sinónimo de la ciudad y las promesas mesiánicas por su asociación con David. Así que, el Rey Mesías se concluyó en tiempos de David reinar desde Jerusalem.

Los Salmistas

Después de David los salmistas multiplicaron los detalles de la esperanza mesiánica.

2 Estarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová, y contra su ungido, diciendo:

6 Yo empero he puesto mi rey sobre Sión, monte de mi santidad.

7 Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy.

8 Pídeme, y te daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra.

12 Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en él confían.

Salmo 2

No sé la época de este salmo, pero es obviamente después de David, mencionando así a Sión. Este salmo es primera instancia que el ungido es llamado el hijo "engendrado" de Jehová, que seguramente es doctrina más desarrollada que la promesa a David que Jehová "le será por padre." Y aun es llamado "el Hijo," anticipando la emergente confusión de las personas de Jehová y su ungido, algo que muchos salmistas recalcaron después.

6 Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: vara de justicia la vara de tu reino.

7 Amaste la justicia y aborreciste la maldad: por tanto te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de gozo sobre tus compañeros.

Salmo 45

Este salmo es sumamente mesiánico, describiendo y bendiciendo al Rey ungido. Además es la primera instancia que la esposa del Mesías se menciona, y es mujer gentil (v. 10), y sus hijos reinarán en la tierra (v. 16). Pero fíjate que el "ungido" de Dios es Dios, no obstante la vehemencia con que los Judíos y Testigos de Jehová lo niegan. La construcción que vemos aquí en el Hebreo es por ellos siempre traducida así ("oh Dios"), en cada lugar que ocurre (e.g. Sal. 43.1, 44.4, 48.9 y 10, etc.), excepto en este lugar, donde tuercen las palabras para decir cualquier otra cosa, por irrazonable que sea. Judíos lo traducen "Tu trono dado por Dios" y los TJ’s "Dios es tu trono," el anterior siendo precisamente lo que no dice en Hebreo, y el posterior siendo ridículo. Los Judíos del Nuevo Testamento que no estaban enterados del carácter divino del Mesías, no tenían excusa. Los Salmistas parecen ser unánimes al respecto.

Ningún salmista desarrolla mejor la esperanza del ungido mejor que Ethán Ezrahita:

3 Hice alianza con mi escogido; juré á David mi siervo, diciendo:

4 Para siempre confirmaré tu simiente, y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Selah.)

18 Porque Jehová es nuestro escudo; y nuestro rey es el Santo de Israel.

19 Entonces hablaste en visión á tu santo, y dijiste: Yo he puesto el socorro sobre valiente; he ensalzado un escogido de mi pueblo.

20 Hallé á David mi siervo; ungílo con el aceite de mi santidad.

26 El me llamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salud.

27 Yo también le pondré por primogénito, alto sobre los reyes de la tierra.

38 Mas tú desechaste y menospreciaste á tu ungido; y te has airado con él.

39 Rompiste el pacto de tu siervo; has profanado su corona hasta la tierra.

45 Has acortado los días de su juventud; hasle cubierto de afrenta. (Selah.)

51 Porque tus enemigos, oh Jehová, han deshonrado, porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido.

Salmo 89

Vemos la persona del Mesías en todos sus aspectos en este salmo, aun su carácter primogénito divino, y humano sufrido, aun su afrenta y su muerte en juventud. El mesianismo ya está fulminando, el ungido ha llegado a ser el tema principal de los salmistas, junto con su reino y glorificación. Los salmistas se superan en su descripción del Mesías solamente por los profetas.

se continuará...