La Epístola
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Toluca 49, 51
Noticias
Jóvenes de San Antonio visitaron a Toluca y Pachuca a mediados de Julio. Por dos días repartieron folletos (con domicilio de Toluca) en la ciudad de México, alrededor de las estaciones del metro. Repartieron 57,000 folletos en un total de 14 horas.
Zacatecas Sábado 31 de julio y domingo 1 de agosto, habrá una mini-conferencia con Lyndell Kincaid y Memo Kincaid.
Aguascalientes Del 1 al 8 de agosto, de domingo en la tarde hasta domingo en la mañana, habrá conferencia con Lyndell Kincaid y Memo Kincaid. Ambas congregaciones participarán.
León Conferencia de Evangelismo Extranjero, Agosto 12-15, jueves a domingo, con Flavio Santoyo, Memo Kincaid, Juan Tovar y Miguel N. Jackson. Noches a las 7 pm, sábado a las 6 pm, domingo a las 10 am. Se llevará a cabo en la concha acústica del Parque Hidalgo.
San Luís Potosí, Selene Septiembre 3 al 5, viernes a domingo, habrá conferencia de exhortación predicada por Lyndell Kincaid y Memo Kincaid, ambos cada reunión. Viernes y sábado, noches a las 7 pm. Sábado predicación a los jóvenes a las 4 de la tarde. Domingo termina a las 10 am.
León Septiembre 8 al 12, miércoles a domingo, conferencia de exhortación predicada por Lyndell Kincaid y Memo Kincaid, ambos predicando cada reunión. Todas las noches a las 7 pm excepto sábado, que será a las 6 pm. Termina domingo en la mañana a las 10. Se llevará a cabo en la concha acústica del parque Hidalgo.
Celaya Mini-conferencia sobre evangelismo extranjero con Juan Tovar, el 4 y 5 de septiembre, sábado y domingo.
León, Hidalgo Una semana de enseñanza sobre profecía, de lunes a domingo, entre el 1 de noviembre y el 7 de noviembre. Enseñará Guillermo Kincaid.
Aguascalientes Habrá conferencia de tema especial, "la iglesia, el ministerio, y el ministro," la semana de 14 al 21 de noviembre, predicada por José Hernández, y otros por confirmar.
León, San Juan Bosco Habrá conferencia de tema libre predicada por Marco Chaires, de jueves a domingo, 18 al 21 de noviembre.
Celaya Conferencia toda la semana de diciembre 5 al 15, sobre evangelismo extranjero, con Memo Kincaid, E. Miguel Jackson y Juan Tovar.
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Gracia Libre
Por John Wesley
[Predicado en el año 1740 en Bristol, Inglaterra, John Wesley en este mensaje explica su pasión en contra de la doctrina de predestinación. No estoy de acuerdo con sus conclusiones, pues Wesley hace que la doctrina de elección (abundante en la Biblia) no signifique mas de que nosotros escogimos a Dios, efectivamente rayendo muchos textos de la Biblia. Sin embargo, es importante considerar la fuente de pasión que se opone a la elección, y nadie se expresa mejor que John Wesley. Pocos predicadores admiro mas que este, y me atrevo desacordarme con él solamente con mucho cuidado. Amonesto a ustedes hermanos que han abrazado las doctrinas de elección que no menosprecies este argumento, aunque técnicamente equivocado, porque creo que Wesley tiene razón en su espíritu, y en su concepto general del carácter de Dios, y de la "tendencia" de las escrituras. Triste será, si el hermano calvinista por detectar errores de este, falla reconocer los errores fríos de su propia teología. Wesley lucha en contra de muchos textos, sin duda, pero depende de muchos también. No desoye las escrituras que pregona este hermano, porque no te encuentres luchando tu también contra la palabra de Dios.
Como de paso también sirve mencionar que este mensaje se basa sobre la traducción de una sola palabra en griego por varias palabras en inglés, que en español se traduce con solamente una palabra ("shall freely give" y "dará"). Esto no es ningún error, sino se derive de las peculiaridades del idioma inglés. El importe de esta distinción se encuentra en la palabra "freely" (libremente), que solamente se encuentra implicada tanto en griego y en español. Pero por no existir separadamente la palabra en español, este sermón de Wesley parece empezar desconectado del texto. Así no es, sin embargo, en el original.]
32 El que aun á su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Romanos 8
¡Cuán libremente ama Dios al mundo! Siendo aun pecadores, "Cristo murió por los impíos." Cuando estábamos muertos en nuestros pecados, Dios "a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros." Y ¡cuán libremente con él nos "da todas las cosas!" Verdaderamente, ¡gracia libre es todo en todos!
La gracia o el amor de Dios, de donde viene nuestra salvación, es libre en todos, y libre para todos.
En primer lugar, es libre en todos a quienes se ha dado. No depende de ningún poder o mérito en el hombre; no, en ningún grado, ni enteramente, ni en parte. En ninguna manera depende ni de las buenas obras ni justicia del receptor; ni en cosa alguna que haya hecho, ni que haya sido. No depende de sus esfuerzos. No depende de sus sentimientos buenos, ni buenos deseos, ni buenos propósitos e intenciones; pues todas estas fluyen de la gracia libre de Dios; son los chorros solamente, no la fuente. Son los frutos de gracia libre, no la raíz. No son la causa, sino los efectos de ella. Todo lo bueno en el hombre, o lo hecho por el hombre, Dios es autor y hacedor de ello. Así es su gracia libre en todos; es a saber, en ninguna manera depende de poder ni mérito alguno en el hombre, sino tan sólo en Dios, que libremente nos dio su propio Hijo, y libremente "con él nos dio todas las cosas."
Pero es también libre para todos, como lo es en todos. A esto algunos han respondido, "No es libre solamente para aquellos que Dios ha ordenado para vida; y no es mas que una manada pequeña. La mayor parte Dios ha ordenado para muerte; y no es libre para ellos. Aquellos Dios aborrece; y así, antes que fueran nacidos, decretó que morirían eternamente. Y esto decretó absolutamente; porque eso fue el puro afecto de su voluntad; pues era su voluntad soberana. Así que, nacieron para esto, – para ser destruidos cuerpo y alma en el infierno. Y se desarrollan bajo la maldición irrevocable de Dios, sin posibilidad alguna de redención; porque la gracia que Dios da, para esto solo la da, para aumentar, no prevenir, su condenación."
Este es aquel decreto de predestinación. Pero pienso que escucho uno decir, "esto no es la predestinación que yo creo Yo solamente creo en la elección de gracia. Lo que creo no es mas que esto, – que Dios, antes de la fundación del mundo, eligió un cierto número de hombres para ser justificados, santificados y glorificados. Ahora, todos estos serán salvos, y ninguno aparte; pues los demás de la humanidad Dios deja solos Así que siguen las imaginaciones de sus propios corazones, que son de continuo solamente el mal, e yendo de mal en peor, al fin son justamente castigados con eterna destrucción."
¿Es esto toda la predestinación que crees? Considera; quizás no es todo. ¿No crees que Dios los ordenó para esta cosa? Si es así, tu crees el todo; tu mantienes la predestinación en el sentido completo que se describió arriba. Pero puede ser que tu no piensas que así [crees]. ¿No crees entonces, que Dios endurece el corazón de los que perecen No crees que (literalmente) él endureció el corazón de Faraón; y que por este fin lo levantó, o lo creó? Pues, esto viene siendo la misma cosa. Si tu crees que Faraón, o cualquier sobre la tierra, fue creado para este fin, – para ser condenado, – tu crees todo lo que se ha dicho de predestinación. Y no es necesario que añades que Dios repite su decreto, que supuestamente es inmutable e irresistible, por endurecer los corazones de aquellos vasos de ira a los cuales el decreto de antemano había preparado para destrucción.
Bien, puede ser que ni eso crees; no mantienes ningún grado de reprobación; No piensas que Dios decreta a ninguno ser condenado, no lo endurece, no lo prepara irresistiblemente para condenación; tu tan solo dices, "Dios eternamente decretó que habiendo todos muertos en pecado, diría a algunos de los huesos secos, Vive, y a otros no; que, de consiguiente, estos fueran vivificados, y aquellos siguieran en muerte, – que estos glorificaran a Dios por su salvación, y aquellos por su destrucción."
¿No es esto lo que tu quieres decir por la elección de gracia? Si es así, solo te preguntaría una o dos preguntas ¿Se salvan algunos que no fueron así elegidos? O fueron [salvos] algunos desde la fundación del mundo? ¿Es posible que alguno fuera salvo sin ser así elegido? Si dices, "No," estás donde estabas; no estás un comino adelantado; Todavía crees que por consecuencia de un decreto inmutable e irresistible de Dios, la mayor parte de la humanidad siguen en muerte, sin posibilidad de redención; por tanto que ninguno puede salvarles sino Dios, y él no les salvará. Tu crees que él ha decretado absolutamente no salvarles; y ¿qué es esto sino decretando condenarles? Es, en efecto, ni mas ni menos; viene siendo lo mismo; porque si tu estás muerto, y completamente incapaz de vivificarse, pues, si Dios ha decretado absolutamente vivificar a otros solamente, y tu no, ha decretado absolutamente tu muerte eterna; tu estás absolutamente consignado a la condenación. Así que, aunque usas palabras mas suaves que otros, significas lo mismo; y el decreto de Dios tocante la elección de gracia, por tu opinión de ello, resulta en ni mas ni menos de lo que otros llaman su decreto de reprobación.
Llámalo entonces por cualquier nombre que prefieres, elección, preterición, predestinación, o reprobación, resulta al fin en lo mismo. El sentido de todo es obviamente esto, – por la virtud de un decreto eterno, inmutable, irresistible de Dios, una parte de la humanidad son infaliblemente salvos, y los demás infaliblemente condenados; siendo imposible que cualquiera de los anteriores sean condenados, ni que cualquiera de los posteriores se salven.
Pero si es así, entonces toda predicación es vana. Es innecesario a los elegidos; porque ellos, con o sin predicación, serán infaliblemente salvos. Así que, el fin de la predicación – de salvar almas – es vano tocante a ellos; y es inútil a los que no son elegidos, porque no pueden ser salvos Ellos, con o sin predicación, serán infaliblemente condenados. El propósito de predicación es nulo en su caso también; tanto que en todos casos nuestra predicación es vana, y tu audiencia es también vana.
Esto entonces, es prueba transparente que la doctrina de predestinación no es doctrina de Dios, porque hace vana la ordenanza de Dios; y Dios no se divide en contra de sí mismo. Una segunda es, que directamente tiende a destruir la santidad que es el fin de todas las ordenanzas de Dios. No digo que ninguno que cree en ello es santo; (pues Dios es muy misericordioso a los que inevitablemente se enredan en errores de todo tipo;) pero que la doctrina misma, – que todo hombre es o elegido o no elegido desde la eternidad, y que el uno tiene que ser inevitablemente salvo, y el otro inevitablemente condenado, – tiene una tendencia manifiesta de destruir la santidad en general; pues completamente quita aquellos primeros motivos de seguirla, tan frecuentemente propuestos en las escrituras, la esperanza de galardón futuro y temor de castigo, la esperanza de cielo y temor del infierno. Que estos irán al castigo eterno, y aquellos a la vida eterna, no es motivo para esforzarse a la vida a aquel que cree que su suerte ya se echó; no es razonable que lo haga, si cree que ya se ha sentenciado inalterablemente a la vida o a la muerte. Tu dirás, "pero no sabe si es a vida o a muerte." ¿Entonces que? – esto no ayuda; porque si un enfermo sabe que inevitablemente tiene que morir, o inevitablemente recuperar, aunque no sabe cual, es irrazonable tomar remedio alguno. Puede justamente decir, (y así he oído algunos hablar, tanto en enfermedad corporal como en espiritual,) "si soy ordenado para vida, viviré; si para muerte, moriré; pues no me conviene preocuparme por ello." Así directamente esta doctrina tiende a cerrar la puerta de santidad en general, – de impedir los impíos acercarse, o esforzarse entrar.
Igual directamente esta doctrina tiende a destruir ciertas ramas de santidad en particular. Tales son mansedumbre y amor, – amor, digo, de nuestros enemigos, – de los malos e ingratos. No digo que ninguno que así cree tiene mansedumbre y amor; (pues como es el poder de Dios, así es su misericordia;) pero que naturalmente tiende inspirar o aumentar una agudeza o avidez de pasión, que es precisamente contrario a la mansedumbre de Cristo; como especialmente aparece cuando sean opuestos sobre este tema. E igual naturalmente inspira menosprecio o frialdad hacia aquellos que suponemos reprobados de Dios. "O, pero," dices tu, "yo nunca supongo ninguno en particular reprobado." Quieres decir que no lo harías si pudieras evitarlo Pero no puedes evitar a veces aplicar tu doctrina general a personas en particular El enemigo de almas la aplicará para ti. Tu sabes cuán a menudo lo ha hecho. Pero tu rechazaste el pensamiento como aborrecible. Cierto; tan pronto posible; pero ¡cómo te amargó y afiló tu espíritu mientras! Tu bien sabes que no fue el espíritu de amor que entonces sentiste para ese pobre pecador, a quien tu supusiste o sospechaste, quererlo o no, ser odiado de Dios desde la eternidad.
En tercer lugar, esta doctrina tiende a destruir la consolación de religión, la felicidad de cristianismo. Esto es evidente a todos los que se creen reprobados, o a los que tan solo lo sospechan o lo temen. Todas las grandes y preciosas promesas son perdidas a ellos; no les ofrece ningún rayo de consolación Porque no son los elegidos de Dios; así que no tienen ni suerte ni porción en ellas. Es una barrera efectiva a que se encuentren consolación o felicidad alguna, aun en aquella religión cuyas sendas son diseñadas ser "caminos deleitosos, y todas sus veredas paz."
Y en cuanto a ustedes que se creen los elegidos de Dios, ¿cuál es tu felicidad? Espero no una idea, una creencia teórica, una mera opinión de cualquier suerte; sino una posesión sentida de Dios en tu corazón, hecha en ti por el Espíritu Santo, o, el testimonio del Espíritu de Dios a tu espíritu que eres hijo de Dios. Esto, también llamado "plena certidumbre de fe," es el verdadero fundamento de la felicidad de un cristiano. Y verdaderamente implica plena certidumbre que tus pecados pasados son perdonados, y que ahora eres hijo de Dios. Pero no necesariamente implica plena certidumbre de nuestra perseverancia futura. No digo que esto nunca se asocia, sino que no es necesariamente implicada por ella; pues muchos tienen la una que no tienen la otra.
Ahora, esta experiencia del testimonio del Espíritu se demuestra muy obstruida por esta doctrina; y no solamente en aquellos que, creyéndose reprobados, por esta creencia la repudian lejanamente, sino aun en ellos que han gustado el don bueno, que luego lo han perdido de nuevo, y recaído a las dudas, y temores, y tinieblas, – ¡horribles tinieblas, tales que cualquiera las palpe! Y yo solicito de cualquier de ustedes que mantiene esta doctrina, a que digas, entre Dios y tu propio corazón, si no tienes a menudo dudas y temores acerca de tu elección y perseverancia! Si preguntas "¿quién no?" te respondo, muy pocos de los que creen esta doctrina; pero muchos, muy muchos, de los que no la creen, en todas partes de la tierra; – muchos de estos han disfrutado el testimonio del Espíritu sin interrupción, la luz continua de su cara, desde el momento que primeramente creyeron, durante muchos meses o años, hasta el día de hoy.
Esa certidumbre de fe que gozan estos excluye toda duda y temor. Excluye toda suerte de duda y temor tocante a su perseverancia futura; aunque no es propiamente, como se ha dicho antes, una certidumbre de lo futuro, sino de lo que existe ahora. Y no necesita como apoyo una creencia teórica, como que cualquier una vez ordenado para vida tiene que vivir; porque es hecho de hora en hora, por la potencia de Dios, "por el Espíritu Santo que les es dado." Y por lo tanto esa doctrina no es de Dios, porque tiende obstruir, si no destruir, esta grande obre del Espíritu Santo, de donde fluye la consolación mayor de religión, la felicidad del cristianismo.
Otra vez qué pensamiento tan incómodo es este, que miles y millones de hombres, sin ninguna ofensa o falta suya anterior, ¡fueron inmutablemente destinados a las llamas eternas! ¡Cuán particularmente incómodo debe ser a los que se han vestido de Cristo! A los que, llenados de entrañas de misericordias, ternura y compasión, pueden aun "desear ser apartados de Cristo por sus hermanos."
En cuarto lugar, esta doctrina incómoda directamente tiende destruir nuestro celo para buenas obras. Y esto lo hace, primeramente, como naturalmente tiende (como observamos antes) destruir nuestro amor a la mayor parte de la humanidad, precisamente, a los malos e ingratos. Pues todo lo que mengua nuestro amor, tiene que menguar nuestro deseo de hacerles bien. Eso lo hace, en segundo lugar, como apaga uno de los motivos mas fuertes de misericordia corporal, como alimentar a los hambrientos, vestir los desnudos, y los tales, – a saber, la esperanza de salvar sus almas de la muerte. Pues ¿de qué sirve aliviar sus necesidades temporales a los que están justamente cayendo en fuego eterno? "Bueno; corre y arrebátelos como teas del fuego." No, esto tu supones imposible. Fueron ordenados a ello, tu dices, desde la eternidad, antes de haber hecho ni bien ni mal. Tu crees que es la voluntad de Dios que mueran. Y "quién ha resistido su voluntad?" Pero dices que no sabes si estos son elegidos o no. ¿Entonces qué? Si sabes que son uno o el otro, – que son o elegidos o no elegidos, – todo tu esfuerzo es nulo y vano. En todo caso, tu consejo, regaño, o exhortación es tan innecesario e inútil como nuestra predicación. Es innecesario a los que son elegidos; porque ellos serán infaliblemente salvos sin ello. Es inútil a los que no son elegidos; porque con o sin ello serán infaliblemente condenados; por lo tanto no puedes consistentemente con tus principios tomarse el trabajo de su salvación. De consiguiente, aquellos principios directamente tienden destruir tu celo para buenas obras; para todas buenas obras; pero particularmente para la mayor de todas, salvando almas de la muerte.
En quinto lugar, esta doctrina no solamente tiende destruir santidad cristiana, felicidad, y buenas obras, pero también tiene una tendencia directa y manifiesta de trastornar toda la revelación cristiana. El argumento que los mas sabios de los incrédulos modernos intentan esforzadamente probar, es que la revelación cristiana no es necesaria. Saben bien que una vez demostrado esto, la conclusión sería demasiado obvio para negar, "si no es necesario, no es verdad." Ahora, este punto fundamental tu cedes. Porque, suponiendo aquel decreto eterno e inmutable, una parte de la humanidad tiene que ser salvo, aun si no existiera revelación cristiana, y la otra parte tiene que ser condenada, a pesar de aquella revelación. ¿Y qué mas desearía un infiel? Tu le cedes todo lo que pide. En hacer el evangelio así innecesario a todo tipo de hombre, cedes toda la causa cristiana. "!No lo denunciéis en Gath, porque no se alegren las hijas de los incircuncisos," porque no se triunfen los hijos de incredulidad!
Y como esta doctrina manifiestamente y directamente tiende trastornar la revelación cristiana completa, hace la misma cosa, por sencilla consecuencia, en hacer que la revelación se contradiga. Porque es fundamentado en tal interpretación de algunos textos (no importa si mas o menos) que contradice todos los demás textos, y aun toda intención y tendencia de la escritura. Por ejemplo Los que alegan esta doctrina interpretan aquel texto de escritura, "a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí," para implicar que Dios en un sentido literal aborrecía a Esaú, y a todos los reprobados, desde la eternidad. Ahora, ¿qué puede ser mas una contradicción que esto, no solamente a la entera intención y tendencia de las escrituras, sino también a todos aquellos textos en particular que expresamente declaran, "Dios es amor?" Otra vez Infieren de aquel texto, "Tendré misericordia del que tendré misericordia," que Dios es amor solamente a algunos, a saber, los elegidos, y que tiene misericordia sobre ellos solamente; directamente contrario al cual es toda la tendencia de escritura, como también es la expresión en particular, "Bueno es Jehová para con todos; Y sus misericordias sobre todas sus obras." Además, infieren de aquel y semejantes textos, "no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia," que solamente tiene misericordia sobre ellos a quien respetó desde la eternidad. No, ¿quién responde a Dios ahora? Tu ahora contradices la entera palabra de Dios, que declara a lo largo, "Dios no hace acepción de personas," y "no hay acepción de personas para con Dios." Otra vez de aquel texto, " (Porque no siendo aún nacidos, ni habiendo hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme á la elección, no por las obras sino por el que llama, permaneciese;) Le fué dicho (a Rebeca) que el mayor serviría al menor," tu infieres que nuestra predestinación o elección no depende de ninguna manera sobre la presciencia de Dios. Directamente contrario a esto están todas las escrituras; y esos en particular, "elegidos según la presciencia de Dios;" y "á los que antes conoció, también predestinó."
Y "el mismo Señor de todos, rico es" en misericordia "para con todos los que le invocan" (Rom. 10.12) pero tu dices, "no; es así solamente a los para quienes Cristo murió. Y eso no son todos, sino solo unos cuantos, que Dios escogió del mundo; porque no murió por todos, sino por solamente los "escogidos en él antes de la fundación del mundo" (Efe. 1.14). Categóricamente contrario a tu interpretación de estas escrituras, también, es todo el sentido del Nuevo Testamento; como también esos textos en particular – "no arruinas con tu comida a aquel por el cual Cristo murió" (Rom. 14.15), clara demostración que Cristo murió, no solamente por los que se salvan, sino también por los que perecen El es "el salvador del mundo" (Juan 4.42); El es "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1.29); "El," el Dios vivo, "es el salvador de todos los hombres" (1 Tim. 4.10); "se dio a sí mismo en precio del rescate por todos" (1 Tim. 2.6); "gustó la muerte por todos" (Heb. 2.9).
Si preguntas, "¿porqué entonces no son todos salvos?" Toda la ley y el testimonio responden, primero, no por ningún decreto de Dios; no porque fuera su placer que mueran; porque, vivo yo, dice el Señor Jehová, "no quiero la muerte del que muere" (Eze. 18.3, 32). Cualquiera que sea la causa de su perdición, no puede ser su voluntad, si las palabras de Dios son verdaderas; porque declaran "no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pe. 3.9); "El quiere que todos los hombres sean salvos" (1 Tim. 2.4). Y ellos, en segundo lugar, declaran cual es la causa que no todos son salvos, a saber, que no quieren ser salvos Así nuestro Señor expresamente, "y no queréis venir a mí, para que tengáis vida" (Juan 5.40). "La virtud del Señor está allí para sanarlos," pero no quieren ser sanados. "Desechan el consejo," el consejo misericordioso, "de Dios contra sí mismos," como sus padres duros de cerviz. Y por lo tanto son inexcusables; porque Dios les salvaría, pero no quieren ser salvos Esta es la condenación, "cuántas veces quise juntarles, y no quisieron" (Mat. 23.37).
Así manifiestamente esta doctrina tiende trastornar la revelación cristiana entera, por hacer que se contradiga; dando tal interpretación a algunos textos que directamente contradice a todos los demás textos, y aun todo el sentido y tendencia de escritura; – prueba abundante que no es de Dios. Pero tampoco es todo Pues, en séptimo lugar, es una doctrina llena de blasfemia, y tal blasfemia que temería mencionar, sino que la honra de nuestro Dios bondadoso, y la causa de su verdad, no me permite guardar silencio. En la causa de Dios, entonces, y por un sincero cuidado de la gloria de su gran nombre, mencionaré algunas de las blasfemias horribles que se encuentran en esta doctrina horrible. Pero primero, debo advertir a todos los que oyen, porque darán cuenta de ello en el gran día, que no me acusen a mí (como algunos han hecho) de blasfemar, porque yo menciono la blasfemia de otros. Y entre mas lamentas por los que así blasfeman, cuida de "confirmar el amor para con ellos" aun mas, y que la voluntad de tu corazón y tu oración a Dios sea, "¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!"
Así establecido, observemos que esta doctrina representa a nuestro Señor bendito, "Jesucristo el justo," "el unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad," como hipócrita, un engañador del pueblo, un hombre carente de sinceridad común. Porque no puede negarse que en todo lugar habla como si quisiera que todos los hombres sean salvos. Así que, decir que no quería que todos los hombres sean salvos es representarle a él como mero hipócrita y disimulador. No se puede negar que las palabras de gracia que salieron de su boca son repletas de invitaciones a todos los pecadores. Decir, entonces, que no fue su intención salvar todos los pecadores, es representarle a él como engañador craso del pueblo. No puedes negar que dijo, "Venid a mí, todos los que estáis cargados y trabajados." Si pues dices que él llama a los que no pueden venir, aquellos que él sabe no pueden venir; a los que pudiera hacer posible que vengan, pero no quiere; ¿cómo es posible describir insinceridad mayor? Tu lo representas como si burlara a sus criaturas incapaces, ofreciendo lo que nunca pensaba dar. Lo describes como diciendo una cosa, pero significando otra; como pretendiendo amor que no tuvo. Aquel, "en cuya boca no se halló engaño," tu la llenas de falsedad, carente de sinceridad común; – y luego especialmente, mientras se acercaba a la ciudad, lloró sobre ella, y dijo, "Jerusalem, Jerusalem, matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti! ¡cuántas veces quise juntar tus hijos – y no quisiste! "Ethelesa – kai ouk Ethelesate." Ahora si tu dices, ellos quisieron, pero él no quiso, lo representas (lo cual ¿quién puede oir?) como llorando lágrimas de cocodrilo; llorando sobre la presa que él mismo destinó a la destrucción.
¡Tal blasfemia esta, que pensaría hacer que retiñan los oídos del cristiano! Pero hay mas todavía; porque precisamente como honra el Hijo, así también esta doctrina honra al Padre. Destruye todos sus atributos a la vez trastorna su justicia, su misericordia y su verdad; sí, representa al santísimo Dios como peor que el diablo, mas falso, mas cruel, y mas injusto. Mas falso; porque el diablo, cual mentiroso lo es, nunca ha dicho, "deseo que todos los hombres sean salvos" mas injusto; porque el diablo no puede, aun si quisiera, ser culpable de tal injusticia que atribuyes a Dios, cuando dices que Dios condenó a millones de almas al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles, por continuar en pecado, que por falta de la gracia que él no les dará, no pueden evitar y mas cruel; porque aquel espíritu infeliz "busca reposo y no lo halla;" tanto que su propia miseria inquieta es una especie de tentación a él tentar a otros. Pero Dios reposa en su lugar alto y santo; tal que para suponerle, de su propia emoción, su pura voluntad y propósito, feliz como está, de predestinar sus criaturas, lo quieran o no, a la miseria sin fin, es imputarle tal crueldad que no podemos imputar ni al gran enemigo de Dios y el hombre. Es representar el alto Dios (¡el que tiene oídos para oír, oiga!) así ¡mas cruel, falso e injusto que el diablo!
¡Esta es la blasfemia claramente encontrada en el horrible decreto de predestinación! Y aquí me planto el pie. Sobre esto me pongo de punta con todo asertor de ella. Tu representas a Dios como peor que el diablo; mas falso, mas cruel, mas injusto. Pero tu dices que lo probarás por las escrituras. ¡Espera! ¿Qué vas a probar por la escritura? ¿Que Dios es peor que el diablo? No puede ser. Cual sea lo que prueba tal escritura, nunca puede probar eso; cual sea su verdadero significado, esto no puede ser su verdadero significado. Me preguntas, "¿cual es su verdadero significado entonces?" Si te digo, "no lo sé," no ganas nada; porque hay muchas escrituras de las cuales ni tu ni yo sabremos el verdadero sentido hasta que la muerte sea sorbida con victoria. Pero esto sé, mejor sería decir que no tiene ningún sentido, que decir que tiene tal sentido como este. No puede significar, todo lo que signifique aparte, que el Dios de verdad es mentiroso. Que signifique lo que quiera, no puede significar que el juez de toda la tierra es injusto. Ninguna escritura puede significar que Dios no es amor, ni que sus misericordias no son sobre todas sus obras; a saber, todo lo que prueba aparte, ninguna escritura puede probar predestinación.
Esta es la blasfemia por la cual (aun cuánto amo a las personas que la afirman) aborrezco la doctrina de predestinación, una doctrina que al suponerla, si la pudiera suponer un momento, (llámala elección, reprobación, o lo que quiera, pues todo llega a lo mismo,) uno pudiera decir al adversario, el diablo, "Necio, ¿porqué andas alrededor rugiendo todavía? Asechando las almas es tan innecesario e inútil como nuestra predicación. ¿No oyes tu, que Dios te ha quitado la obra de tus manos; y que la hace mucho mas eficazmente? Tu, con todos tus principados y potencias, tan solo nos asalta tal que te podemos resistir; ¡pero El puede irresistiblemente destruir tanto cuerpo y alma en el infierno! Tu tan solo puedes seducir; pero sus decretos inmutables, de dejar miles de almas en muerte, les obliga continuar en pecado, hasta que caigan en las llamas eternas. Tu tientas; El nos constriñe ser condenados; pues no podemos resistir su voluntad. Necio, ¿porque sigues rodeando todavía, buscando a quien devorar? No oyes que Dios es el león devorador, el destructor de almas, el homicida de hombres? Moloch solo causó a los niños pasar por el fuego y aquel fuego luego se apagó; o el cuerpo corruptible se consumió, y su tormentó se terminó; pero Dios, te han dicho, por su decreto eterno, establecido antes que habían hecho ni bien ni mal, causa no solo niños de una palma, pero sus padres también, de pasar por el fuego del infierno, el fuego que nunca se apagará; y el cuerpo que es echado en él, ahora incorruptible e inmortal, siempre se consumirá y nunca será consumido, sino que el humo de su tormento, porque es su beneplácito, subirá para siempre jamás."
¡O, cómo regocijaría el enemigo de Dios y el hombre al oír que estas cosas fueran así! ¡Cómo clamaría a voz en cuello, y no se detendría! ¡Cómo levantaría su voz diciendo, "¡Israel, a tus estancias!" huye de la cara de este Dios, o perecerás eternamente! Pero ¿a dónde huirás? ¿Al cielo? Ahí está. ¿Al infierno? Ahí está también. No puedes huir de un tirano omnipresente, todopoderoso. Y aunque huyas o te quedes, pongo hoy al cielo, su trono, y la tierra, el estrado de sus pies, como testigos contra ti, que tu te perecerás, tu morirás eternamente. ¡Cante, o infierno, y regocijen los que están debajo de la tierra! ¡Porque Dios, el Dios poderoso, ha hablado, y ha consagrado a la muerte miles de almas, desde donde el sol nace hasta donde se pone! ¡He aquí, o muerte, es tu aguijón! No [escaparán], no pueden escapar; porque la boca del Señor lo ha dicho. He aquí, o sepulcro, tu victoria. ¡Naciones todavía por nacer, antes que hayan hecho bien o mal son destinadas nunca ver la luz de la vida, sino las roerás para siempre jamás! ¡Que todas las estrellas del alba canten juntas, las que cayeron con Lucero, hijo de la mañana! ¡Que todos los hijos del infierno regocijen! Porque el decreto ya pasó, y ¿quién lo invalidará?
Sí, el decreto ya pasó; y así fue desde la fundación del mundo. ¿Pero cual decreto? Sino este "Delante de los hijos de los hombres pondré ‘la vida y la muerte, la bendición y la maldición.’ y el alma que escoge vida vivirá, como el alma que escoge muerte morirá." Este decreto por el cual "los que antes conoció, también predestinó" verdaderamente fue desde la eternidad; este, por el cual todos los que permiten a Cristo hacerles vivir son "elegidos según la presciencia de Dios," ahora está firme, como la luna, y como los testigos fieles en el cielo; y cuando el cielo y la tierra pasan, este no pasará; porque es tan inmutable y eterno como el ser de Dios que lo dio. Este decreto produce el mas fuerte aliento para abundar para toda buena obra, y en toda santidad; y es fuente de gozo, de felicidad también, a nuestra gran y perpetua consolación. Este es digno de Dios; es en todo sentido consistente con las perfecciones de su naturaleza. Nos da la vista mas noble de su justicia, misericordia y verdad. A este concuerda toda la intención de la revelación cristiana, como también todas sus partes. A este Moisés y todos los profetas dan testimonio, y nuestro bendito Señor y todos sus apóstoles. Así Moisés, en el nombre de su Señor "A los cielos y la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición escoge pues la vida, porque vivas tú y tu simiente" Así Ezequiel (para citar un profeta por todos) "El alma que pecare, esa morirá el hijo no llevará" eternamente " por el pecado del padre, ... la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él." (18.20). Así nuestro bendito Señor "Si alguno tiene sed, venga á mí y beba." (Juan 7.37). Así su gran apóstol, San Pablo (Hec. 17.30) "Dios denuncia á todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan," – "todos los hombres en todos los lugares;" cada hombre en cada lugar, sin excepción de lugar o persona. Así San Jacobo "si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela á Dios, el cual da á todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada." (Sant. 1.5). Así San Pedro (2 Pe. 3.9) "El Señor no [quiere] que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento." Y así San Juan "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, á Jesucristo el justo; Y él es la propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo." (1 Juan 2.1,2).
¡Oye esto, vosotros que olvidáis a Dios! ¡No podrán cargar su muerte sobre El! "Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor Jehová." (Eze. 18.23). "Convertíos, y volveos de todas vuestras iniquidades; y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras iniquidades con que habéis prevaricado. Y porqué morirás, casa de Israel? Que no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová, convertíos pues, y viviréis." (Eze. 18.30-32). "Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío. Volveos, volveos de vuestros caminos ¿y por qué moriréis, oh casa de Israel?" (Eze. 33.11).