La Epístola
Isidro Fabela # 999
Col. Tres Caminos
CP 50010     Toluca, Edo. Mex.

#113   Enero, 2004

Impreso en México

Noticias

León, Parque Hidalgo: Habrá conferencia de exhortación el jueves a domingo, 12 a 15 de febrero.  Predicarán Memo Kincaid, Miguel N. Jackson, y Alberto Sotelo.

León: La reunión de predicadores se llevará a cabo el domingo, 15 de febrero, comida a las 4pm y reunión a las 5:30.

Aguascalientes: Habrá conferencia de evangelismo extranjero el jueves a domingo, 26 a 29 de febrero.  Predicarán Ramiro García, Memo Kincaid, y Miguel N. Jackson.

San Antonio: Habrá conferencia de evangelismo mundial durante semana santa, de domingo abril 4, hasta domingo abril 11.  Predicará como especial invitado todas las noches el misionero de muchos años Milton Martin.

Diáconos: Favor de no olvidar hacer cálculos de las ofrendas de todo el año 2002.  Queremos el porcentaje de las ofrendas que se dedican a la obra misionera, incluyendo conferencias misioneras.

Otra vez hago invitación a los que tienen casetes de predicaciones en nuestras iglesias anteriores a 1999, y están dispuestos a prestármelos, para poder grabarlos en formato mp3, y así duplicarlos fácilmente, llevarlos a la reunión de varones en febrero.


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El Santo Mejica

15  Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, y los disolutos, y los homicidas, y los idólatras, y cualquiera que ama y hace mentira.
        Apocalipsis 22

El 31 de Julio de 2002 el Papa Juan Pablo II canonizó a Juan Diego, un mejica de Cuauhtitlan Tlatilolco, una aldea antigua que ahora corresponde al presente distrito federal.  Según los expertos de la iglesia romana, el Vaticano no autoriza la canonización sin pruebas definitivas de milagros relacionados con el candidato.  Pero en este caso aparentemente hicieron excepción, pues no tienen siquiera evidencias directas que existiera el mismo candidato.  No existe ningún documento ni testimonio de contemporáneos fuera de duda razonable que menciona el tal indio humilde.  Ninguno que vivió en su día lo mencionan.  Por eso, cientos de expertos Romano-Católicos han negado su existencia a través de los años.  Recientemente, el mismo Abad de Guadalupe, monseñor Guillermo Shulemburg, declaraba en contra de su canonización, porque no cree que jamás existió.  El escándalo le forzó por lo tanto renunciar su puesto.  Normalmente, las evidencias pro y contra se discuten por los expertos papales, pero en el caso de Juan Diego, aparentemente los únicos incluidos en los estudios sobre su canonización serían "expertos" a favor.

En realidad, esto no es sorpresa.  Juan Diego ahora es un santo, nos garantizan por autoridad del Papa mismo que está en el cielo, y por lo tanto, puede interceder por nosotros.  Parece que es así no porque vio la virgen, ni porque se le ocurrieron milagros, mucho menos por siquiera existir hace 5 siglos, sino porque la necesidad política en México lo demanda urgentemente.  La iglesia romana en México se siente que está en crisis.  30 porciento de las indígenas mayas ya son evangélicos.  Todavía 87 porciento de Mexicanos se consideran católicos, pero menos de 10 porciento practican su religión.  Y México es uno de los últimos países latino-americanos que todavía consideran "siempre fiel."  Juan Diego no era un peón indio que sobrevivió la conquista para ver la virgen, Juanito Dieguito es un peón abstracto y moderno, utilizado para reforzar la fe católica en un mundo "sin la fe," o por lo menos sin la fe "correcta."

Nican Mopohua

La historia de Juan Diego se encuentra en un documento propuestamente del siglo 16 que se llama el Nican Mopohua.  Según cuentan este documento fue escrito originalmente en Nahuatl por el indígena Antonio Valeriano (1520-1605), que recibió la historia de Juan Diego mismo antes que este muriera en 1548.  La puedes leer en español en  www.interlupe.com.mx/spanish.html.

Esto es muy interesante, siendo que no existe ninguna copia del original Nican Mopohua, con o sin el nombre de Antonio Valeriano.  No existe evidencia alguna que fuera escrito por Valeriano, sino un comentario de Carlos de Sigüenza que Valeriano escribio algo en Nahuatl, que fue traducido al castellano por Ixtlixochitl.  Valeriano era gobernador de los indios desde por lo menos 1573, y anteriormente era un mencionado colaborador indígena de fray Bernardino de Sahagún, en su libro valiosísimo Historia General de las Cosas de la Nueva España.  Pero el nombre de Valeriano es asociado con el Nican Mopohua por tan sólo una "corazonada," o mas bien por un sentimiento religioso de "mucha fe."

La primera vez que aparece el Nican Mopohua en Nahuatl es en 1649, y fue elaborada por Luís Lasso de la Vega, vicario de la capilla de Guadalupe.   Pero como a veces la necesidad produce evidencias favorables, aun del vacío, casi todos atribuyen el cuento a Valeriano sin cualificación.  Los expertos saben que el único Nican Mopohua que existe es aquel de Lasso de la Vega, pero suponen que Lasso de la Vega solamente fue el primero que imprimió el Nican Mopohua en 1649.  La mala información sobre este asunto abunda.  Algunos hasta nos relatan que fue Lasso de la Vega que lo tradujo al castellano (
www.imperios.com/sdeguadalupe/historia.htm).  Bueno, lo que fue publicado por Lasso de la Vega no estaba en castellano, sino en Nahuatl.  Su folleto se llamaba Huei Tlamahuitzoltica.  El nombre del cuento, "Nican Mopohua," viene de las primeras palabras escritas en ese folleto de 1649, "Nican mopohua motecpana inqvenin..." que significan "Aquí se narra, se ordena..." etc.  Nican Mopohua fue escrito por Lasso de la Vega, no por Antonio Valeriano.

En realidad, el relato no se dio a conocer primeramente en Nahuatl.  El folleto de Luís Lasso de la Vega ciertamente era traducción, pero no del Nahuatl a castellano, sino del castellano a Nahuatl.  La primera impresión de la historia de Juan Diego fue escrito por Miguel Sánchez en 1648, en su libro llamado Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, milagrosamente aparecida en México.  En ese mismo año Lasso de la Vega leyó ese libro y escribió lo siguiente:

Yo y todos mis predecesores hemos sido Adanes dormidos poseyendo a esta Eva segunda en el Paraíso de su Guadalupe mexicano. Mas agora me ha cabido ser el Adán que ha despertado para que la vea en estampa y relación de su Historia: formada, compuesta y compartida, en lo prodigioso del milagro, en el suceso de su aparición; en los misterios que su pintura significa.
        Historia de una Derrota Católica, cp. 2
        Luís Gonzáles de Alba
                
www.nexos.com.mx/internos/febrero00/guadalupano2.htm

Luís Lasso de la Vega siendo el vicario de la capilla de Guadalupe, teniendo la misma imagen en su cuidado, lee el libro de Miguel Sánchez en 1648, y confiesa haber ignorado por completo tal historia de Juan Diego.  Vaya eran "Adanes dormidos."  Luego, medio año después, el mismo de la Vega imprime su folleto en Nahuatl, que él declara es sencillamente una traducción abreviada del libro de Sánchez.

Esto me ha animado a escribir en idioma náhuatl tu maravillosa aparición, para que vean los naturales y sepan en su lengua cuánto por amor a ellos hiciste y de qué manera aconteció lo que mucho se había borrado por las circunstancias del tiempo".
        Historia de una Derrota Católica, cp. 2

Y ahora, los peritos católicos romanos suponen que de la Vega estaba imprimiendo un documento elaborado un siglo anterior por Valeriano.  ¿Acaso existen evidencias de esto mas que la mera suposición? Una evidencia alegada es que supuestamente el Nahuatl del folleto Huei Tlamahuitzoltica impreso por Lasso de la Vega era demasiado bueno para ser composición original de él.  Así que suponen que era una copia de un documento mas antiguo, y que Lasso de la Vega la plagió.  Hasta hay "fieles" muy crédulos que "reconstruyeron" el original por estudiar el lenguaje del Huei Tlamahuitzoltica (como Miguel León-Portilla,
www.ejournal.unam.mx/cultura_nahuatl/ecnahuatl32/ECN03221.pdf).  Algunos, hablando de estos esfuerzos, hacen parecer que tienen manuscritos del cuento que datan del siglo 16, pero en realidad, no existen manuscritos, sino solamente unas copias impresas de la misma edición de Lasso de la Vega, o posteriores.

El Códice Escalada

Recientemente se ha descubierto otra "evidencia."  Es una hoja de piel llamada el "códice 1548" o "códice Escalada" que tiene un dibujo de la virgen y uno llamado "Cuauhtlactoatzin" o "Cuautlactoac" (Juan Diego), las fechas 1548 y quizás 1531, y las firmas de Valeriano y Sahagún.  Fue "descubierto" en 1995 en un libro de una colección particular en Querétaro.  (La puedes ver en:  www.proyectoguadalupe.com/apl_1548.html).  Charles Dibble, doctorado de la UNAM en estudios meso-americanos, experto sobre Sahagún, y traductor al inglés de su obra principal, al estudiar una copia fotostática dijo que la firma de Sahagún es probablemente auténtica, aunque no concuerda con la fecha 1548, sino propone que es de mas tarde en su vida.   Esta evidencia bastó para que los del Vaticano concluyan que Juan Diego en verdad existió, pues por fin hay un documento con su nombre en Nahuatl con la firma auténtica de alguien de la época.  Sin embargo, al considerar este documento tan celebrado, nos ocurren siete curiosidades que merecen mas investigación.  Por lo menos, aun entre fieles católicos, deben levantar alguna sospecha.

1.  La firma de Sahagún.  No solamente que el experto nos propone que su forma es como la de sus firmas mas tarde en su vida (que levanta sospecha sobre la fecha escrita de 1548), pero al observar el documento vemos que la firma está en relieve.  Todo el documento contiene dibujo y letras menos el cuadro amplio donde aparece la firma célebre.  La firma de Valeriano no está conjunto a la de Sahagún, sino a la orilla de la hoja (y no verificada).  Tiene toda la apariencia que el dibujo se realizó después de la firma, cuidando de no invadir el espacio.  Si el documento fue firmado por Sahagún después que fue terminado, el espacio que dejaron para su firma es realmente extraño.  Y si fue firmado antes que se dibujara, entonces la firma no certifica el dibujo, sino al contrario, lo falsifica.

2.  Su análisis.  El Instituto de Física de la UNAM  tras un análisis químico determinó que tanto la fecha 1548 y la firma de Sahagún fueron hechas con otro tipo de tinta que lo demás.  No es tan curioso que Sahagún firmara con otra tinta que el redactor, si en verdad le persuadieran firmar el dibujo en el espacio que le dejaron, pero es algo extraño que la fecha (tan importante como la firma) también fuera añadida después. 
http://www.proyectoguadalupe.com/apl_1548.html

3.  La escritura.  No solamente es el dibujo y letra de muy inferior calidad, en contraste a la firma tan confiada y precisa de Sahagún, pero el dibujo tiene el aspecto y la forma de otros grabados impresos por Becerro Tanco en 1666 y en 1669.  Tanto se parecen que los crédulos católicos alegan que Becerro Tanco tenía en su posesión el códice 1548, aunque nos quedaría aun mas extraño que el estudioso ignorara la importancia de la firma de Sahagún en medio del dibujito, tanto que no lo daría suficiente crédito para nombrarlo su evidencia principal.

4.  Su propósito. ¿Porqué fue elaborado este documento?  Firmado por Sahagún y Valeriano, tiene que ser un documento importante, pero no contiene información importante mas que decir que "murió cuauhtlactoatzin dignamente."  Proponen que es una acta de difunción, pero si lo es, es el acta semejante mas extraña que hemos visto.

5.  El tamaño.  El documento mide 20 por 13 cm.  No es una hoja de tamaño normal.  No parece razonable que hicieran un documento del tamaño de la mano para que hombres célebres lo firmaran.  Debe existir toda la sospecha que la hoja es un recorte de una hoja original de tamaño común.  Entonces  ¿de cuál obra formaba parte? ¿Porqué fue recortada? ¿Qué contenía la otra parte de la obra?

6.  Su rastro.  Nadie sabe el origen ni la secuencia del documento.  Su descubrimiento en Querétaro en 1995, en el momento oportuno, levanta otras preguntas obvias en toda mente  honesta, ¿de dónde vino?  ¿quién lo hizo?  ¿dónde ha estado?  ¿cómo se perdió? ¿cómo se encontró?  etc.

7.  Los protagonistas.  La cosa mas curiosa del documento, y eso es decir mucho, es el concepto de un documento de 1548 que contiene las firmas de Valeriano y Sahagún.  Claro, no es extraño ver sus firmas en un mismo documento, obviamente se conocían, pues Valeriano era un ayudante de Sahagún en su obra maestra.  La curiosidad de sus firmas en el documento de 1548 es que ninguno de los dos eran asociados con los sucesos de Guadalupe, ni eran de renombre en esa fecha.  Mas tarde ambos trabajaron juntos en México entre 1566 y  1571, en la obra que en 1580 fue recogida y enviada al rey Felipe II, por miedo que su contenido perjudicaba la completa conversión de los indios (
http://poesiadelmomento.com/hispanica/45mision.html).  Valeriano era gobernador de los indios "hacia 1573" y murió en 1605 (www.uam.mx/difusion/revista/julago2001/gomez.html).  La gran curiosidad es ¿porqué se haría en 1548 un documento firmado por estos dos, y nadie mas?  No eran cabezas del municipio para hacer actas de difunción.  No eran escribas de la parroquia.  Ni eran nombres asociados con Guadalupe hasta después de Becerro Tanco (1666).

Al considerar toda la evidencia del códice de Querétaro es difícil resistir la sospecha que en el gran fervor que siguió la publicación de Sánchez, de localizar documentos que apoyarían la nueva leyenda, y las teorías novicias de Becerro Tanco acerca de Valeriano, algún abusado tomó una hoja genuina firmada por Sahagún, la recortó y le añadió un grabado como aquellos recién impresos, o para comerciarla, o bien por la esperanza de disfrutar del éxito de su fraude.  Documentos fraudulentos abundaban en el siglo 18, toma por ejemplo el Inin Huey Tlamahuizoltica.  No tuvo éxito, por ser tan mal hecho, y de consiguiente tomó su lugar apropiado en olvido, hasta que las circunstancias lo necesitaran de nuevo, y el tiempo borrara su origen y paradero continuo.

Sin considerar por el momento la contradicción posterior de Sahagún (venerable fray que tiene mucho que decirnos después de 1548), sirve recalcar que el códice no es ninguna evidencia del Nican Mopohua anterior a de la Vega, ni de la asociación de Valeriano con el cuento.  De todos modos, si fuera cierto que existían manuscritos de la historia, y que Lasso de la Vega los ocupó en su obra, tuvieron que ser descubiertos por él en el mismo año de 1648, porque él mismo confesó ignorarlos en 1648, y luego aprobó su propia obra para la imprenta el 9 de enero, 1649.  Y aun más, de la Vega era un fraude, pues dijo que era su propia obra, o lo tradujo él mismo, o lo mandó hacer.  Pero ya basta.  La evidencia indica que la historia actual, relatada en Nahuatl en el llamado Nican Mopohua, fue compuesta por primera vez en castellano, en 1648, por Miguel Sánchez.

El Silencioso Hueco

Desafortunadamente para los "fieles" no hay evidencia directa fuera de sospecha seria que existiera Juan Diego.  No hay escritos acerca de Juan Diego hasta un siglo después que supuestamente murió.  Las Informaciones de 1666 son testimonios de terceros, como el de Juana de la Concepción, india de 85 años, que aseguraba que su padre había elaborado un mapa de todas las apariciones de la virgen, y que contenía la de Guadalupe, y otros testimonios de abuelos que conocían a Juan Diego, o algo al estilo.  La completa falta de mención antes de 1648 es notable evidencia que el humilde indio y ahora santo no es mas que una leyenda. La única alternativa es que Juan Diego, aunque personaje verdadero, era anónimo.  Que no era comúnmente asociado con el evento Guadalupano hasta ser descubierto un siglo después que murió.  Lo que sería mas evidencia que el códice 1548 es un fraude.  Juan Diego no era famoso, no era celebrado, no era reconocido, ni sus padres, tíos ni hijos, ni en vida, ni en muerte, ni en posteridad, hasta que todos los que le habían conocido, y los que habían conocido a ellos, ya habían muerto.

Aunque es evidencia de "silencio," es la única posible evidencia que puede haber de una persona que no existe.  No puede haber evidencia positiva que Juan Diego era una ficción.  Tiene que ser evidencia negativa, o sea, la falta de evidencia.  Pero el absoluto silencio de todos los contemporáneos es evidencia fuerte.  Si Juan Diego existía, todos los que le conocían, entre ellos los mas ilustres de su día, inclusive Valeriano y Sahagún que no llegaron a ser ilustres hasta después, nunca lo mencionan.

Pero no debemos confundir el asunto.  Hay muchísima evidencia directa acerca de todos los sucesos verdaderos.  La famosa pintura de Guadalupe existió poco después de la conquista (1521), no es de negarse, hay muchos documentos escritos acerca de ella que datan desde la época misma.  La original capilla sobre Tepeyac existió también, y es mencionada por varios contemporáneos.  Y la devoción a la pintura por parte de españoles e indios es mencionada por varios, por lo menos desde 1556.  Aun hay referencias algunas de milagros y apariciones de la virgen en Guadalupe, ya que la imagen existía, como el de Juan Suárez de Peralta en sus Noticias Históricas de la Nueva España (1589) que dice "Ntra. Sra. de Huadalupe, imagen devotísima, la cual ha hecho muchos milagros (aparecióse entre unos riscos...)"  Evidencia de aquellos tiempos no es escasa.  Hay mucha.  Solo que por completo omite el mejica, de nombre Juan Dieguito o cualquier otro nombre (y todos los demás detalles de la leyenda actual).

Los Testigos Verdaderos

Según el cuento, el clero que vio el milagro era el franciscano Juan de Zumárraga, primer arzobispo de México.  Juan Diego le entregó las flores milagrosas en su manto, y el obispo fue el primero en ver la imagen impresa milagrosamente sobre él.  Inmediatamente supo la importancia de la imagen, porque tomó el manto y lo guardó.  Luego la imagen convertía a los indios por millares.  Eso es la historia de Miguel Sánchez, escrita 117 años después del suceso.  Pero ¿cuál fue el testimonio del testigo mismo, Zumárraga?  Silencio.  Escribió Doctrina breve para la enseñanza de los indios, y Doctrina breve muy provechosa, ambos en 1543, doce años después del insigne milagro, y no lo menciona.  Escribió Doctrina cristiana cierta y verdadera en 1546, y no lo menciona.   Poco antes de morir escribió Regla cristiana (1547) y en él tampoco menciona Juan Diego ni el milagro.  Escribió muchas cartas las cuales todavía existen, pero en ninguna correspondencia suya menciona la leyenda, ni Guadalupe, ni Juanito.

No solamente hay silencio por parte de Zumárraga sobre Juan Diego.  Fray Alonso de Montúfar, sucesor de Zumárraga, predicó un sermón el 6 de septiembre de 1556, lamentando la poca devoción a la imagen de Guadalupe por parte de los indios, y en el cual usó como argumento milagros hechos por la imagen.  Inexplicablemente, del punto de vista crédulo, no mencionó el origen milagroso de la pintura (Derrota Católica, cp. 1).

Fray Toribio de Motolinia escribió su "Historia de los indios de la Nueva España" en 1541, en el cual menciona varios "favores celestiales" otorgados a los indios, pero no menciona Guadalupe.  Según Icazbalceta en la colección de documentos inéditos en el Archivo de  Indias existen volúmenes de documentos de Garcés, Gante, Fuenleal, Antonio de Mendoza, entre otros, todos de la misma época, y que carecen por completo la leyenda.  Bartolomé de las Casas estaba en México en 1538 y 1546, y escribió defendiendo los indios – pero nada de la aparición.  Jerónimo de Mendieta estaba en México en 1552, y escribió su "Historia Ecclesiastica Indiana" a fines del siglo utilizando documentos de la época, e incluyó la aparición en Xuchimilco de 1576, pero de Guadalupe – nada.  El mismo escribió tres capítulos sobre la vida de Zumárraga sin mencionar Guadalupe.  En las palabras de Icazbalceta:

Muñoz Camargo (1576), el P. Valadés (1579), el P. Durán (1580), el P. Acosta (1590), Dávila Padilla (1596), Tezozómoc (1598), Ixtlixóchitl (1600), Grijalva (1611), guardan igual silencio. ...El cronista franciscano Daza, en su Crónica de 1611, Fernández en su Historia Eclesiástica de nuestros tiempos (1611) y el cronista Gil González Dávila en su Teatro Eclesiástico de las Iglesias de Indias (1649) escribieron la vida del Sr. Zumárraga y callaron la historia de la Aparición.
        Juan Diego y las Apariciones del Tepeyac, pp. 15
        Juaquín García Icazbalceta
        
        http://www.sectas.org/Catalogo/textocompleto.htm

Deje que Hablen

Pero no confundas el asunto.  No mencionan Juan Diego, la aparición, la origen divina de la imagen, ni las fechas tocantes, pero eso no significa que no hablaban de Guadalupe.  Según terceros Zumárraga sí escribió algo sobre la imágen.  Miguel Sánchez, el compositor original del cuento, obtuvo declaraciones del lic. Bartolomé García y Alonso Muñoz de la Torre que el arzobispo Fray García de Mendoza en 1601 tenía en su posesión lo que Zumárraga escribió sobre Guadalupe (
www.mercaba.org/Mariana/GUADALUPE/nuestra_senora.htm). ¡Guau!  ¡Adelante!  Haremos excepción y daremos crédito al testimonio de terceros y cuartos.  Pero aun brindando que el documento existía, nadie, ni el mas crédulo defensor de la leyenda, sabe qué cosa escribió Zumárraga al respecto.  Es que se había perdido, no ahora, sino aun en días de Sánchez.  Sánchez no lo vio, pero que Bartolomé y Alonso nos cuenten qué es lo que dijo Zumárraga, o García de Mendoza al respecto por mínimo.  Tampoco.  Solamente sabemos que el arzobispo lo tenía en 1601.

Otros hablan de un franciscano fray Pedro Mezquia (aparentemente el mismo fray Pedro Perez de Mezquia que tomó parte en la expedición de Alarcón en Tejas, en la que fundó la misión San Antonio de Valero en 1718, origen de la ciudad San Antonio de Bejar).  Mezquia menciona haber visto en el convento de Vitoria (España) lo que Zumárraga escribió sobre Guadalupe.  Por fin, una pista, 150 años después del hecho, 100 años después de su último paradero conocido, y aun 50 años después de la composición de Sánchez, pero evidencia real vale la espera.  Pero al regresar a España quiso encontrar el documento, y no lo halló.  Suponía que se había perdido en algún "incendio," del cual nadie sabe nada.  Así que, todavía no sabemos qué dijo Zumárraga sobre el asunto.

Esto se ve como desventura a los "fieles."  Pero no te creas.  Es más que curioso que tantos aseguran haber visto un relato escrito por el testigo, pero que ninguno produce el documento.  Es especialmente curioso cuando averiguamos la opinión de los franciscanos de la época.  Y al saber su punto de vista, ya no es una sorpresa que el documento desapareció.  No es nada difícil comprobar que lo que escribieron al respecto no apoyaría la leyenda incipiente, y su pérdida es demasiado conveniente para la tradición actual.

Los Franciscanos

En su último tratado, "Regla cristiana," Zumárraga escribió esto:

No queráis, como Herodes, ver milagros y novedades por que no quedéis sin respuesta: lo que Dios pide y quiere son vidas milagrosas, cristianas, humildes, pacientes y caritativas, porque la vida perfecta de un cristiano es continuado milagro en la tierra.
        Derrota Católica, cp. 1

Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester, pues está nuestra santa fe tan fundada por tantos millares de milagros como tenemos en el Testamento Viejo y Nuevo.
        Juan Diego y las Apariciones del Tepeyac, pp. 12

No solamente carece en sus escritos evidencia de la aparición, el obispo que por la leyenda vio el milagro con sus propios ojos nos enseña antes de morir que ya no ocurren milagros, porque nuestra fe debe estar fundada en los milagros bíblicos.  Entonces el testimonio del testigo principal no es solamente evidencia de silencio, sino una clara negación del milagro.  Como tantos sinceros católicos por siglos han razonado, ¿cómo pudo el obispo negar la existencia de milagros en sus días si había visto la de Guadalupe con sus propios ojos?  Con razón los documentos de Zumárraga que refieren a Guadalupe se han desaparecido.  Zumárraga no era uno de los embelesados.

Sucede que los franciscanos en tiempos de la conquista diferían de los conquistadores de sus días, y de los jesuitas que vinieron después.  Eran franciscanos "erasmianos."  Estos franciscanos tempranos no eran devotos de imágenes (aunque ni tampoco se las oponían exactamente), ni mucho simpatizaban con los milagros atribuidos a las imágenes.  Cuando el arzobispo Montúfar predicó su sermón a favor de la devoción a la virgen de Guadalupe, no lo hacía con la calma y autoridad apropiada al arzobispo de México.  Lo hizo temiendo la reacción de sus colegas franciscanos.  Y con razón.  Montúfar predicó a favor de la imagen de Guadalupe el 6 de septiembre, 1556.  Después mandó sondear la reacción de los franciscanos y recibió fuertes regaños por parte de ellos, fray Alonso de Santiago, y fray Antonio de Huete, particularmente mencionados por Montúfar.

Al tercer día, el 8 de septiembre, el día de la virgen en aquel entonces, el jefe franciscano Francisco de Bustamante predicó en contra de Montúfar.  Regañó severamente la nueva devoción hacia la "ermita" de Guadalupe, y la llamó idolatría.  Bustamante se oponía a la pretensión por parte de Montúfar que la imagen hacía milagros.  Montúfar estaba impugnando la doctrina de los franciscanos que la imagen misma no es nada, sino solamente lo que representa (argumento cansado, de mi punto de vista).  Bustamante lo dijo así:

...los misioneros, quienes habían enseñado a los indios que el culto de las imágenes no paraba en ellas, sino que se dirigía a lo que representaban, y que ahora decirles que una imagen pintada por el indio Marcos hacía milagros, que sería gran confusión y deshacer lo bueno que estaba plantado,
                Juan Diego y las Apariciones del Tepeyac, pp. 30

Fíjate en esta evidencia de testigos.  Primero, evidencia negativa.  Bustamante no menciona la aparición, ni la leyenda.  Curiosa circunstancia esta, que 25 años después del milagro que su predecesor franciscano presenció, y tan solo 8 años después de la muerte del mismo Zumárraga, y de que Valeriano y Sahagún supuestamente firmaron el acta de difunción de Juan Diego, ni el arzobispo de México Montúfar, ni ninguno de los franciscanos saben ningún detalle de la leyenda.

Segundo, evidencia positiva.  Bustamante dice que la imagen fue pintada por un indio llamado Marcos.  Icazbalceta identifica este pintor indígena como Marcos de Aquino, porque un pintor indio de ese nombre es mencionado por Bernal Díaz.  No creo que nos consta, pero eso no es lo que importa aquí.  La única fuente de testigos verdaderos que tenemos nos declara que la imagen de Guadalupe fue pintado por un natural llamado Marcos, no que se había aparecido impresa sobre su tilma de Juan Diego.  Y en la reacción de Montúfar (o mas bien, su acción eclesiástica en contra de Bustamante, la ahora conocida Información de 1556 que fue ocultada por tres siglos, hasta obtenerla Icazbalceta mismo), ni él ni ninguno de sus testigos desmienten esta alegación de Bustamante.  Y esto no era información de ateos y herejes.  Era un fiel franciscano, que poco después fue electo como Provincial (en 1560), y antes de morir el Comisario General.

Otra evidencia positiva en el sermón de Bustamante es que la devoción a la imagen por indios como milagrosa era de recién innovación.  El franciscano declamó contra la "nueva devoción" a la imagen de Guadalupe, y acusó al arzobispo de "haber divulgado milagros falsos" para ese fin.  Montúfar se defendió diciendo que él mismo predicaba en contra de los falsos milagros, y por eso se le deben creer en este caso.  La evidencia aquí es que la devoción de la virgen de Guadalupe se estaba apenas incitando un poco antes de septiembre de 1556 por algunos milagros pretendidos.  La devoción no empezó como en la leyenda, bautizando a cientos de miles de indios poco después de la aparición.  Se fomentaba por milagros ocurridos apenas en 1556.

Los franciscanos no eran los únicos con este entendimiento.  Icazbalceta refiere a una carta al rey del virrey Martín Enríquez de Almansa que escribió en 1575.

...el virrey tampoco le asigna origen cierto y da a entender que comenzó en 1555 ó 56, por haber publicado un ganadero que había cobrado la salud yendo a la ermita.
        Juan Diego y las Apariciones del Tepeyac, pp. 32

Veremos otras evidencias que demuestran que la devoción de Guadalupe no dependía tan solo de algún milagro pretendido en 1556.  Pero la evidencia aquí es que el virrey Enríquez así creía.  No sabía nada de Juan Diego en 1575.  Suponía que la devoción a la ermita de Guadalupe tuvo su comienzo por aquel milagro de 1555.  No me parece factible que el virrey pudiera ignorar la verdadera historia de Juan Diego si personas tan insignes como Valeriano (el ahora gobernador de los indios) y Sahagún (el ahora conocido historiador de la Nueva España) habían firmado su acta de difunción poco antes.

Tonantzín

Algo curioso también notamos acerca de la fecha.  Icazbalceta (pp. 24) refiere a un sermón impreso en 1622, predicado por Fray Juan de Zepeda en la iglesia de Guadalupe, en que dice que el día de la fiesta de Guadalupe era el 8 de septiembre.   Otros documentos así también lo indican (como el acta del cabildo de 1600 en que se autoriza la construcción de la nueva iglesia en Guadalupe, y se aclara que su fiesta era en septiembre).  Pero la leyenda nos dice que las apariciones sucedieron entre el 9 y el 12 de diciembre, y que por lo tanto el día de Guadalupe es hasta ahora el 12 de diciembre.  Zepeda así no lo creía en 1622, sin embargo.  Si los crédulos piensan que esto es un misterio, un franciscano de la época nos lo explica.  El fray Bernardino de Sahagún escribió esto en su libro Historia General de las Cosas de la Nueva España (1570).

Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de éstos es aqui en México, donde está un montecillo que se llama Ipeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla, y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe.  En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los Dioses, que ellos la llamaban Tonantzin, que quiere decir nuestra madre.  Allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el concurso de gente en estos días; y todos decían "vamos a la fiesta de Tonantzin"; y ahora que está allí edificada la iglesia de nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin, tomando ocasión de los predicadores, que Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin no se sabe de cierto; pero esto sabemos de cierto que el vocablo significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua; y es cosa que se debería remediar, porque el propio nombre de la Madre de Dios, Señora nuestra, no es Tonantzin, sino Dios y Nantzin, esta invención satánica para paliar la idolatría debajo la equivocación de este nombre Tonantzin; y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin; de muy lejos tan lejos como de antes: la cual devoción también es sospechosa porque en todas partes hay muchas iglesias de nuestra Señora y no van a ellas, y vienen de lejas tierras á esta Tonantzin como antiguamente.
        Juan Diego y las Apariciones del Tepeyac, pp. 17

Aun sin intentarlo Sahagún nos explicó la confusión de las fechas de la fiesta de Guadalupe.  El montecillo Tepeaquilla antes tenía un pirámide para la diosa Tonantzin.  Tonantzin era diosa de fertilidad, era virgen, y madre de los dioses.  Era Tonantzin que guió los mejicas al valle de México siglos antes.  Ella era su madre, su protector, diosa de la tierra y de la luna.  Tepeyac era su santuario.  Todos los años en el solsticio del invierno los mejicas llegaban desde todo México para su fiesta.  El solsticio sucede el 22 de diciembre en nuestro calendario.  Pero nuestro calendario es el gregoriano, que fue impuesto por el Papa Gregorio en 1582.  La conquista sucedió en el calendario Juliano, que era 10 días atrasado.  La fiesta de Tonantzin era el 12 de diciembre.  Cuando los conquistadores destruyeron el pirámide y erigieron una capilla en su lugar, no así convirtieron los indios de su adoración de Tonantzin.  Cuando establecieron la virgen morena de Guadalupe en su lugar, y cada año celebraron su fiesta el 8 de septiembre, eran los españoles que asistieron, no los indios.  Eso era la lamentación de Montúfar en su predicación en septiembre de 1556.  Y eso era el argumento de Bustamante el 8 del mismo, pocos indios quizás, pero realmente convertidos.  Pero Sahagún dice que "grande concurso" de indios llegaban a Tepeyac durante la fiesta de Tonantzin, o sea, el 12 de diciembre.

Esta evidencia de Sahagún presenta otro fuerte problema para la tradición Guadalupana.  Grande concurso de mejicas rodeaba el montecillo por varios días al acercarse el solsticio, y esto lo hacían todavía en 1570 como habían hecho así "antiguamente."  Quiere decir que el monte Tepeyac no podía haber sido solitario entre el 9 y 12 de diciembre de 1531, sino ocupado de grande concurso de indios devotos a Tonantzin. ¿Como es que Juan Diego no los vio?  Y ¿cómo es que solamente un solo indio vio las flores milagrosas que cubrieron el monte en la aparición del 12?  Hasta ahora la leyenda ha sido confirmada por ninguno, y falsificada por todos los verdaderos testigos de la época.

El testimonio de Sahagún también explica la verdadera historia posterior de la virgen de Guadalupe, dándonos no solamente una vista penetrante de la actitud de los mejicas, pero también de la actitud de los conquistadores y "predicadores" de su día.  El franciscano lamentaba que los indios no renunciaban a Tonantzin.  Sabía que no se estaban convirtiendo verdaderamente porque iban a Guadalupe en la fiesta antigua, no en la nueva, y llegaban a Tepeyac para adorar, en vez de a los numerosos santuarios de la virgen que estaban cercanos a sus hogares.  Pero sobre todo lamentaba que los "predicadores" estaban confundiendo el asunto.  Estaban llamando la virgen "Tonantzin."  Aseguraba que la palabra no era una traducción legítima de "señora nuestra" en Nahuatl.  Era nombre de su diosa "satánica," la de falda de serpientes.  Lamentaba que los indios se estaban acomodando a la confusión.  Esto no había sucedido en días de Bustamante y Montúfar, mucho menos en días de Zumárraga.  Aquellos reconocían la diferencia entre la fiesta de Tonantzin y la virgen de Guadalupe.  Cuando Montúfar promulgaba el milagro que Bustamante llamaba "falso," era en la fiesta española, no la mejica.   Pero para 1570 los "predicadores" se habían resignado a la estrategia mas efectiva.  Empezaron por aceptar el nombre de Tonantzin (antes de 1570), mas tarde aceptaron la fiesta de Tonantzin (después de 1570), y eventualmente aceptaron exclusivamente la fecha de Tonantzin (después de 1622).  Los españoles habían conquistado a los mejicas, pero los mejicas lograron convertir a los españoles.

Historia Extremeña

Habiendo visto las evidencias legítimas que explican la verdadera historia de Guadalupe, tenemos que ver las evidencias que explican el origen de la leyenda.  Se encuentran en el mismo nombre "Guadalupe." La idea que Juan Bernardino recibió ese nombre directamente de la virgen cuando lo sanó nunca ha sido muy bien aceptada ni por los mas crédulos católicos.  Era un nombre que no significaba nada a los mejicas, y que era difícil  si no imposible para ellos pronunciar, siendo que Nahuatl no tenía la fonética completa del nombre (le faltaba "d" y "g").  La primera solución al dilema fue propuesta por Becerro Tanco en su Felicidad de México (1675).  Es que la virgen no dijo Guadalupe, sino "tecuatlanopeuc," que significa, "la que tuvo origen de la cumbre de las peñas" o quizás "tecuantlaxopeuh," o sea, "la que ahuyentó o apartó a los que no comían."  Pero cuando el tío mejica del ahora santo lo repitió los españoles oyeron Guadalupe, y así quedó.

Hay tres problemas con esta teoría.  En primer lugar, Becerro Tanco tenía razón en suponer que  el nombre de Guadalupe era muy conocido a los españoles. Es un pueblo en Extremadura, la provincia de España de donde salieron la gran mayoría de los conquistadores.  Casi todos los principales guerreros españoles en América nacieron en Extremadura.  Hernán Cortes no era excepción.  Sucede que en Extremadura existe una virgen de Guadalupe, el santuario de la cual era de principal devoción para toda la provincia.  Los conquistadores llevaron ese mismo nombre, la de su favorita virgen, a todo el nuevo mundo.  Nombraron una isla en el caribe "Guadalupe."  Hay santuarios a Guadalupe en toda sud-américa.  Dicen que son mas de 600.  No era extraño que los conquistadores dieran a uno de sus nuevas capillas importantes en el valle de México el nombre de Guadalupe.  Extraño sería si la virgen misma del cielo escogiera ese nombre, el favorito de los conquistadores, para promulgar su amor a los indios que acaban de masacrar.  Y extraño sería que los franciscanos no notaran lo extraño del mejica Bernardino pronunciar como bendito el nombre favorito de los conquistadores mientras solicitaren protección de ellos.

Otro problema con la suposición de Becerro Tanco es que la evidencia de la época la desmiente.  Según Icazbalceta (pp. 20) el virrey Enríquez escribió en 1575 que habían dado el nombre de Guadalupe a la imagen porque tenía semejanza a la virgen del coro del santuario de Extremadura.  La virgen original de Guadalupe es también morena, como muchas vírgenes de la edad media en Europa, moda de pintores de la época usando el Cantar de Cantares como modelo de la virgen.  La imagen principal de Extremadura no parece a la Mexicana, sin embargo, aunque ambas son morenas.  La de España tiene la forma usual de triángulo, como las de Zapopan y San Juan de los Lagos.  Pero la imagen del coro del santuario en Extremadura era muy semejante, según el virrey.  Según otras descripciones, la bandera de Hernán Cortes tenía esa misma virgen, la del coro de Guadalupe.   Difiere de la de acá en que tenía una corona con estrellas, y sostenía un bebé, pero tenía la misma forma a la del nuevo mundo, incluyendo los rayos del sol alrededor y la luna creciente debajo de sus pies (dizque significaba la victoria cristiana sobre los moros en España).  Puedes ver un ejemplar y aun sin bebé fechado alrededor de 1528 en los archivos online de la U. de N.Y.
http://hemi.nyu.edu/archive/studentwork/colony/reed/16c1.htm. Hay evidencias que la Guadalupe Mexicana original también tenía una corona, que por alguna razón u otra (por no contar teorías absurdas) ya no existe.  La evidencia, en contraste a la leyenda, demuestra que la virgen americana es otra copia de una imagen Guadalupana traída por los mismos extremeños.

En tercer lugar, la leyenda primeramente escrita por Miguel Sánchez en 1648 es demasiado semejante a la leyenda original de Extremadura.  Aquella virgen también apareció a un humilde campesino, llamado Gil Cordero.  También la virgen le pidió que le construyesen una iglesia.  También le concedió un milagro (se le volvió la vida a su vaca, y luego a su hijo si no me equivoco).  Y también se le descubrió una imagen milagrosa, una estatua de la virgen morena, que se conserva todavía en Guadalupe, España.  La historia es idéntica en su drama, solamente cambian pequeños detalles.  Si Miguel Sánchez la compuso de tradiciones orales mexicanas que existían en 1648 (aunque las ignoraban los oficiales de la iglesia), o si la compuso como ficción propia, no existe duda que la leyenda Guadalupana originó en España en el siglo 14.  La única duda que nos queda es si los conquistadores mismos adaptaron y corrieron la historia para establecer la nueva capilla de Guadalupe cuando la edificaron sobre Tepeyac, o si Sánchez la adaptó después para establecer una leyenda que dignara la imagencita de México, que en aquel entonces era menos próspera que la de los Remedios en San Juan.  El silencio absoluto antes de Sánchez indica que fue adaptación de él mismo, que con poca investigación tendría la historia extremeña a la mano.  O quizás es un poco de ambos.  Los conquistadores no tenían necesidad de correr la historia.  Su trabajo estaba hecho.  La conversión de los indios dependía de los franciscanos, y ellos eventualmente hallaron cómo lograrlo, aunque resistieron la técnica tan romana y deshonesta valerosamente al principio.  Virgen morena, madre de indios, Tonantzin, Señora nuestra, madre de dioses, madre virgen, fuente de milagros, todo era demasiado conveniente.  Viejas tradiciones y estrategias efectivas aunque inmorales no mueren fácilmente.

De nuestro punto de vista, no necesitamos tanta evidencia.  No nos importa mucho si la leyenda resultara verídica, o falsificada (como lo es seguramente).  Si el recién convertido Juan Diego hubiera conocido su Biblia no hubiera cruzado Tepeyac en días de la fiesta satánica.  Y si la aparición le habría alcanzado en otra colina, le hubiera rechazado la propuesta de hacerle un templo a ella, ni le hubiera interesado sus flores.  Los cristianos no aceptaríamos una imagen religiosa sobre el cuerpo, y menos una que no es de este mundo.  No veneramos a santos, ni aquellos que cada rato toman forma de holograma en colinas.  No les pedimos ayuda, no les damos las gracias, ni les hacemos falta.  El que tiene al Hijo, tiene la vida.

Sin embargo lo más desembriagante de todo esto es lo que dice Dios.  Los perros estarán fuera, y los hechiceros, y los disolutos, y los homicidas, y los idólatras, y cualquiera que ama y hace mentira.  Nosotros hacemos diferencia entre el que hace y aquellos que aman la mentira.  Hay muchas cosas en el mundo que no podemos saber con certeza.  En estas no culpamos al que opina, o difiere de otros.  Pero no es así en todas las polémicas.  Algunas controversias tienen claras evidencias, disponibles a todo sincero, y conducentes a una sola conclusión honesta.  En estos casos, los que compusieron la mentira y los que la tragaron, ambos son reprobados.  Los que la corrieron y los que la recibieron.  Los que se aprovecharon de ella y los que fueron explotados por ella.  No son pobres infelices, cuyo pecado es amar a una mentira, mentira que llegó a simbolizar su religión, su herencia, su misma patria, y ahora es justificada por el Papa.  Son educados, responsables y capaces, pero del todo negligentes.  Zumárraga, Bustamante, Sahagún, Icazbalceta y Shulemberg, todos sinceros católicos (como supongo), testificaron de la verdad.  Y lo que dijeron era verdad, pero ahora no lo pueden decir, porque ahora es blasfemia, pues el Papa ha hablado.  Quedan solamente los cristianos y los escépticos para decir la verdad.