La Epístola
1ª Privada de Isidro Fabela # 999
Col. Tres Caminos
CP 50010     Toluca, Edo. Mex.

#109   Septiembre, 2003

Impreso en México

Noticias

Morelia: La calzada de San Diego está bajo construcción, por lo cual han cambiado sus reuniones al extremo oriente de la misma calzada, en el parque pequeño contra-esquina del templo de San Diego, donde a veces bautizan.

Querétaro: Habrá conferencia desde domingo 28 de septiembre hasta domingo 5 de octubre.  Predicará Marco Chaires.  Inicia el primer domingo a las 10 AM, luego a las 7 PM, y toda la semana a las 7:30 PM.  Termina la conferencia con la reunión el segundo domingo a las 10 AM.

Irapuato: Habrá conferencia de exhortación en el jardín principal de viernes a domingo, 17 a 19 de octubre.  Predicarán Juan Tovar, Rolando Espada y Marco Chaires (por confirmar).  El viernes es a las 7 PM, sábado a las 10 AM y a las 7 PM, y termina domingo a las 10 AM.

León, San Juan Bosco: Preparan una conferencia de exhortación de jueves a domingo, 13 a 16 de noviembre, en el parque de San Juan Bosco.  Predicarán Memo Kincaid de Toluca y Ramiro García de Zacatecas.

León: La reunión de predicadores se llevará a cabo el domingo, 16 de noviembre, se anunciará el lugar próximamente.

León: La convivencia de jóvenes empezará el 20 de noviembre, no el 19 como antes anunciado, y terminará el 23.

León, Coecillo: Habrá conferencia de avivamiento predicado por Miguel N. Jackson desde jueves a domingo, 27 a 30 de noviembre.  Además planean una campaña de predicación entre diciembre 22 y 25 (lunes a jueves).  Regresarán los misioneros de León para participar.

León, Parque Hidalgo: Habrá conferencia de exhortación el jueves a domingo, 12 a 15 de febrero.  Predicarán Memo Kincaid, Miguel N. Jackson, y Alberto Sotelo.

Aguascalientes: Mariano Alba ahora tiene número de teléfono celular, (ya que es de mucha demanda):  (449) 104-7536.

Porcentajes: Dos congregaciones hicieron el cálculo informativo del porcentaje de ofrendas dedicadas al evangelismo extranjero en 2002.  León, San Juan Bosco: 67.2%.  Guadalajara: 22.7%.  Muchos miden la fuerza y madurez de sus congregaciones por el número de congregantes.  Mas informativo es el número de hombres establecidos.  Aún mas relevante es el número de varones de Dios, hombres "apartado para el evangelio," incluyendo predicadores, misioneros, pastores, doctores (instructores) y aun diáconos.  Pero aparte de estas estadísticas, probablemente la cifra mas informativa para discernir la madurez y obediencia de una iglesia es este porcentaje que pedí de los diáconos.  No requiere casi nada de esfuerzo de calcular, sumar todas las ofrendas dedicadas a evangelismo extranjero, incluyendo conferencias y ofrendas, dividir la suma por todos los ingresos de la iglesia durante el año, y multiplicar por cien.  La cifra permite ajustar el enfoque de la iglesia para que se acomode al mandamiento de Cristo, y promueve el evangelismo extranjero entre nosotros.  Sugiero a los diáconos que el próximo enero hagan este cálculo para este año 2003, para publicar el resultado a principios (febrero) de 2004.

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Los Tres Reyes Náufragos

19  Manteniendo la fe y buena conciencia, la cual echando de sí algunos, hicieron naufragio en la fe:
        1 Timoteo 1

Seis libros del Antiguo Testamento son dedicados a explicarnos las historias de los reyes de Israel y Judá desde el tiempo del último juez (Samuel) que ungió a Saúl hasta que Nabucodonosor degolló a los hijos de Sedecías delante de sus ojos, antes de sacárselos.  Los años de sus reinos son tan enmarañados que parece a los "sinceros" estudiantes bíblicos de nuestra generación que tienen que haber muchísimos errores de copistas en nuestra Biblia, y algunas nuevas versiones intentan "corregir" tales supuestos errores sin verdadera evidencia de manuscritos (vease 2 Crón. 22.2 en la NASB, Lockman, o "La Biblia de las Américas," Holman).  Casi siempre existen manuscritos solitarios que contienen una "corrección" de un supuesto error, pero eso no es evidencia de una lectura original diferente que la nuestra.  Solamente es evidencia que han habido correctores de la Biblia desde antigüedad.  La arrogancia de algunos cristianos "sinceros" es asombrosa.

No tengo las respuestas definitivas de las muchas "contradicciones" en estas historias de reyes, pero son tantas que no tiene caso resignarnos a corregir el texto en unos cuantos.  Para ilustrar, fíjate en 10 ejemplos que yo había encontrado leyendo estos libros a través de los años: 1.  1 Re. 16.15 y 16 Omri reinó desde el año 27 de Asa, pero en 16.23 Omri empezó a reinar en el año 31 de Asa.  2. 2 Re. 1.17 Joram de Achab comienza en el año 2 de Joram de Josaphat, pero en 8.16 Joram de Josaphat comienza en año 5 de Joram de Achab.  Y para complicar el asunto, en 3.1 Joram de Achab comienza en el año 18 de Josaphat.  3.  2 Re. 8.25 Ochozías comienza en el año 11 de Joram, pero en 9.29 comienza en el año 12.  4.  2 Re. 8.26 Ochozías reinó desde sus 22 años, pero en 2 Cr. 22.2 desde sus 42 años.  5. 2 Cr. 21.2 ¿Josaphat es rey de Israel? ¿Desde cuándo?  Josaphat es descendiente de David, y rey de Judá.  6. 2 Re. 15.30 Oseas reina en el año 20 de Jotham, pero Jotham solo reina 16 años (15.33).  Además en 17.1 Oseas comienza a reinar en el año 12 de Achaz, hijo de Jotham.  7.  2 Re. 24.8 Joachín comienza a los 8 años, pero en 2 Cr. 36.9 comienza a los 18.  8.  2 Cr. 16.1 Baasa sube contra Asa en su año 36, pero en 1 Re. 15.33 y 16.8 Baasa reina solamente hasta el año 26 de Asa.  9.  2 Cr. 21.17, 20 Joram tiene muchos hijos e esposas ¿pero su último hijo (el "menor") nació cuando tuvo 18 años de edad?  10. 2 Cr. 28.1 Achaz reina hasta tener 36 años, pero cuando muere hacen a Ezechías su hijo rey teniendo 25 años de edad (29.1), dejándonos el cálculo que Ezechías fue engendrado por Achaz cuando Achaz tuvo 11 años de edad.  [Contrasta esto con los reyes que parecen no engendrar hijos primogénitos hasta una edad avanzada, Amazías engendró a Uzzía a los ¿38? (2 Cr. 25.1 con 26.1), Uzzías engendró a Jotham a los ¿43? (2 Re. 15.32), Ezechías engendra a Manases a los ¿42? (2 Cr. 29.1 con 33.1).]

Muchas de estas "discrepancias" se pueden explicar satisfactoriamente, y algunas se explican mutuamente.  Pero algo notable es que muchos de los cristianos que suponen error de copista no hacen ningún esfuerzo diligente para "suponer" cómo puede ser correcto el texto tal como está escrito.  Mira con qué facilidad suponen un error en la Biblia, pero con qué dificultad suponen su integridad.  Sin embargo, para el creyente existen algunas consideraciones imperativas acerca de los reinos antes de sucumbir a la duda.

A.  Habían reinos rotos, un tiempo que ningún rey estaba al mando, como en el caso de Edom, 1 Rey 22.47.  Esto es una posible explicación del #10.

BReinos dobles sucedieron a veces, pues muchas veces el rey principal no estaba reinando solo.  Toma el caso de David que reinó desde tener 30 años de edad, y reinó 40 años (2 Sam. 5.4).  Pero eso cuenta el reino de David desde la muerte de Saúl, y sabemos que el hijo de Saúl, Is-boseth, reinó por 2 años mientras David reinaba en Hebron (2 Sam. 2.10).  Muchos ejemplos mas hay, Zimri y Omri (1 Rey 16.16), Joacim con Sedechías (Jer. 27.1-3).  Esto es la recóndita explicación bíblica del #6.

C.  Un doble comienzo del mismo rey era común.  Un caso obvio es Salomón que empezó a reinar antes que David muriera (1 Re. 1.53, 2.1), y luego reinó en su lugar (1 Cr. 23.1, 29.23).  Esta circunstancia se repite tantas veces, como en el caso de Roboam y Abías (2 Cr. 11.22), y Uzzía y Jotham (2 Cr 26.21), que es la inmediata explicación para discrepancias #1, 2, 6, y 7.

DVarios nombres señalaban al mismo rey, pues Joachaz, de 2 Cr. 21.17 es el mismo Ochozías de 2 Cr. 22.1, el cual también es Azarías de 2 Cr. 22.6.  Es una posible respuesta al #5, aunque creo que hay otras respuestas mas sencillas, pues puede ser una generalización (rey de Judá es también rey de "Israel" en algún sentido).  Otra posibilidad se ve en explicación F.

EVarios reyes tenían el mismo nombre, lo cual hace difícil cualquier estudio de los reyes.  Pues, Joas, hijo de Joachaz, rey de Israel reinó en el año 37 de Joas rey de Judá (2 Re. 13.10), cuyo padre también se llamaba Joachaz (2 Cr. 22.6), aunque era mejor conocido como Ochozías.  Pero también había un Ochozías que era hijo de Achab (1 Re. 22.51), el cual murió sin hijo, por lo cual Joram, hermano de Ochozías (2 Re. 1.17), hijo de Achab (2 Re. 3.1) reinó en el segundo año de Joram, hijo de Josaphat (1 Re. 22.50).  Este postrero Joram tenía dos hermanos llamados Azarías (2 Cr. 21.2) además de su ya mencionado hijo llamado Azarías (2 Cr. 22.6).  La confusión con nombres en esta etapa de los reinos es seguramente la explicación bíblica de la discrepancia #4, y la razón que Mateo aparentemente omite el prole inmediato de Joram (Mat. 1.8) brincando completamente su hijo Azarías, alias Ochozías, o Joachaz,  su nieto Joas, y su vis-nieto Amasías (2 Re. 12.21), para llegar a ¿quién más? su tataranieto Azarías (2 Re. 15.1), aunque mejor conocido como Uzzía (2 Cr. 26.1), mientras Mateo le llama Ozías (Mat. 1.8).

FNombres importantes aparecen sin contexto.  ¿Quién era Joas hijo del rey (1 Re. 22.26 )?  No aparece otra mención de ningún Joas hijo de Achab, y de las listas de sus hijos Josaphat no tenía hijo con ese nombre (2 Cr. 21.2).  Siempre es posible que un rey aparezca mencionado una sola vez sin explicación de quién es, y no se puede alegar discrepancia con una sola mención.  El título de Josaphat "rey de Israel" (#5) fácilmente cabe en esta categoría, pues no olvidemos que había "parentesco" entre Josaphat y Achab (2 Cr. 18.1), lo cual hace sus reinos conjuntos en algún sentido, unificando el reino de "Israel" por lo menos en ojos de los de Judá.  Un "logro" semejante de Josaphat sería escrito en las crónicas seglares de los reyes de Judá, aun si lo desconocieran los de Israel, y si de esa manera tal título (rey de Israel) fuera copiado a las escrituras fielmente, quedaría sin explicación en ellas.  Las historias reales no nos ofrecen todos los detalles, a veces inserta información verídica sin contexto, y el necio es el ignorante de hoy que acusa de error a los que tenían los documentos a la mano.  Solamente la incredulidad asegura que no es posible.

GNietos (2 Cr. 22.9), yernos (Luc. 3.23), y posiblemente hijastros e hijos adoptados pueden contarse como hijos en crónicas reales.  La suposición perezosa que copistas de Crónicas se equivocaron escribiendo la edad de Ochozías (#4) no es razonable.  Un escriba puede errar, pero tales errores se encuentran luego luego por otro.  Cuando todos los manuscritos se concuerdan en el "error" obviamente hay otra explicación.  Ochozías es hijo de Joram, pero cuando Jehú mata a Ochozías es llamado hijo de Josaphat (2 Cr. 22.9).  Si fuera la única curiosidad se puede suponer que un nieto es llamado hijo, pero por existir tantas curiosidades en el cuento, empezamos a suponer que habian dos Ochozíases.  Uno tuvo 22 años y otro tuvo 42 años (#3).  Uno empezó en el año 11 y otro empezó en el año 12 de Joram de Achab (#3).  Es posible que ambos fueran hijos de Athalía, hija de Omri, pero recuerda que una Athalía era llamada hija de Achab en 2 Cr. 21.6, que sería la nieta de Omri.  Y recuerda que Josaphat fue llamado rey de Israel (#5).  No es demasiado difícil suponer que existían dos Ochozíases, uno conocido como hijo de Joram, otro que fuera hijastro o yerno, o fruto de fornicación de Josaphat, y luego adoptado.  Otra vez el ignorante en el caso es el acusador de error.

HAños se cuentan irregularmente.  A veces se cuentan cronológicamente y a veces "inclusivamente."  Se pueden contar los años solares en cuales reinaba tal rey cualquier porción del año (inclusivo), que resulta en mas años contados que existían cronológicamente.  Si un rey comenzaba en el décimo mes de un año y moría en el segundo mes del siguiente año, se pueden contar 2 años de reino, aunque solamente hubiera reinado 4 meses. También se pueden contar solamente años completos, o años que reinaba mas de la mitad.  Esto fácilmente explica el #3, aunque también puede estar hablando de dos reyes distintos con el mismo nombre (como vimos en explicaciones E, F y G).

IAños se cuentan desde diversos orígenes.  Jeremías profetizaba desde el año 13 de Josías (Jer. 1.2), pero en su profecía parece decir en hebreo que el año 23 de Josías es el cuarto año de Joacím, y el primer año de Nabucodonosor (Jer. 25.1-3).  Esto no puede ser, pues Josías reinó 31 años (2 Re. 22.1).  Es clarificado en español que los 23 años no son del reino de Josías, sino de la profecía de Jeremías, pues añadimos los 13 años a los 23 años inclusivamente lo cual corresponde a los 35 años de Josías (31) y Joacím (4).

Se supone que a veces se cuentan los años por dinastía, pues si un rey reina solamente 16 años (como el caso de Jotham), y algo sucede en el año 20 de su reino (#6), es obvio que el conteo no se originó con el reino actual, sino el anterior.  Esto es la explicación usual del #8, pues aunque Asa sí reinó 41 años, Baasa no pudo haber atacado a Asa en su año 36 (2 Cr. 16.1) porque Baasa murió en su año 26, y su prole (Elah) reinó solamente 2 años (1 Re. 16.8).  Pero resulta fácil añadir los 17 años de Roboam a los 3 de Abías y luego los 15 de Asa antes de su encuentro con Dios (2 Cr. 15.10), para concluír que los 35 años del reino de Asa habla de la dinastía de Roboam, o los años del reino de Judá desde la separación.  Esto haría que los 36 años del "reino de Asa" fuera el año 16 de su propio reino, y el año 13 de Baasa.

Pero aunque es la respuesta usual de comentaristas, la verdad es que no me parece una explicación posible.  Pues 2 Crónicas habla de los años del reino de Asa en forma consecutiva (14.1, 15.10, 15.19, 16.1, 16.12, 16.13).  Además, si el año 36 de Asa (2 Cr. 16.1) es realmente el año 16, el beneficio mencionado en 2 Cr. 15.19 que no había mas guerras hasta el año 35 de su reino sería una broma, pues el año 35 de la dinastía tendría que ser el año 15 de Asa, el mismo año que juraron a Dios y por eso recibieron el beneficio de paz hasta entonces.  Pero si los 35 son de sus mismos años como rey, sería un beneficio falso, porque según la teoría de dinastía, hubo guerra con Baasa el año 16 de su reino.  La dinastía de Roboam no explica bien la #8, pero tampoco un error de copista, pues en Reyes muchas veces el reino de Baasa es forzadamente de tan solo 24 años (1 Re. 15.33, 16.8, 16.15, 16.23, 16.29), y muchas veces in Crónicas la guerra de Baasa es cronológicamente en su año 36 (2 Cr. 15.19, 16.1, 12, 13).  Si fuera error de copista tendría que ser una alteración intencional de muchos otros pasajes también.

Todas las explicaciones que he considerado fallan en algunos casos, como en este. La única respuesta que me queda para suponer es que los reinos se traslapan complicadamente, una combinación de muchas de estas posibilidades, la cual confunde las crónicas de estos reyes.  La única conclusión a que podemos llegar es que el conteo de los años no está escrito para poder armar una cronología exacta.  Debe existir otra razón porque Dios mandó componer una crónica consecutiva, y a veces duplicada, de estos reyes, aparte de la información seca.  Con un poco de atención reconocerás que el designio principal de las seis crónicas de reyes en el AT es el sumario de cada rey y su efecto a la posteridad, culminando en la destrucción del reino al fin.  Estos sumarios que se encuentran en la introducción de cada cambio de reino, y las historias que comprimen, son escritos para nuestra edificación, y es el propósito verdadero de las crónicas desde antigüedad.

El Criterio de Dios

El sentido principal de las historias reales es la calificación de los reyes desde el punto de vista divino.  Las crónicas reales en el AT listan alrededor de 43 reyes sobre Israel y Judá, dándonos ciertos detalles mayores, y un conciso resumen de su testimonio.  Pero de los 43 solamente 10 evitan la reprobación divina, un testimonio de haber hecho lo "recto" en ojos de Jehová.  Nueve reyes de Judá reciben marcas buenas o divididas, pero solamente uno de Israel evita reprobar, Jehú, y su hijo volvió al pecado inmediatamente.  Además recordamos que de los pocos reyes no reprobados algunos fallaron en cosas importantes, pues Asa persiguió a Hanani (2 Cr. 16.10), Amasías quemó perfumes a los dioses de los Idumeos (2 Cr. 25.14), Jehú no quitó las abominaciones de Dan y Bethel (2 Re. 10.31), y aun Azarías y Jotham no quitaron los altos (2 Re. 15.4, 35), todos ellos participando también en la tragedia.  Pues en total, solamente 5 reyes reciben una aprobación definitiva de Dios (David, Josaphat, Joas, Ezechías y Josías).  Esta es una estadística trágica.

Pero lo que me maravilla aun mas que el número de reyes reprobados por Dios es la circunstancia de tres reyes que empezaron bien, y terminaron mal.  No es sorpresa que un rey criado en idolatría fuera idólatra y siguiera en su tradición.  No es demasiado extraordinario que un rey escogiera la idolatría o su propia sabiduría humana sobre la austeridad de la fe en un Dios invisible, y que todo su reino ignorara el poder de Dios.  Y la verdad es que no me sorprende sobremanera que algún rey empezara con tradición justa y buena, y se desviara mientras reina.  Pero tres de estos reyes, y los tres tempranos en la historia real, empezaron muy bien, personalmente llamados por Dios, personalmente benditos por Dios, y recipientes de promesas grandes de Dios, pero terminaron muy mal, reprobados, censurados, castigados, y odiados por la posteridad.  Nos tiene que ser útil considerar cómo les aconteció una desgracia así.

Saúl

El primer rey sobre todo Israel era Saúl.  No contamos a Abimelech, hijo de Gedeón por su sierva (Jue. 9.6) que aunque era rey sobre Israel (Jue. 9.22), es posible que su reino era mayormente sobre los hombres de Sichem (Jue. 9.2,6), aunque cuando Jotham huyó de Abimelech fue hasta Moab para escaparle (Beer, Núm. 21.16).  Pero en cuanto a la posteridad, el tiempo de reyes empezó con Saúl.  Solamente tenemos el primer libro de Samuel para aclarar su historia, pues las Crónicas empiezan mayormente con David.  El caso de Saúl es una tragedia.  Nos parece al pensarlo brevemente que Saúl fue escogido por Dios solamente para hacer algún contraste triste con David, o para probar a David quizás.  Pobre infeliz que no quería ser rey, sino forzado por Dios, y luego abandonado por errores comunes a todos nosotros.  No obstante, lo positivo de Saúl al principio, y los pasos progresivos de su destrucción, demuestran que eso no es el caso.  Fueron decisiones de Saúl que le destruyeron.  Y su historia nos es relevante e iluminante.

Fíjate que aunque terminó muy mal, Saúl empezó bien, muy, muy bien.  En primer lugar, Saúl era sobresaliente entre los hombres de por sí.  Su familia era famoso en Israel, su padre Cis era "hombre valeroso" (1 Sam. 9.1), su tío Abner era hombre fuerte, el general de su ejército 1 Sam. 14.50), muy respetado hasta los días de David (1 Sam. 26.15).  Tal Abner mató sin dificultad a Asael, hermano de Joab, uno de los treinta valientes de David.  Saúl aparte era sobresaliente entre los de su familia.  Era de buen parecer, era mas alto que todos (1 Sam. 9.2, 10.23), y no había otro como él en el pueblo (10.24).

En segundo lugar, Saúl tenía un corazón bueno, si podemos juzgar por su carácter temprano.  Se demostraba humilde cuando Samuel lo alabó (9.21), y se demostró discreto cuando regresó a casa después de su llamamiento (10.16).  Se demostró paciente con los "impíos" que le tuvieron en poco cuando fue coronado al principio (10.27).  Aun después de reinar y herir a los ammonitas en su primera batalla se mostró misericordioso con aquellos mismos que le habían menospreciado (11.13).

En tercer lugar, Saúl tenía la aprobación de Dios.  Dios le escogió de entre el pueblo (9.16), Dios le señaló directamente a Samuel (9.17), y aun cuando se escondía entre el "bagaje" Dios insistió en él, descubriéndolo al pueblo (10.22).

En cuarto lugar, Saúl tenía la bendición de Dios.  Dios mismo le ungió por mano de Samuel (10.1), y le dio la promesa de estar con él en "lo que le viniere a la mano" (10.7), sellando la promesa con señales.  Además, Dios le "mudó su corazón" (10.9), y el espíritu de Dios le "arrebató" (10.10).  Dios no solamente tocó a Saúl, le rodeó con hombres que él había "tocado" (10.26).  Además, Samuel después contó a Saúl que si hubiera guardado su mandamiento Dios le hubiera establecido su reino sobre Israel para siempre (13.13).  La bendición de Dios sobre Saúl era extraordinaria. ¿Cómo la pudo Saúl desperdiciar?

Hubo tres pasos salientes en la auto-destrucción de Saúl.  La primera indicación de un desastre por venir encontramos en un momento "estrecho," cuando Saúl se encuentra encarando a un ejército de Filisteos "como la arena que está a la orilla de la mar en multitud" (13.5).  El pueblo de Israel también se puso miedoso, escondiéndose en cuevas alrededor, y algunos se huyeron tras el Jordán (13.7).  Ni aun Samuel llegaba el día señalado, el pueblo le desertaba, y Saúl se encontró casi solo, dependiendo solamente de Dios (13.8).  No sé si por impaciencia, miedo, presunción o por ser demasiado atrevido, pero Saúl decidió hacer el holocausto él mismo (13.9).  Obviamente las circunstancias eran nada mas una prueba de Dios, porque el momento que terminó de sacrificar, Samuel llegó (13.10).  La consecuencia inmediata de su desobediencia era que su reino no iba a durar "para siempre" como Dios había propuesto.  Era un castigo duro, pero no sobre-medido.  Dios no le rechazó a Saúl personalmente (13.14), solamente le quitó una promesa.  Saúl todavía era el rey que Dios quería sobre Israel (15.1).  Sin embargo, la prueba no se había terminado.

Un poco tiempo después, Dios le dio instrucciones claras de destruir a Amalec, de no apiadarse ni de mujeres, niños ni mamantes, ni vacas y ovejas (15.3).  Pero por alguna razón inexplicable Saúl tomó vivo a Agag (15.8).  Si por ser inatento al mandamiento es aun inexcusable porque estaba a prueba y lo sabía.  La desobediencia de Saúl "pesó" a Dios y eso "apesadumbró" a Samuel (15.12), fíjate cuánto todavía se esperaba de Saúl.  Samuel imploró a Dios toda la noche por Saúl, pero sin efecto.  Esa noche Dios, que conoce corazones, le rechazó (15.16, 26).  Después de esta segunda prueba fallada Dios le destituyó como rey sobre su herencia Israel (15.12, 26).  Sin embargo, no por eso él y sus hijos nobles fueran condenados a una muerte ignominioso.

El tercer paso prominente en la prueba de Saúl era su actitud después de su rechazo.  Trágicamente Saúl no aceptó el juicio de Dios en su contra.  En ese momento pudo haberse humillado y pedido perdón sinceramente.  Saúl pidió perdón mientras se defendía o culpaba al pueblo, pero buscaba mantener su honra ante ellos (15.30).  Debía haber aceptado su pérdida del reino, renunciado, y sometido a cualquier instrucción de Samuel.  Pero desde ese momento Saúl se volvió un peligro mortal a Samuel (16.2) y luego a David.  Terminó consultando a un "pythón" (una medium, 1 Sam. 28.8), lo cual directamente resultó en su muerte y la de sus hijos mayores el siguiente día (1 Cr. 10.13).

Es importante reconocer los pasos definitivos que tomó Saúl en contra de Dios, y los castigos proporcionados por Dios en consecuencia.  La idea que Dios le levantó no mas para condenarlo después no se encuentra en la historia de Saúl.  Cada desobediencia recibió un castigo medido, pero Saúl no aprendía.  Es con asombro que pienso que, a pesar del plan eterno de Dios, en su toda-sabiduría Saúl tenía la oportunidad de ser padre de Jesucristo (el único reino que puede ser "para siempre").  Pero la perdió por miedo, impaciencia y atrevimiento en un día malo, su primera prueba.  Sin embargo, pudo haber seguido siendo rey, y bendecido por Dios, y aun sus hijos después de él, pero menospreció la palabra de Dios en un día bueno, la victoria sobre Amalec, y así perdió su reino.  No obstante, pudo haber seguido fiel a Dios y sus hijos hubieran sido grandes en el reino de David, (pues Jonathán era su mejor amigo), pero resistió a los hombres de Dios como obsesión, y por eso terminó en desgracia, su último recuerdo siendo ver a sus hijos muertos ante sus ojos por mano de incircuncisos. ¿Qué puedes aprender de esto?

Salomón

El siguiente rey que empezó con extraordinaria bendición y aprobación de Dios solo para terminar reprobado era Salomón.  Salomón cayó, y aunque quizás no cayó tan temprano ni tan lejos como otros reyes, cayó de mas alto.  Ningún rey empezó mas auspicioso que Salomón.  Ningún rey llegó a la alturas que Salomón alcanzó.  Ningún rey se deprimía con mas bendición que Salomón.  Ningún predicador en la historia del mundo despreció su propia predicación mas que el rey predicador en Jerusalem.  Ningún rey era mas decepcionante que Salomón.

Como es tan conocida la grandeza de Salomón no es necesario anotar los detalles.  Basta recordar que Salomón empezó humilde, tierno, sincero y noble.  Dios le apareció dos veces (1 Re. 11.9).  Hijo sabio de por sí (1 Re. 2.9) luego pidió sabiduría de Dios, y le fue concedida sobremanera.  Dios le encomendó hacerle una casa, privilegio negado a David su padre, y aunque no le importaba a Dios su oro, ni plata ni bronce, Dios llenó la casa con su presencia a la vista de Salomón y todo el pueblo.  Su fama de él recorrió el mundo entero, y llegaron reyes desde los "fines de la tierra" para oír su sabiduría.  No había otro rey en el mundo que se comparaba en riqueza ni en sabiduría (2 Cr. 9.22).  Por 20 años mientras construía en Jerusalem, y probablemente todavía mucho después, Salomón estaba bien con Dios.

Pero Dios se enojó con Salomón en su vejez.  El libro de las Crónicas no menciona el pecado de Salomón, tenemos solamente el libro de Reyes para aclararlo.  Por eso pensaríamos que los autores de Crónicas no sabían de ello, o que no lo vieron muy serio.  Pero el testimonio de Reyes es indudable.  Salomón pecó gravemente en su vejez.  El primer indicio, y temprano, del triste destino de Salomón es una nota en las Crónicas sobre su esposa, la hija de Faraón.  Ninguna mención negativa se hace sobre esta mujer, ni habla de sus dioses, por lo cual comentaristas suponen que se había convertido a Jehová, algo que, por lo que sé yo, es posible.  Sin embargo, hay evidencia que no es así, pues el testimonio de Crónicas es que Salomón tenía una conciencia incómoda por ella.

11  Y pasó Salomón á la hija de Faraón, de la ciudad de David á la casa que él le había edificado; porque dijo: Mi mujer no morará en la casa de David rey de Israel, porque aquellas habitaciones donde ha entrado el arca de Jehová, son sagradas.
        2 Crónicas 8

Salomón reconocía que su mujer extranjera no debía habitar en lugares sagradas, donde había entrado el arca del testimonio, así que le hizo una casa propia en Millo (1 Re. 9.24).  El importe de este testimonio es que Salomón sentía que su mujer era todavía extraña y por eso desaprobada de Dios.  Por lo cual sospechamos que Salomón desobedeció a Dios desde temprano, casándose con una inconversa, sabiendo desde siempre que era en contra de su voluntad.  Qué triste es la vida doble, manteniendo por años una conciencia agraviada, un pequeño amor prohibido cultivado en la sombra.  De un lado adoraba a Jehová sinceramente, pero guardaba una afrenta latente, y no hallaba cómo apartarse de ella.  Con razón se deprimía a menudo, pues estaba viviendo muchos años de doblado ánimo y con una conciencia picada.

Inevitable es en tal caso que la conciencia se cauterice.  En su vejez se dice de Salomón que "amaba muchas mujeres" (1 Re. 11.1).  Y las amaba extranjeras.  Y no solamente extranjeras, sino precisamente de los pueblos que Dios había dicho que no entren a ellas, o sea, Moabitas, Ammonitas, Edomitas y Hetheas. ¿No era este el mismo Salomón que nos afirmó "mas amarga que la muerte" es la mujer cuyo corazón es lazos y redes (Ecl. 7.26)?  ¿El mismo que buscó una sola sensata entre mil y no la halló (Ecl. 7.25 y 28)?

Pues, este mismo Salomón eventualmente permitió a sus esposas paganas adorar a sus dioses falsos, algo que no toleraba en su juventud.  Tolerancia en este caso era pecado, pero no se acabó allí, pues su corazón se inclinó hacia tales dioses, increíblemente (11.4).  Yo puedo entender como un ignorante pagano puede amar y temer a una estatua, pero Salomón había visto a Dios, le había oído personalmente.  Fíjate en la consecuencia de una conciencia cauterizada.  Pero ni se termina allí.  No se tardó el día en que se encontraba sacrificando junto con sus esposas a Astaroth y Milcom (11.5). ¿Qué alucinación pudo haberle corrompido de tal manera?  Pero la historia no termina allí tampoco.  Salomón terminó edificando un alto a Chemos en el monte frente a Jerusalem (11.7), el mismo que no toleraba una egipcia amada en la ciudad de David.  Quizás añoró "pluralismo."  Quizá se cansó de dogmatismo.  Pero Chemos era abominación suave.  ¿Qué demonio puso en su corazón hacerle un alto a Moloch (11.7), el sangriento dios de los Ammonitas que devoraba los mismos infantes después de pasarlos por el fuego?  Fíjate, hermano, en el naufragio inevitable en "echar de sí una buena conciencia."

Dios se enojó personalmente con Salomón, porque su rebelión se contrasta a un especial cariño que le había tenido, pues Dios menciona como lastimado que le había aparecido dos veces (11.9).  Además Dios le castigó severamente.  Le quitó la paz de su reino, levantando en su senectud adversarios fuertes.  Y decretó que le había quitado diez tribus de su reino, y las había concedido a su siervo (Jeroboam).  Salomón no se arrepintió por eso tampoco.  Se puso a perseguir a su siervo Jeroboam, el cual tuvo que huir de Israel, escapando a Egipto, por ninguna falta mas que la profecía solemne de Ahías (1 Re. 11.29).  Muchos reyes cayeron en idolatría, pero ninguno cayó de las alturas de Salomón, y parece que su causa principal era un pequeño pecado latente que guardaba en una casa aparte en la villa de Millo, para que no interfiere con su "ministerio."

Jeroboam

Cuando Salomón era rey joven buscaba todos los hombres valientes y esforzados del reino para encargarles de responsabilidades.  Jeroboam fue personalmente escogido por Salomón para dirigir la casa de José, que por lo menos eran dos tribus, Ephraim y Manasés, pero por los sucesos después sospecho que habla de todas las tribus norteñas (1 Re. 12.3).  De este hombre capaz no se menciona ninguna traición hasta el día que el profeta Ahías Silonita se le topó en el camino y rompióle su capa nueva en doce pedazos.  El profeta declaró que Dios daría diez tribus a Jeroboam por el pecado de Salomón.  Y fue por eso que Salomón buscaba matarle, y tuvo que huir a Egipto, exactamente lo que pasó a Jesús a manos de Herodes.

Que Jeroboam empezó bien con Dios se ve en la profecía de Ahías.  Semejantemente como hizo a Saúl Dios prometió estar con él y que reinaría "en todas las cosas que deseara" su alma (1 Re. 11.37).  Dios prometió edificarle "casa firme" como había hecho con David, con tal que le obedeciera como David lo hizo.

Además encontramos que Jeroboam no buscó el mal de Salomón, pues Salomón inició la enemistad (1 Re. 11.40).  Jeroboam no hizo guerra, ni guerrilla como David había hecho contra Saúl.  Se huyó para salvarse la vida.  Y cuando oyó que Salomón había muerto ni entonces inició una conspiración, sino dice el texto que todo el pueblo se acudió a él para pedirle ayuda (1 Re. 12.3).  Ni entonces se armó para una insurrección contra Roboam, sino llegaron sabiamente y humildemente con el rey para pedirle consideración.  Se me hace una humildad extraordinaria siendo que este mismo Jeroboam había oído del profeta que Dios ya le había dado diez tribus.  Pero todavía no encontramos a Jeroboam como principal de la insurrección, pues no le llamaron a hacerle rey hasta después que el pueblo mató a Adoram el tesorero de Roboam (1 Re. 12.20).  Sin duda Jeroboam empezó bién.

Sin embargo ningún rey tiene un nombre mas odiado en la Biblia que el nombre de Jeroboam, hijo de Nabat.  Jeroboam lógicamente temía la peregrinación anual que hacía su pueblo a Jerusalem, y "habido consejo" decidió inventar una nueva tradición (1 Re. 12.28).  Hizo dos becerros de oro y los puso en Beth-el y Dan, y luego proclamó al pueblo que ahí estaban sus dioses.  Esta cosa causó al pueblo pecar en idolatría, algo que no se quitó de Samaria ni cuando muchos fueron llevados a Asiria y reemplazados con extranjeros, formando el menospreciado pueblo mestizo de los Samaritanos en el NT (2 Re. 17.24).  Dios mandó un profeta de Judá para avisar a Jeroboam de su pecado, pero intentó prenderle, y aunque no lo logró, eso demostró su actitud cambiada hacia Dios.  El carácter de su pecado me sorprende, abierta idolatría e invento de una falsa religión tan solo por el temor de perder lo que Dios le había concedido.  Jeroboam también había recibido grandes promesas y bendiciones de Dios, como Saúl y Salomón antes de él, y también las desperdició.  Esta es la triste historia de los tres reyes náufragos.

Errores en común

No sé si lo notaste, pero estos tres reyes tienen algunas cosas en común, que forman la parte principal de su caída de gracia.  Me sorprende al considerar que ninguno de los tres cayeron por pecados comunes, carnales, mundanismos, excesos, pasiones bestiales, cuales defectos son mas temidos, despreciados, y que mas se resisten entre nosotros.  Muchos reyes pecaron por su carne débil, incluyendo David (adulterio), Roboam (soberbia), y Achab (avaricia), y fueron castigados severamente por lo mismo, pero no cuentan como náufragos, porque o se arrepintieron o nunca fueron reyes benditos.  Los reyes náufragos parecen personalmente disciplinados, templados, carnalmente sabios, cautelosos y diligentes toda sus vidas.  Salomón se multiplicó mujeres, lo cual podemos suponer era una debilidad personal, una indisciplina, o una falta de templanza, pero el testimonio de la escritura es que él las amaba, y se casó con ellas.  No se me hace carnalidad o perversión.  Reyes contrataban matrimonio para establecer vínculos con otros reinos, y Salomón tenía una pasión legítima por la grandeza de su reino.  Estos hombres no adulteraban, no robaban, no excedieron en el vino ni otros vicios, no eran deshonestos, perezosos ni indisciplinados.  Su naufragio era por errores de juicio en las cosas de Dios, errores espirituales.  No reconocían peligros espirituales, no temían ofender al Espíritu Santo, tenían una ceguera persistente en su lucha espiritual.  Lo espantoso es que sus errores reflejan errores actuales de pastores, misioneros y otros ministros espirituales en nuestras iglesias.

Comunión negligida

Lo mas observable en estas tristes historias es que en el momento cuando mas le necesitaban, no buscaron a Dios.  No empezaron así, los tres empezaron con una vista hacia Dios, pero en el transcurso de sus ministerios Dios empezó a ocupar menos importancia.  Samuel dijo a Saúl que cuando era "pequeño en sus ojos" Dios le ungió, dando entender que ya no era "pequeño en sus ojos" (1 Sa. 15.17).  Su corazón había cambiado.  Aunque no lo veo con soberbia extraordinaria, algo le había pasado en su actitud a través de los años.  De Salomón, el cronista dice que Dios se enojó con él porque "estaba su corazón desviado de Jehová" (1 Re. 11.9).  Este es el mismo que nos amonestó "sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida" (Pro. 4.23). ¿Cómo no se escuchó a su propia sabiduría?  Poco se dice de Jeroboam pero lo encontramos sacrificando a un becerro que él había inventado, ni modo de suponer que de allí iba a convivir con los hombres espirituales que quedaban en su reino.

Aparte de la conciencia suprimida de Salomón, una explicación común a los tres es una gradual fijación en sí mismos y en sus propios reinos, parece que empezaron a pensar en sus propios ministerios como lo importante, y no la presencia, aprobación y bendición de Dios.  Estos reyes perdieron su contacto personal con Dios mientras su supuesto servicio para Dios aumentaba.  Salomón difícilmente resistiría contemplar su propia grandeza, Jeroboam abiertamente puso la importancia sobre su reino, y no tenemos evidencia que Saúl ni siquiera pensaba en otra cosa que sí mismo después que se estableció.

La razón que esto me espanta es porque lo he sentido yo también, y lo he visto en otros compañeros en la obra.  Jesucristo lamenta sobre los Efesios que habían perdido su primer amor, y los exhorta hacer las "primeras obras" (Apo. 2).  Lo espantoso no es que perdamos galardones, lo cual seguramente lo hemos hecho, me atemoriza la posibilidad de perder el ministerio mismo por el error espiritual tan común entre nosotros de negligir nuestra comunión con Dios, por tanto enfoque sobre su obra, o mas bien, nuestra propia obra.  Las cosas que hacemos para Dios no pueden serle agradables si al hacerlas negligimos su persona.

Corrección resistida

Otro error inmediatamente reconocible es que los tres reyes náufragos resistieron la corrección.  Me es claro que estos reyes náufragos tenían un sentido de auto-justificación descomedido.  Saúl por lo menos se veía exagerado en justificarse a sí mismo.  Tenía una respuesta para toda denuncia, y cada respuesta era un cálculo para justificarse.  Samuel tenía que cansarse por derrumbar sus argumentos, sus explicaciones tortuosas, sus inventadas motivaciones supuestamente espirituales por haber desobedecido a Dios.

Salomón tenía otro problema, aunque la misma consecuencia.  Había visto a Dios, había recibido sabiduría sobrenatural, había logrado una grandeza inimaginable, ¿quién se atrevería suponer que estaba mal?  No tenía porque escuchar a sus adversarios. Cualquier duda sobre sus decisiones se desvanecía en medio de las alabanzas de su sabiduría.  Seguramente Salomón podía enfocarse sobre su pasado, su grandeza, su sabiduría, para menospreciar sus adversarios, pero por desestimados que fueran, no debiera haber resistido.  Su padre David no resistió a Nathán, y lo que significa mas, ni siquiera resistió a Semei de la casa de Saúl que le maldecía en su momento mas bajo (2 Sam. 16.11).

Pero Salomón no tenía ni siquiera que escuchar.  Se había aislado de censura.  Se podía esconderse atrás de su sabiduría inspirada "ni aun en tu pensamiento digas mal del rey" (Ecl. 10.20).  Pues, ¿porqué no, Salomón?  ¿Se te hace sabio incomunicarse de la desaprobación?  ¿Te multiplicas espías para poder castigar a todo inconforme, y nos quieres convencer que son las aves del cielo que te mantienen informado? ¿Porqué debieran los reyes ser inmunes al reproche?  Si no te hubieras metido en tu concha, si no te hubieran temido hablar francamente delante de ti, no te habrías arruinado tu buena fama, la que antaño preferías sobre el buen ungüento (Ecl. 7.1).

Jeroboam igualmente se había aislado de la crítica en su reino, forzando a Dios traer un profeta anónimo de Judá para regañarle mientras ofrecía sacrificios a su becerro en Beth-el (1 Re. 13.1).  Es lógico, pero también desastroso, e inexcusable.  Pues muchos reyes idólatras desde Achab (1 Re. 21.29) hasta el rey de Nínive (Jon. 3.6) no se aislaron de la crítica, y se humillaron cuando oyeron sus adversarios espirituales, ¿cuánto más se debe esperar de aquellos que habían visto a Dios?

Sin embargo esta es una actitud común entre ministros de Dios en nuestras iglesias.  Es lógico que nos defendamos naturalmente, pero aún el mas simple entre nosotros debe darse cuenta cuando se encuentra resistiendo a cada palabra en su contra.  Es un desastre por venir.  Debemos procurar la disposición de David, de no resistir la corrección.

12  Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres;
        Salmo 94

Además no debemos hacer el error estratégico de aislarnos de la crítica.  Demasiados pastores castigan a los que expresan sus dudas y sus inconformidades, y hasta los acusan de pecado, de chisme, de rebelión, cuando lo único que han hecho es no estar de acuerdo.  El pastor debe poder distinguir entre consejo y conspiración, entre corrección y chisme.  La clave es reconocer quién te critica.  Si te critican los inconstantes, los infieles, los que acaban de ser regañados por pecado o falta de fe, no es de temerse.  Siempre hay algunos que no te juzgarán justamente.  Pero si te critican los espirituales, los predicadores, ganadores de almas, fieles congregantes, su crítica es imperativa a tu bienestar.  Los anteriores por cierto necesitan ser amonestados, pero no tanto para poner en peligro la libertad de expresión de estotros.  Debemos guardar celosamente abierta la avenida necesaria de consejo, corrección y perfeccionamiento personal.  Si todos temen aconsejarte por herirte los sentimientos, o por enojarte, ya la regaste.  Tienes que inspirar confianza, no por siempre tener razón, sino por siempre ser razonable, humilde y caballeroso.

Y por si no te acuerdas, hermano, la crítica casi siempre tiene un grano, o mucho mas, de verdad.  Y muchas veces Dios usará un adversario personal para regañarte.  Si un pastor no puede aguantar la disidencia legítima en su congregación, debe considerar renunciar antes de arrinconarse o correr a los disidentes.  Demasiados pastores se han naufragado en la fe por resistir buen consejo de hermanos espirituales.  Pero aun mas triste es cuando destruyen la congregación a la vez como Jeroboam a la de Israel.

Conciencia callada

Salomón no era el único que suprimía su conciencia pues todos la violaron a menudo, especialmente cuando se defendían.  El tercer error común de estos tres reyes se demostró en su sentido exagerado de auto-preservación.  Salomón no se erró hasta su vejez, pero cuando Dios se enojó con él y envió Ahías a Jeroboam, Salomón no se humilló, sino intentó matar a Jeroboam, exactamente como Saúl intentó matar a David, y Jeroboam quiso hacerle mal al varón de Dios (1 Re. 13.4).  Al contrario, a David fue entregada la vida de Saúl en dos ocasiones y rehusó aprovechar.  La obsesión de Saúl por matar a David es recordadora de la de Herodes por matar a Jesús.  ¿Sería un reino temporal verdaderamente digno de convertirte en homicida, y eso de pequeños inocentes?  ¿Es la vergüenza de admitir error, renunciar un puesto o perder el respeto verdaderamente tan pesada que prefieres consultar a un demonio?  ¿Donde está la conciencia?  No culpo a estos hombres por querer preservarse, pero es exagerado cuando lo hacen sin escrúpulos, sin límites impuestos por su propia conciencia.

Lo relevante a nosotros es la tendencia que también tenemos de callar nuestra conciencia cuando queremos preservarnos.  Nos convertimos en mentirosos, engañosos e hipócritas, solo por no avergonzarnos, solo por no humillarnos.  Este error no me es extraño, me encuentro de vez en cuando queriendo preservar mi reputación (por lo menos la reputación que me imagino tener) rebajándome a mentiras estúpidas y engaños infantiles.  He visto pastores y misioneros por preservarse, no solamente por preservar su ministerio (el no renunciar), sino por preservar su reputación, su preeminencia, sus ofrendas y otros huecos trofeos, encorvarse a mentir, chismear, calumniar o sabotear un adversario, ofuscar las cuentas de las ofrendas, hasta llegar a golpes, solo por proteger algo que existe tan solo en su imaginación, un ministerio que solamente puede tener existencia mientras hay la aprobación de Dios.  He ahí la diferencia entre las bendiciones y la bendición de Dios.  Si nos encontramos mintiendo para preservar las bendiciones de Dios, pues ya perdimos su bendición.  Si nos corregimos, perdemos el orgullo, pero preservamos nuestro verdadero mérito espiritual.  Si no nos podemos defender sin llegar a tales agravios no tiene sentido defendernos.  La ruina de estos reyes culmina en sus esfuerzos exagerados de preservar las bendiciones de Dios, aunque les era imposible ignorar que ya habían perdido lo que verdaderamente valía, su bendición.

Confianza perdida

Sobre todo, el ingrediente común en estos errores es la falta de fe.  Saúl se atemorizó en su hora de prueba igual que Jeroboam.  Llegaron a dudar de la promesa que Dios les había dado, y su falta de fe en la oscuridad de la prueba les robó su confianza en Dios, y no la volvieron a recuperar.  Salomón al otro extremo no pasó ninguna prueba semejante, pero la inteligencia y la riqueza pueden ser muy engañadoras.  Por listo que sea, razonamiento no puede sustituir la fe.  Y riquezas eliminan la dependencia inmediata de Dios.  Perdieron la fe en Dios, lo cual gradualmente y silenciosamente les enajenó de él, que luego les motivó a resistir a los que estaban todavía en comunión, y terminaron "echando de sí" su misma conciencia.  Esa es la definición de náufrago en la fe, perder la fe y la buena conciencia (1 Tim. 1.19).  Estos no son errores extraños, son errores espirituales demasiado comunes entre nosotros.  Y por lo visto un buen comienzo no nos garantiza una buena conclusión.  Debemos personalmente considerar el naufragio de estos tres reyes, tan extraordinarios en su comienzo, tan infames en su fin, para evitar sus errores.

27  Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado á otros, yo mismo venga á ser reprobado.
        1 Corintios 9