La Epístola

Apartado 432

Administración 1

Morelia, Mich. CP 58001

#101 Enero, 2003

Impreso en México

Noticias

San Antonio: El hermano Dale West murió el 8 de enero. Se entierra en San Antonio el 11 de enero. La rapidez con que se fue nos era sorpresa, pero sabemos que Dios le tuvo misericordia, sobre él y sobre su familia. Oremos por Nelda, su esposa durante 54 años, en este tiempo de incomparable pérdida y soledad.

Aguascalientes: Hermano Chuy Colmenero anunció en diciembre que no irá próximamente como misionero. También por lo mismo y otras razones renunció su oficio de anciano de la iglesia. Chuy sigue asistiendo a la iglesia y dando estudios en las casas, pero es difícil no estar desanimado después de todo. Oremos por él y su familia.

Morelia: La primera conferencia de Evangelismo Extranjero fue de bendición. Los mensajes eran poderosos y benditos. Asistían alrededor de 50 adultos cada reunión. Al fin, 7 u 8 hermanos se pusieron de pie para profesar su llamamiento para predicar.

León: Reunión de predicadores, domingo 16 de febrero, comida a las 4 Pm, oración empieza a las 5:30.

San Luís Potosí, Selene: Habrá conferencia desde el viernes 7 hasta el domingo 9 de marzo. Predicarán Lyndell Kincaid y Guillermo Kincaid.

León, Hidalgo: Conferencia de Exhortación, desde jueves 20 hasta domingo 23 de marzo, 2003. Predicarán Flavio Santoyo, Memo Kincaid, y Miguel N. Jackson.

Guadalajara: El teléfono de Juan Tovar es (33) 3605-8662. Pidió por favor que alguien, cualquiera, le llame. (No se crea.)

 

Quieren Hacerse Grande

42 Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad.

43 Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;

44 Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos.

45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.

Marcos 10

Una de las corrupciones que entró en la iglesia popular (Romana y Bizantina) desde antes de Constantino era la jerarquía, o lo que suponemos significa "nicolaitismo" (dominio sobre el pueblo, Apo. 2.6). Los grandes políticos en aquel tiempo establecieron su "potestad" sobre "la iglesia" con rangos, inicialmente Obispos, Sacerdotes, y Diáconos. No les impidió el hecho que los apóstoles nunca reconocieron tales rangos, y que "sacerdotes" ni siquiera una vez se mencionan en la iglesia de la Biblia. La nueva doctrina era sumamente conveniente para los políticos religiosos de aquella apostasía. Mas tarde, otros rangos entre "obispos" evolucionaron, y dominio de una ciudad sobre otra se estableció como orden divino. Competencia entre Roma y Bizantium (Constantinopla) terminó con la división del imperio Romano entre Oriente y Occidente (Latín y Griego), pero en ambos lados la inventada jerarquía permaneció. El obispo de Roma llegó a reinar como supremo sobre todos los demás obispos occidentales y el patriarca de Constantinopla reinó sobre los obispos orientales. Agregaron arzobispos y cardenales para completar la transformación política del "cuerpo de Cristo" y todos los predicadores que señalaron la apostasía fueron perseguidos y silenciados.

La Biblia no asigna jerarquía en la iglesia. Las listas de "dones" incluyen apóstoles, evangelistas, profetas, doctores y pastores, pero ninguno es puesto sobre otro en rango. Sin duda los apóstoles tenían mas autoridad que otros, pero su autoridad se derivaba de su testimonio de haber presenciado la resurrección de Jesucristo. Los mismos apóstoles no se enseñoreaban sobre el ministerio de otros, como es evidenciado en sus epístolas.

5 ¿Qué pues es Pablo? ¿y qué es Apolos? Ministros por los cuales habéis creído; y eso según que á cada uno ha concedido el Señor.

1 Corintios 3

24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe, mas somos ayudadores de vuestro gozo: porque por la fe estáis firmes.

2 Corintios 1

3 Y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey.

1 Pedro 5

Aun los apóstoles, que tenían a veces poder de levantar los muertos, se consideraban tan solo "ancianos" u "obispos" entre otros.

1 RUEGO á los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de las aflicciones de Cristo, que soy también participante de la gloria que ha de ser revelada:

1 Pedro 5

En su carta Pedro utiliza la palabra "sumpresbuteros" que significa "co-anciano," traducido "anciano también", un anciano igual a otros. El apostolado era un obispado, un llamamiento, un encargo, exactamente como los otros dones.

20 Porque está escrito en el libro de los salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su obispado.

Hechos 1

De hecho, la idea de jerarquía no solamente es ausente en los escritos apostólicos, va en contra de sus dichos directos.

10 Cada uno según el don que ha recibido, adminístrelo á los otros, como buenos dispensadores de las diferentes gracias de Dios.

1 Pedro 4

Ninguno necesitaba la aprobación apostólica, ni la encomendación (imposición de manos) de obispos para administrar su don. El don mismo era el encargo importante, y todos tenían que ejercerlo.

Además, ningún apóstol suponía control sobre el ministerio de otro obispo.

12 Acerca del hermano Apolos, mucho le he rogado que fuese á vosotros con los hermanos; mas en ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tuviere oportunidad.

1 Corintios 16

Aunque la clara autoridad de Pablo sobre sus colaboradores puede ser utilizado para argüir el contrario, aun los que le debían su misma salvación, Pablo les respetaba como independientes:

8 Por lo cual, aunque tengo mucha resolución en Cristo para mandarte lo que conviene,

9 Ruégote más bien por amor, siendo tal cual soy, Pablo viejo, y aun ahora prisionero de Jesucristo:

14 Mas nada quise hacer sin tu consejo, porque tu beneficio no fuese como de necesidad, sino voluntario.

17 Así que, si me tienes por compañero, recíbele como á mi.

Filemón

La jerarquía impuesta sobre las denominaciones grandes no es bíblica, y va en contra de la actitud y los mismos dichos de los apóstoles.

Sin embargo, la democracia de las denominaciones anti-clérigos es tampoco bíblica. Grupos Bautistas, Congregacionalistas (descendientes de puritanos anglicanos), y Pentecostales (mayormente separados de los metodistas), insisten en una constitución democrática, la cual antiguamente basaban sobre una sola palabra bíblica, "cheirotoneo."

23 Y habiéndoles constituído ancianos en cada una de las iglesias, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en el cual habían creído.

Hechos 14

Esta palabra significa "extender la mano" (cheir = mano, teino = extender). Para los puritanos y antiguos Bautistas este versículo demostraba que los ancianos fueron "elegidos" democráticamente en las iglesias, pues la única otra vez que tal palabra se usa en la Biblia parece elección de un diácono.

19 Y no sólo esto, mas también fué ordenado por las iglesias el compañero de nuestra peregrinación para llevar esta gracia, que es administrada de nosotros para gloria del mismo Señor, y para demostrar vuestro pronto ánimo:

2 Corintios 8

Sin embargo, la palabra "cheirotoneo" no automáticamente significa votar, y el contexto de Hechos 14.23 demuestra que fueron los apóstoles que "pusieron" los ancianos, no los miembros de las iglesias. Tito 1.5 también aclara el asunto (vease epístola 77).

El problema con ambos errores, el de jerarquía y el de democracia, es que no producen obispos con la actitud exigida por Jesucristo. La jerarquía produce obispos inmunes a la congregación, y termina con "sacerdotes" seduciendo o aun violando a jóvenes y señoritas, sin peligrar sus oficios, porque la jerarquía se protege a sí misma. Y produce el señorío que tanto Jesucristo y Pedro fuertemente denuncian. La exhibición del Papa todos los días en el Vaticano, regalmente vestimentado y sentado en trono, dotado de siervos alrededor, y recibiendo adulación extrema como rey sobre la tierra, no solamente desmiente la simplicidad de Cristo, viola el mandamiento de Cristo, "cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor."

Por el otro lado, la democracia tiende a pastores asalariados y políticos, empleados de su iglesia, que tienen que mantener su popularidad para mantener su trabajo. Aun los sinceros y buenos pastores que fueron elegidos por voto de la iglesia, tienen que siempre balancear su deber con las consecuencias de su patrocinio. Muchos sinceros y buenos pastores Bautistas y Pentecostales han tenido que perder su empleo por tan solo predicar la verdad a su propia congregación. Bíblicamente no encuentro ningún ejemplo de un pastor despedido por su congregación. No hay un procedimiento bíblico para destituir al obispo de su oficio. Lo único que pudiéramos utilizar como un caso paralelo es el del rey Saúl, que fue rechazado por Samuel (hablando por Dios), pero ni Samuel le quitó su reino, ni el que después fue ungido, aunque David tuvo dos oportunidades de hacerlo. David, sin embargo, no se atrevió levantar sus manos en contra del ungido de Dios.

Autoridad Bíblica

El dechado bíblico es mejor. La Biblia hace claro que la autoridad del ministro viene de su servicio.

2 Ministrando pues éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme á Bernabé y á Saulo para la obra para la cual los he llamado.

Hechos 13

15 Y os ruego, hermanos, (ya sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que se han dedicado al ministerio de los santos,)

16 Que vosotros os sujetéis á los tales, y á todos los que ayudan y trabajan.

1 Corintios 16

El dechado es que nos sujetemos a los que ministran a los santos. Nuestra sujeción no es forzada, no es porque el ministro tiene las llaves del edificio (o del reino de los cielos), es porque ministra, nos está sirviendo. Los apóstoles regresaron a las iglesias para "poner ancianos" en cada villa, pero "constituyeron" ancianos a los que estaban sirviendo a la iglesia. No mandaron pastores a las iglesias, ni fueron a los seminarios para conseguir pastores. Regresaron a las iglesias para finalizar su tarea, o sea, para reconocer quienes de la iglesia eran los pastores, quienes eran irreprensibles, quienes enseñaban, hospedaban, quienes gobernaban bien sus casas, y sobre aquellos impusieron sus manos.

Ninguno que es así constituido anciano (por reconocimiento de su ministerio) tiene porqué pensar que de ahí en adelante su "oficio" cambia. Si fue reconocido como pastor por su servicio, su oficio como pastor es nada mas que servicio. Sin embargo lo que pasó en la historia demasiadas veces está pasando igual en nuestras congregaciones. La iglesia empezó con el dechado de Jesucristo, que se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, y estrechamente mandando que siguiéramos su ejemplo, cual todos los apóstoles cumplieron. Pero al pasar los años encontramos los "sucesores" de los apóstoles cargados sobre los hombros de peones, bajándose solamente para permitir a otros humildes besarles las manos. Nos da asco, pero ¿no sucede algo semejante en nuestras iglesias? Nosotros empezamos humildes -- sirviendo, trabajando, enseñando, visitando, y todo sin preocupación por nuestra posición. Pero al pasar los años nos encontramos soberbios -- regañando, imponiendo, exigiendo, y defendiendo nuestros derechos, y nada sin preocupación por mejorar nuestra posición. El resultado de esta gradual transformación es lo que últimamente hemos visto en las iglesias -- pleitos, malas sospechas, chismes, bandos, engaños, hipocresías, calumnias y divisiones. Pocos colaboradores trabajan juntos sin discordias, y demasiados colaboradores se han dividido por lo mismo.

Niñerías

No conozco ningún pastor a quien esto no haya afectado. Es una tendencia natural humana. Los mismos apóstoles se encontraron en el principio peleando sobre quien iba a ser mayor en el reino. Me es difícil imaginar lo inmaduro que tenía que ser ese argumento. ¿Cómo hubiera empezado? ¿Andrés hubiera intimado que era especial porque él creyó primero, o quizás Jacobo reclamando algún respeto por ser el mayor de edad? O quizás Juan pensó importante el hecho que era el favorito de Jesús, y aún Tomás tuvo oportunidad de recordarles que fue él que sugirió peligrarse con Jesús otra vez en Judea. ¡Pero Pedro seguiría confiado porque sabía usar una espada!

Sin embargo los apóstoles no terminaron sus carreras en pleitos unos con otros. Lograron unanimidad hasta el fin de sus vidas, desde Hechos 1 hasta 2 Pedro 3.16 y Judas 17. A mí me es interesante considerar lo que no produjo esta unanimidad.

No lograron la unanimidad por enseñanza. Jesucristo les enseñó el mismo día de su niñada la importancia de humildad y servicio (Marcos 9.35) pero casi no alcanzó respirar de sus palabras cuando Juan le comenta que prohibieron a otro porque no era uno de ellos. Jesucristo pacientemente otra vez les aclara que cualquiera que tan solo diere un vaso de agua en su nombre tiene derecho y tiene recompensa, y no necesita permiso de Juan para servir a Jesús. Pero ni aun entendieron. El siguiente capítulo (Marcos 10) encontramos a Jacobo y Juan pidiendo los lugares preeminentes en el reino, y los demás apóstoles enojándose con ellos por ello. Por lo cual Jesús nos dio nuestro texto cabecero, "cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor." Es obvio que las discusiones no terminan por enseñanza y regaño, ni por el Maestro divino.

Los argumentos no terminaron por autoridad. Es interesante que en casi todos estos argumentos los contendientes buscan opiniones de terceros, especialmente terceros con algún prestigio, y es aun más interesante que algunos terceros hacen el error de opinar. Jesús, que tenía la fama entre los apóstoles para poder callar el argumento en un instante (cual fama ningún otro tercero puede presumir) podía haber ofrecido su opinión y el argumento inmediato hubiera terminado, con algunos avergonzados y otros pavoneándose. Pero eso no hubiera cambiado el actitud de todos, el génesis de la contienda.

Y no es porque maduraron. Madurez ayuda eliminar estas puericias, pero madurez es resultado de muchos años. Y aquellos pleitos de chiquitos terminaron ese año entre los apóstoles.

El pleito tampoco terminó por llegar a un acuerdo. Nadie llegó a reconocer la preeminencia de Pedro. Por intentar Juan no pudo convencer a los demás que él era el favorito de Jesús. No buscaron mejores argumentos, ni hicieron bandos para lograr victoria políticamente. La solución no era victoria, era derrota.

Jesús Encontró la Solución

Lo que cambió esa niñería de los apóstoles eran dos actos singulares de Jesús. Poco después de su argumento infantil Jesús se ciñó de una toalla y con sencillez de corazón comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Tan emocionante era la escena que Pedro no lo podía soportar. No era apropiado, era incómodo, era indecoroso que alguien tan digno como Jesús, el futuro rey, hijo de David, hijo del Dios viviente, se humillara así. Es sumamente humillante a uno mismo presenciar la humillación de otro que respetamos. Y lo que mas me sorprende al considerarlo, Jesús se encorvó delante de Judas Iscariote, y le lavó los pies también.

Después de su humillación voluntaria ante los apóstoles, Jesús se entregó a mano de sus enemigos, para sufrir el castigo de Dios. Se sometió a la voluntad de Dios, aunque tal voluntad era el horrendo espectáculo de la cruz. Pero lo que parecía la última derrota resultó en la mas grande victoria desde la fundación del mundo.

A causa de estas acciones de Jesucristo, no encontramos a aquellos apóstoles en pleito otra vez. A cambio, encontramos a Pedro rehusando adoración, humillándose ante Pablo cuando era regañado públicamente, y al fin contento de ser tan sólo un anciano entre otros.

Ahora, nosotros también necesitamos unanimidad, necesitamos paz entre los colaboradores espirituales en la obra, necesitamos genuino respeto entre nosotros. Pero me queda claro que no vendrá por mas enseñanza y regaños, y no podemos esperar hasta lograr madurez. Y no será por lograr mas autoridad o control. La paz que viene por ejercer mas autoridad no es unanimidad, y es fuente de mas problemas que los que tenemos ahora. Tampoco creo que la solución a los pleitos es siempre ceder. Nadie puede ceder para siempre. Tarde o temprano el ceder resulta en dividirse. Tampoco el remedio es humildad. Humildad es una virtud profunda, tan profunda que tiene que ser vista como la meta. Y si es la meta, no puede ser el remedio.

Servicio

Para lograr unanimidad y paz entre los varones de Dios, se requiere dos determinaciones, una positiva y otra negativa. Lo positivo, en primer lugar, es la sincera y voluntaria humillación para servir a otros, como ejemplificó Jesucristo. Necesitamos entre nosotros algunos que están dispuestos a ofrecerse como siervos de otros, sirviendo muy debajo de sus dones y derechos. Estos actos de humillación no deben ser rituales, como en algunas iglesias que tienen reuniones de lavar los pies, y todos llegan con pies ya limpiecitos. No deben ser prescritos tampoco, como yo pudiera escribir aquí una lista de cosas que debes hacer. Deben ser actos de voluntad, una disposición de servir debajo de nuestras capacidades, sin queja ni preocupación, y para el beneficio de otros, y especialmente para el beneficio de nuestros colaboradores.

Ni siquiera en la Biblia hay demasiados ejemplos de esto. Pero los casos que encontramos son convincentes. ¿Quién hubiera pensado la forma en que José iba a llegar a reinar sobre Egipto, y en algún sentido, sobre todo el mundo de entonces? La Biblia nos dice cómo.

4 Así halló José gracia en sus ojos, y servíale; y él le hizo mayordomo de su casa, y entregó en su poder todo lo que tenía.

Génesis 39

Servicio a Potiphar le dio a José autoridad suprema sobre toda la casa.

6 Y dejó todo lo que tenía en mano de José; ni con él sabía de nada más que del pan que comía.

Génesis 39

La actitud servil de José también le dio la autoridad suprema en la cárcel. Su actitud se ve por el testimonio de los prisioneros.

12 Y estaba allí con nosotros un mozo Hebreo, sirviente del capitán de los de la guardia;

Génesis 41

José tenía todo el poder en la cárcel, pues el carcelero ni veía las cosas que hacía.

23 No veía el principal de la cárcel cosa alguna que en su mano estaba;

Génesis 39

Sin embargo, aun después de tener tal poder sobre todos los prisioneros encontramos a José sirviendo, no a su amo, el carcelero, sino a los prisioneros.

4 Y el capitán de los de la guardia dio cargo de ellos a José, y él les servía: y estuvieron días en la prisión.

Génesis 40

José logró reinar sobre Egipto por el testimonio de los que él servía (y claro, por su don de interpretar sueños divinos). Y su servicio no terminó ahí. Sirvió a Faraón hasta lograr comprar todos los terrenos de la tierra para él, y así estableció el sistema feudal egipcio, cobrando el "quinte" durante siglos, haciendo de Egipto una nación unida y solidaria, la nación antigua mas poderosa y eso por milenios.

Entre nosotros la actitud de servicio, especialmente servicio humillante es casi inexistente. Nadie siente el valor inherente de rendir el servicio verdadero a un compañero. Todos buscamos servir a nuestros propios intereses con el disfraz de servir al "Señor." Pero nuestro "servicio" al Señor resulta muy sospechoso cuando ni siquiera podemos servir a un colaborador. Podemos parafrasear a Juan, "el que no sirve a su hermano al cual ha visto, ¿cómo puede servir a Dios a quien no ha visto?" (1 Juan 4.20).

Servicio es para el bien del servido. No cuenta como servicio a Dios ni a la iglesia si nuestra obra no beneficia a la iglesia y a nuestros hermanos. Si por mantener autoridad o posición haríamos daño a la iglesia, el verdadero servicio sería renunciar la autoridad o posición. Si defender nuestra "verdad" termina en daños a terceros, no estamos sirviendo a Dios, ni a nuestros hermanos.

Es importante mencionar que los actos de humillación y servicio a otros de que hablo no producen paz y unanimidad directamente. Pero el resultado es tan inmediato que la falta de relación directa no importa. Con un acto positivo de humillación y servicio el ambiente cambia, y la natural tendencia de buscar lo nuestro se transforma en un deseo de beneficiar a otro. Lo que hace falta es el acto inicial, hecho en sencillez y sinceridad, como lo hizo Jesucristo. Cual acto será, no lo sé, pero que Dios nos dé la sabiduría de reconocer la oportunidad de servir a nuestros hermanos como Jesús.

Mansedumbre

La otra determinación que nos hace falta, y esta negativa, es mansedumbre. Mansedumbre es una palabra muy mal entendida por los modernos. Por eso nuevas versiones prefieren otras palabras, y las barajan en sus traducciones, utilizando en vez de "manso," "humilde," "benigno," "apacible," etc. Aunque es muy aliada con "paciencia," existe una diferencia. Paciencia se relaciona con los males que sufrimos, mientras mansedumbre se relaciona con quienes nos hacen sufrir. Un manso soporta injurias a manos de otros, y las sufre con silencio, resignación y sin preocupación y resentimiento. El manso acepta toda injuria como de Dios, y con aquella actitud de que Dios tiene derecho de hacer con él lo que más le guste. Hay varios ejemplos de mansos en la Biblia, entre ellos Moisés y Jesucristo. Pero un caso singular es muy ilustrativo.

David había recibido el llamado de Dios, fue ungido por Samuel como rey sobre Israel, y luego fue perseguido por el rey Saúl. En dos ocasiones David tuvo el poder de quitarle la vida a Saúl, y en ambas rehusó la oportunidad. Sus palabras en ambas ocasiones se pueden resumir en tres, "¿Quién soy yo?" David no se enfocó en sí mismo (ni sus derechos ni sus oportunidades), y no se enfocó sobre las acciones de Saúl, sino se enfocó sobre las acciones de Dios. Tenía derecho de tener grandes resentimientos contra Saúl, que había robado su esposa, corrido de su casa, difamado como traidor, y ahora asechaba su vida. Pero David mostró mansedumbre en la injuria. "No me toca a mí adelantarme" era su actitud.

Cuando David huía delante de Absalom, Semei, un pariente de Saúl, le maldecía, como un "varón de sangres, un hombre de Belial" (2 Sam 16.7). Los sobrinos de David, cada uno "varones de sangres" en verdad, quisieron quitarle la cabeza, lo cual les hubiera sido fácil cumplir. Pero otra vez David demuestra mansedumbre, reconociendo la mano de Dios en su situación, y aun la voz de Dios en las palabras de Semei.

10 Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? El maldice así, porque Jehová le ha dicho que maldiga á David; ¿quién pues le dirá: Por qué lo haces así?

11 Y dijo David á Abisai y á todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha á mi vida: ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Dejadle que maldiga, que Jehová se lo ha dicho.

12 Quizá mirará Jehová á mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.

2 Samuel 16

La esperanza de David era que Jehová mirara, y le diera bien por mal. Esa actitud mostró Jesucristo cuando se sometió a la voluntad de Dios en el huerto de Gethsemaní. Como oveja delante de sus trasquiladores enmudeció, y no abrió su boca. Cantamos "Haz lo que quieras de mí Señor," pero no pensamos que Dios usará hermanos para hacerlo. Y cuando Dios hace lo que quiere, peleamos y nos defendemos. El resultado es el pleito, y no hay remedio hasta que alguno determina amansarse, recibir la injuria con mansedumbre (sabiendo que en verdad viene de Dios), esperando que Dios lo mirara y responde. Son los mansos que heredarán la tierra, no los fuertes. Pero lo que es mas, los mansos son defendidos por Dios, y dejan en su rastro la paz en vez de la guerra. Que Dios nos dé la percepción de reconocer su mano en nuestras circunstancias, para permitir a otros hacernos mal sin hacer daño nosotros también. Y que así reine la paz entre nosotros como reinó entre los apóstoles en sus ministerios.