La Epístola
Apartado 432
Administración 1
Morelia, Mich. CP 58001
#92 Abril, 2002
Impreso en México
Noticias
San Luís Potosí, Selene: La conferencia de exhortación en marzo era de bendición, con alrededor de 80 adultos asistiendo. Además, bautizaron a 15 personas.
San Antonio: La conferencia de evangelismo mundial fue de bendición. No hubo mas entregados para ser misioneros, pero todos fuimos animados a continuar la senda que escogimos hace años, y de hacer todavía mas. Los pasos de fe de las iglesias de México en enviar sus propios misioneros han animado mucho a los hermanos de San Antonio.
Aguascalientes: Bautizarán a 6 personas el domingo 14 de abril, incluyendo una que levantó la mano durante la conferencia de evangelismo mundial. Además, Chuy Colmenero anunció que tiene planes de mudarse a Colima en diciembre. Ya son varias veces que Chuy visita a Colima, y ha visto algo de resultado. Pero la tarea de evangelizar a Colima es grande, y Chuy y Yolanda necesitan nuestras oraciones.
Colima: Ciudad capital del estado de Colima. Junto con la ciudad adjunta de Villa de Álvarez tiene una población alrededor de 200,000, con tan solo 1.9 % de evangélicos (según el censo de 1990).
Guadalajara: Conferencia de exhortación desde jueves 2 de mayo hasta domingo 5 de mayo. Predicará Flavio Santoyo.
León: Reunión de predicadores, domingo 19 de mayo, en casa de Juan Córdova, la comida empieza a las 4 pm y la reunión a las 5 pm.
Morelia: Juan Castillo y Rolando Espada anunciaron sus planes de mudarse a Toluca este verano. Habíamos hablado anteriormente acerca de la iglesia de Morelia, que ya está suficiente madura para poder reemplazarnos como predicadores. Concretaron sus planes en la conferencia misonera de San Antonio. Mis planes al respecto es esperar otro año en Morelia, y luego alcanzarles en Toluca si la iglesia de Morelia también me corre.
Toluca: Ciudad capital del estado de México, con alrededor de un millón de habitantes, contando municipios adjuntos (según la página de internet: http://www.netspace.com.mx/empresas/toluca/subindex.html). Es una ciudad industrial al occidente de la ciudad de México, y es aproximadamente 3% evangélico.
Verdadero Liderazgo
(Serie "Ministerio Sin Vituperio" Parte Tres)
Por M. N. Jackson
No nos encomendamos pues otra vez á vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis qué responder contra los que se glorían en las apariencias, y no en el corazón.
2 Corintios 5.12
(Continuado de La Epístola #91 ...)
3. Verdadero liderazgo es maduro
Tristemente, los mismos que deben ser la medida ideal a la cual cada Cristiano puede mirar, anticipar, e inspirarse lograr en práctica son la encarnación más vil de la debilidad e inmadurez posible. Ancianos: Este mismo nombre dado por Dios para el ministerio debe hacernos entender nuestro deber. No hay lugar para "neófitos"; hombres juveniles que siguen batallando con las debilidades juveniles. No podemos esperar que todos lleguen a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo (Efe. 4.13) si los mismos hombres que fueron dados por Dios para encaminarlos a esta madurez ni intentan serlo. Yo soy asombrado por la increíble inmadurez de los supuestos "ancianos" de las iglesias. Me es difícil criticar a los Mormones y la mayoría de sus "elders" ("ancianos" en inglés) que aun no conocen lo que es rasurarse, cuando los ancianos del Dios vivo y verdadero son igual o más jóvenes mentalmente y peor aún espiritualmente. Nuestras iglesias están creciendo y cada año son más viejas y son tenidas por más responsables ante Dios, pero no están madurando a ese mismo paso; y ¿a quién le vamos a culpar si no a nosotros mismos, los líderes? Los ancianos marcan el paso y establecen la pauta y la iglesia siempre es un poco menos. Considerando eso, ¿en qué nivel de madurez estarán las iglesias? Si los mismo ancianos tienen pleitos infantiles entre sí mismos, ¿en qué condiciones estarán los hermanos? Hay unos puntos específicos que quiero mencionar acerca de esta madurez que el líder tiene que tener.
1) No ofenderse fácilmente.
Esta virtud no sólo es de maduros, es de hombres. Mujeres son las sentimentales que toman todo a pecho y se lastiman por cosas absurdas como si alguien no les saludó, o si alguien les miró feo, o les hizo un gesto, o por el estilo. Hombres no deben ser así y ancianos no pueden ser así. Ancianos tienen que ser más maduros que juzgar a alguien por saludos, caras, gestos, ojos, chistes, y palabras dichas sin pensar. Es increíble que casi nadie sabe lo que es dar a otro el beneficio de la duda. Si alguien hace un gesto que les parece mal, inmediatamente suponen lo peor de esa persona: "Le caigo mal, me odia." Son tan prestos a juzgar las intenciones de los corazones, olvidando ciertamente que nadie sabe las cosas del hombre sino el espíritu que está en el hombre (1 Cor. 2.11). Ni puedo contar la cantidad de veces que he sido llamado a arreglar un problema entre dos hermanos cuando el problema fue intolerancia e inmadurez. Un hermano llegó a la reunión distraído por algún problema en su casa o trabajo, no vio a otro hermano y por lo tanto no lo saludó, y en vez de que el otro hermano pensara lo mejor de él, se ofendió. ¡Qué les pasa niñitos! Aun si tú en verdad le caes mal, ¿por eso te vas a ofender? ¡Qué tonto eres! Aprende a ser más maduro que eso. Reconoce que tu no vas a caer bien a todos y que importa muy poco si hay algunos que no les gustas. Y, como ancianos, habrá muchos que no les gustas, que no quieren platicar contigo, que no te quieren invitar a la casa, acéptalo. Aprende a vivir por esta regla: Si no te dicen que les caes mal, les caes bien.
Si una persona es tan inmadura que sólo sabe expresar su disgusto para mí con gestos, caras, e indirectas entonces ¿por qué me voy a fijar en eso? Yo determino no bajar a su nivel, determino ser impenetrable por esas inmadureces. Yo entiendo lo que es estar de mal humor, lo que es hablar algo sin pensar y luego lamentarlo, y lo que es ser juzgado injustamente por algún gesto o cara que alguien mal interpretó. Por lo tanto, determino no juzgar a una persona, especialmente a un hermano por estas cosas. Determino pensar bien de los hermanos, no mal. Determino ser tolerante con las diferencias de los hermanos y apreciar sus características individuales, aun las que naturalmente son contrarias a las mías. Acepto que yo no soy perfecto y que tengo muchas idiosincrasias que irritan a los otros, por lo tanto determino ignorar las idiosincrasias de los demás para que me sea medido por esta misma regla de tolerancia (Mat. 7.2). Entiendo que yo no soy la única persona sobre esta planeta ni mucho menos las más importante, entonces determino dar espacio a los demás de tener y expresar su opinión sin tomarlo personalmente. Si a alguien no les caigo bien, eso es su libertad y decisión y sólo me puede dañar y perjudicar si yo permito que me dañe y perjudique; por lo tanto, yo determino no permitirlo. Así que, todos los que somos perfectos (maduros), esto mismo sintamos (Fil. 3.15). Haciendo esto pondremos el ejemplo a la grey para que sean imitadores de nosotros (Fil. 3.17).
2) No guardar rencores.
¡Qué patética vida es aquella de la cual no sabe perdonar! Guardando rencor contra alguna persona año tras año. La raíz de amargura brotado, crecido, y en plena flor robándoles su gozo Cristiano, la unanimidad en la iglesia, y contaminado a muchos (Heb. 12.15). No importa cuanto mal alguien te hizo, la amargura y rencor no es la solución. Lo absurdo del rencor es que sólo perjudica a uno mismo y a sus amados (esposa, hijos, parientes) y amigos. Las personas contra quien guardas el rencor no son afectados por ello. Pero cada chisme, cada palabra ociosa que dices de esas personas son cuchillos filosos que despedazan tu fe y espíritu hasta que lo única que queda es una cáscara de odio. Y no sólo tú fe y espíritu, pero la de los que te apoyan. Por el rencor, problemas que empezaron chico y tratables crecen y se agravan hasta llegar al punto que no pueden ser solucionados. Como un pequeño punto de cáncer en la piel que oportunamente puede ser quitado en unos minutos dejando casi ninguna marca, pero inoportunamente es menester amputar y someter a terapia intensiva por meses; y nunca quedas igual. La única solución es perdonar; no digo esperar hasta que la persona llega de rodilla suplicando que derrames tu misericordia sobre ella, digo perdonar. Tal como Cristo perdonó. Sin que se lo pidieran, aun estando ellos hablando en contra de él, les perdonó.
De todas las virtudes Cristianas, el saber perdonar a los que nos han hecho mal debería ser la más fácil. Pues, hemos sido perdonados por tanto y tantas veces. Pero somos el prole del siervo malvado que después de ser perdonado gratuitamente de una gran deuda era indispuesto a perdonar una deuda muy pequeña (Mat. 18.23-34). Igual como sus consiervos, nos entristecemos todos al ver tu dureza con tus "enemigos". Yo pienso que todos nos maravillamos de la gracia de Esteban al perdonar los que le apedreaban, pero antes bien nos debemos maravillar de los que no quieren perdonar a los que los ultrajan. ¿Tú quien eres para guardar rencor? ¿En verdad serás tan justo en tu propia opinión como para pensar que no mereces el mal que recibes? Pablo es un ejemplo de alguien que admite recibir el mal que merece sin quejarse de ello ni guardar rencor. Los Judíos lo perseguían de cuidad en ciudad y él dice que tenía gran tristeza y continuo dolor en su corazón por ellos, deseando ser apartado de Cristo por ellos (Rom. 9.1-3). Pues, ¿qué pudo esperar Pablo, si él mismo fue el que les enseñó esa vehemencia contra el evangelio (1 Cor. 15.9; Gal. 1.14)? Es cierto que algunos nos hacen mal, pero ¿acaso no lo merecemos, y aun más?
3) Saber pedir perdón.
Igual de triste que el no querer perdonar es el no saber pedir perdón. En mis años de anciano, no he visto mas que unos cuantos que saben lo que es pedir perdón. Todos, con muy pocas excepciones se defienden, se excusan, se explican, y al fin terminan diciendo que sólo fue un gran malentendido. Casi llegan a decir, "¡Lo siento que eres tan tonto e inmaduro que te ofendiste!" Yo no hablo tan sólo de los miembros de las iglesias, hablo principalmente de los obispos. Yo he estado presente cuando algún hermano o hermana confrontan a un obispo de algo que dijo o hizo que les ofendió y en vez de mostrar un ejemplo de madurez e humildad, sólo buscaron la manera para voltearles la mesa para justificarse a sí mismo y culpar a los que se ofendieron. Es cierto que muchas veces los que se ofenden son inmaduros, pero con tanta más razón debemos los obispos cuidar de no ofenderlos. Cristo pronunció un severo "Ay" contra los que escandalizan a los pequeños (Mat. 18.6). Me asombra que obispos no toman esta advertencia más en serio, porque Cristo sí lo dijo en serio. ¿De quién es la responsabilidad cuando un obispo ofende a un pequeño? Claramente es la responsabilidad del obispo. Santiago establece esta responsabilidad cuando escribe que no debemos hacernos muchos maestros, porque recibiremos mayor condenación (Sant. 3.1). Es decir, es responsabilidad del fuerte no ofender al débil (Rom. 15.1). Yo sé muy bien la frustración con algunos hermanos débiles que por todo se ofenden y por todo chillan, pero aun así Dios es el que los amó y Cristo dio su vida por ellos (Rom. 14.15) y no quiere que ninguno se pierde (Jn. 17.12).
Además, ¿en qué te puede perjudicar o dañar el admitir que los ofendiste y que no debiste haberlo hecho y pedirles perdón (No digas "lo siento", pues tu no lo sentiste, ellos sintieron.)? En nada. ¿No entiendes aun que un hermano flaco con todas sus debilidades, ofensas, quejas, y críticas no te puede dañar? Pero tú sí le puedes dañar a él, y el que tiene mayor potencial de hacer daño es el más responsable. Así que, si un hermano o una hermana te confronta con una ofensa que ha padecido a tu mano, no te excuses, no te expliques; sólo escúchalos, deje que saquen todo, que se desahoguen, y cuando han terminado pídeles que te perdonen por haberlos ofendido y cállate. Con mucho cuidado, a veces, puedes explicar que no fue tu intención ofenderlos, siempre cuando no evades la culpabilidad de haberles ofendido, la responsabilidad de tener una intención de no ofender, y el deber de pedirles perdón por haberlo hecho. Aun si necesitan ser enseñados a no ofenderse tan fácilmente, ese no es el momento. Cualquier enseñanza o exhortación será apercibida como un intento de voltear la mesa y hacerlos a ellos los culpables; y aun si es en algo cierto no es provechoso. Los obispos somos los de la "espalda ancha", los que tienen que llevar la carga, aun si es un poco injusto a veces. Créeme, no te dañará ser reprendido de vez en cuando; y si te daña entonces eres inmaduro y por lo mismo no debes ser un anciano.
Ustedes piensan que si admiten haber hecho mal tan fácilmente ante Cristianos tan inmaduros que perderán su autoridad y serán vistos como menos, pero en realidad lo opuesto es cierto. Un hombre que puede pedir perdón sinceramente y sencillamente del más pequeño de la iglesia es un hombre que todos respetarán, y más importante aun, todos confiarán. Cuantos de ustedes no padecen de eso mismo: La iglesia no les confía. En parte el problema es que no pueden confrontarlos, no pueden decirles lo que les ofende sin que les prediques todo un sermón. Te consideran soberbio y demasiado justo en tu propia opinión, y por consiguiente no te confían. Tanta energía que ustedes despenden tratando de poner una cara de perfección cuando lograrían mucho más y mucho más fácil siendo humildes. ¿Temes que los hermanos te pisotearían si fueras humilde? Ten confianza en Dios, él da gracia a los humildes (1 Ped. 5.5). Él los protege y los ensalza. Así que, no tengas temor de ser sumisos los unos a los otros. Aclaro y recalco, sí hay tiempo cuando el anciano tiene que ser fuerte e inmóvil, no cediendo a nadie por ningún motivo, mucho menos porque alguien se ofendió; pero nunca por cuestiones ni motivos personales. El anciano tiene que saber discernir entre su deber "profesional" o ministerial y la tentación a defenderse personalmente.
4. Verdadero liderazgo es resuelto.
Verdaderos líderes no navegan sin propósito y sin meta; verdaderos líderes saben lo que deben hacer, cómo lo van a lograr. No sólo lo saben, pero verdaderos líderes espirituales tienen una convicción intensa de fe en ello. Tienen que ser como Juan el Bautista que era una antorcha que ardía (Jn. 5.35). Él tenía una pasión por lo que predicaba que lo diferenciaba de todos los demás, a tal grado que salían de toda Jerusalem y Judea al desierto para oírlo. Demasiados ancianos hablan de cosas que en realidad no creen (2 Cor. 4.13). Son como el hombre sincero pero patético que clamó, "Creo, ayuda mi incredulidad" (Mar. 9.24). Por esto son tan tímidos y aburridos. Estoy harto de oír las excusas de predicadores que se quieren justificar por no predicar bien. Lloriquean de su falta de don e habilidad natural de oratoria. Es puro pretexto. Cuando casi cualquiera de ustedes habla de su pasatiempo favorito, equipo favorito, o deseo más profundo hablan con un fervor que hierve agua; pero cuando hablan del evangelio casi hacen llorar de aburrición. La conclusión es sencilla, creen más en su pasatiempo que en el evangelio.
La clave principal a la convicción ardiente es la meditación (Sal. 39.3). Considerar las doctrinas de cada ángulo y bajo cada luz, emocionarnos por cada detalle, y maravillarnos de cada diseño y adaptación divino hasta que nuestro corazón se enardece dentro de nosotros. Basta de una fe superficial y "suficiente" de las verdades que predicamos; necesitamos tener un anhelo de creer profundamente lo que predicamos; creerlo tan intensamente que cuando otros nos oyen hablar son impelidos a creerlo también. Nuestras predicaciones deben hacer que los oyentes vean la increíble maravilla del cielo y sientan el intenso calor de infierno. Nuestra fe resuelta en la vida venidera y el galardón de la justicia debe traducirse en palabras ardientes que inspiraran los oyentes a despreciar este mundo, dejarlo todo, y seguir a Cristo—no vuelvo atrás, no vuelvo atrás. ¿No han experimentado este mismo efecto con los himnos que cantamos? Acaso se puede cantar "He Decidido Seguir A Cristo" y no sentir tu espíritu arder en ti, determinando una vez más que donde él te necesita que vayas, iras; a los valles, los montes, o el mar; y que nada, no, nada te desanimará.
Mientras el liderazgo de las iglesias es mediocre y tibio la iglesia será mala y fría. La regla general es que no puedes tener avivamiento independientemente del púlpito, es decir, sin los ancianos. Los ancianos son el marcapasos de la iglesia. Si ellos son distraídos y apagados la iglesia será indiferente y pecaminosa. Bajo el ministerio de un soñoliento Elí no hay visión manifiesta (1 Sam. 3.1), la lámpara de Dios se apaga (1 Sam. 3.3), los ministros corren en desenfrenamiento de maldad e injusticia (1 Sam. 2.22), el arca es secuestrada (1 Sam. 4.11), y el pueblo da luz a Ichâbod (1 Sam. 4.21). La iglesia necesita verdadero liderazgo; hombres que hagan vallado y se pongan al portillo (Eze. 22.30) y guíen la iglesia a la tierra que fluye leche y miel. La iglesia no fue diseñada para andar errante en el desierto, la iglesia fue diseñada para pelear en la tierra prometida y gozar de victoria. Cada Cristiano ha sido equipado con un traje de armadura y una arma de dos filos, y sólo necesitan unos líderes que van a poner el ejemplo de vestirse esa armadura, tomar esa espada y romper sobre los Filisteos incircuncisos y reclamar victoria en nombre de Dios.
No puedes esperar que la iglesia te considera su líder y te siga si tú ni sabes a donde vas ni como piensas llegar. Por esto los ancianos necesitan tener planes sabios, positivos, audaces, definitivos, y, sobre todo, de fe. No puede haber vacilación entre dos pensamientos. Tienen que llegar a un plan de acción y ponerlo por obra. Si los ancianos de la iglesia tienen estos planes y son resueltos, la iglesia se movilizará tras ellos para lograrlos. Pero si los ancianos vagan desinteresados entre muchos pensamientos inciertos la iglesia se dispersará como ovejas sin pastor. El buen pastor va delante de las ovejas y las ovejas le siguen (Jn. 10.4).
5. Verdadero liderazgo es razonable.
Es fácil ser llevado por la exhortación a la pasión y olvidar la otra cara de la moneda que es la razón. Ciertamente Juan el Bautista era una antorcha que ardía pero Jesús atestiguó que también alumbraba (Jn. 5.35). De los muchos que son tibios hay algunos de ustedes que sí arden pero no alumbran. Son mucho calor pero poca luz. Proponen sus ideas y convicciones ardientemente pero no muy razonablemente. Por eso tienen la experiencia que aunque ganan almas después de un tiempo esa misma gente se vuelve contra ustedes. La motivación producida por la inspiración es temporal. Es como inyectar éter en un carburador en la mañana; sí ayuda arrancar la maquina pero si no hay un flujo constante de gasolina se apaga así de rápido como arrancó. La iglesia será lanzada en acción por tu emoción y convicción pero la carrera se gana por constancia y determinación razonable. Requiere más que puro adrenalina para forjar un campeón. Un campeón es el que sabe como correr, donde correr, y por que correr; no corren como cosa incierta—"como quien hiere al aire" (1 Cor. 9.26). Puedes correr muy rápido con los ojos cerrados pero no muy lejos. Ya es hora de que los líderes abren los ojos y corran de tal manera que obtengan el premio (1 Cor. 9.24).
Necesitas ser razonable en lo que dices. Cristo dijo, "lo que sabemos, hablamos" (Jn. 3.11). Juan dijo que ellos hablaban lo que habían oído, lo que habían visto con sus ojos, lo habían palpado con sus manos (1 Jn. 1.1). Ustedes ancianos necesitan tener esta misma convicción. Tienen que hablar lo que saben. Casi nadie les rechazará por no saber todo, pues nadie sabe todo, pero todos los rechazarán si hablan lo que no saben. Yo no entiendo la atracción de tantos a hablar de cosas de las cuales no tienen la menor idea. Hay tantas doctrinas profundas e importantes, tantas exhortaciones necesarias y poderosas; no hay razón por exposiciones de pura ignorancia y suposición. Sea honesto, si no entiendes algo confiésalo. Toma ejemplo del ciego de Juan 9, "Si es pecador no lo sé: una cosa sé..." Habla lo que sabes, lo que has visto, lo que has experimentado. Una frase que debes memorizar y con el cual debes juzgar todo lo que dices es, "Libro, capítulo, y versículo." Pedro declara que si alguno habla de habar conforme a las palabras de Dios (1 Ped. 4.11). Así que, todo lo que decimos debe ser fundamentado y apoyado estrictamente por las Escrituras. Si no puedes comprobarlo en la Biblia, no lo digas—"Libro, capítulo, y versículo."
También necesitas ser razonable en la manera que hablas. No hagas declaraciones demasiadas extremistas. Sepa templar tus comentarios y hacer lugar por las excepciones. Una declaración profunda y cierta puede ser lanzado bajo sombra de error por tan sólo ser demasiado extremista. Por ejemplo, "No hay nada peor en la iglesia que una mujer chismosa." Ciertamente el chisme es un problema serio, pero difícilmente puede ser declarado el peor. Declaraciones como estas pintan una cara de payaso sobre el predicador. Al inicio es desconcertante, luego llega a ser una broma, y después aborrecible. También haz clara distinción entre tus ideas y convicciones y los mandatos explícitos de Dios. Perderás tu autoridad y respeto rápidamente si los hermanos perciben que tu crees que tus convicciones son ley de la iglesia. No hay nada malo que prediques tus convicciones a manera de consejo, pero cuando tratas de imponerlas como los apéndices del Decálogo pierdas tu credibilidad; y un líder necesita credibilidad.
Además necesitas ser razonable en tus expectativas. En esto tienes que imitar a Dios; dicen las Escrituras que él conoce nuestra condición que somos polvo (Sal. 103.13). No seas irrazonable en lo que esperas de la gente. Nadie cambia de un día a otro, y todos sufren episodios de relapso. Por esto necesitan ministros, ministros que pueden compadecerse de los ignorantes y extraviados porque ellos también están rodeados de flaqueza (Heb. 5.1, 2). Es obvio que muchos de ustedes han olvidado la purificación de sus antiguos pecados, pues son muy irrazonables en sus demandas sobre la grey de Dios. Digo que han olvidado por no decir algo mas duro: que ponen cargas pesadas sobre los hijos de Dios las cuales ustedes ni con un dedo las quieren mover (Mat. 23.4). En este versículo está implicada una práctica que puede ayudar a ustedes que padecen de imponer demandas irrazonables: Cargarlas primero ustedes mismos. Yo recuerdo reuniones donde hermanos se pararon a predicar durísimo sobre no llegar tarde... después de llegar 30 minutos tarde. Se excusan diciendo que la infidelidad de ellos no puede hacer vana la verdad de Dios y que es necesario que alguien lo predique, pero eso es una excusa que no convence a la iglesia. Para ellos tú eres un hipócrita que dices y no haces. Sí, es necesario que alguien predique de llegar a tiempo—es necesario que te lo prediquen a ti. Tú cállate, escucha, arrepiéntete, sea hacedor de la palabra, y luego predicador. Haciendo esto alcanzarás dos grandes logros: Uno, podrás exponer tanto el problema como la solución y además extender la esperanza de victoria experimentada; y dos, tus exhortaciones, regaños, y demandas serán mucho más razonables por consecuencia de tomar tu propia medicina.
Por último sobre este punto de ser razonables cabe mencionar que necesitas ser razonable en tu forma de pensar. Es aparente que algunos de ustedes no piensan muy claramente de las cosas que dicen o hacen. Si se oponen a algo es por la manera que suena, o la manera que les hace sentir, o si sus pelos se paran en punta; y luego se preguntan porqué nadie les quiere prestar atención. El anciano debe poder convencer a los que contradicen (Tit. 1.9). Esto requiere un buen uso de razón. Gritar y escupir no lo logra, razonar y comprobar sí. Es buen consejo que en reuniones de varones, donde están hablando de alguna decisión que piensen tomar, que se prohíba tomar la decisión ese mismo día. Antes bien, que todos den su punto de vista, que vayan a sus casas a pensarlo, y que la decisión lo tomen después cuando todos lo hayan considerado razonablemente. Así das tiempo para razonar y también evades que alguien se altera por sentir que sí no los convence en ese momento será tarde. Además necesitan saber cuando ceder. Tienes que saber cuando no tienes buena razón por tu opinión y tener la humildad suficiente para ceder la razón a los demás. Destruye tu credibilidad y respeto oponerte solamente por no admitir estar en error. Una mente razonable sabe cuando se ha equivocado, y sólo se interesa tener verdad, no necesariamente "tener la razón." Incluyo que la mente razonable es la que también sabe escuchar la opinión de otros, aun los irrazonables. Y no tan sólo escucharlos, pero tratar de entender el punto que están haciendo bajo la mejor luz posible. Todos cometemos errores de lógica y argumento los cuales pueden ser usados para desacreditar nuestras opiniones; pero un error de lógica o argumento no anula una verdad. El líder no puede estar interesado en argumentar y debatir sino en llegar a la verdad.
6. Verdadero liderazgo es compasivo.
Aun los monstruos marinos sacan la teta y dan de mamar a sus chiquitos (Lam. 4.3), pero los pastores del pueblo de Dios son crueles como avestruces en el desierto. Esta condición fue la que movió a Jesús a compasión cuando vio la grande multitud como ovejas que no tenían pastor. Los pastores antes de él eran ladrones y robadores (Jn. 10.8) que sólo apacentaban a sí mismos y no a los rebaños (Eze. 34.2). Así son algunos de ustedes; comen la leche, visten la lana, degüellan la gruesa pero no apacientan las ovejas (Eze. 34.3). Les digo enfáticamente, ni a Dios ni a las ovejas engañas. No seguirán tu voz porque no eres su pastor (Jn. 10.8). El pastor es el que pastorea, no el que dice ser pastor. Tu quizá tomas para ti el título y la honra, pero las ovejas saben quien se interesa en el bienestar de ellos y quienes se interesan sólo en sus bienes. Pablo nos advierte que habrá algunos de nosotros que no perdonarán al ganado (Hec. 10.29), y sin duda los hay. ¡Cuán pocas veces que he observado que un anciano hace un sacrificio personal por el bien de la congregación! Antes, me parece que están muriendo de ganas por ser ancianos para que pueden ser servidos y respetados. ¿Dónde están los que obedecen el mandato trino, "Apacienta mis corderos" (Jn. 21.15-17)?
Los líderes tienen que saber sufrirlo todo por amor de los escogidos. Deben gozarse en lo que padecen por la iglesia (Col. 1.24) y hacerse todas las cosas a todos los hombres para que de todo punto salven a algunos (1 Cor. 9.22). Un anciano que no ama la iglesia no es digno de ser un anciano. Este amor será obvio como lo será también la falta de amor. Y si en vosotros hay esta ferviente caridad (1 Ped. 4.8) por la iglesia, cubrirá todas las faltas (Pro. 10.12). La iglesia pasará por alto deficiencias sinceras si saben que los amas y que todo lo que haces es para procurar el bien de ellos y no tu propio beneficio (1 Cor. 10.33). A un anciano se le tolera errores en juicio pero no se le tolera individualismo en juicio. El momento que entra la más mínima sospecha acerca de tu motivación, empezarás a perder autoridad y respeto, y merecidamente. El liderazgo es una moneda muy frágil. Cuando su valor es alto paga al ministro dividendos de buen grado y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús (1 Tim. 3.13), pero cuando es devaluado por individualismo, extrema dureza, hipocresía, imprudencia, desconfianza, y soberbia te hace heder insoportablemente. Y entiéndalo bien, ese olor no fácilmente se olvida, aun limpiado largo tiempo.
Conclusión
Este ha sido un artículo largo que le queda corto al tema. Liderazgo es sumamente importante y nuestras iglesias carecen de ello. Nuestras iglesias necesitan líderes, pero no los líderes que sean, sino verdaderos líderes. Nuestro ministerio ha sido vituperado por esta falta, pues se conoce de nuestras iglesias que ganamos almas pero no sabemos entrenar hombres fieles que serán idóneos para ensañar también a otros. La sospecha común es que cuando nosotros nos vamos ustedes se marchitarán y las iglesias desaparecerán de sobre la faz de la tierra. Yo no lo creo, pero a la vez, si las cosas siguen igual como están ahora es difícil pronosticar otro futuro. Nuestro ministerio depende de ustedes. Al dejar las iglesias en manos de ustedes ancianos confiamos que ustedes vindicarán nuestros esfuerzos, nuestra visión, nuestra confianza, nuestra inversión, nuestra fe. De esto no me quejo, pero si los amonesto: No vituperen el ministerio nuestro. Nosotros en todo estamos confiados de vosotros (2 Cor. 7.16) que corregirán lo que está mal y confirmarán lo que está por morir (Apo. 3.2). Entendemos que no serán buenos líderes de un día a otro, pero cada día deben aprended, cada día deben mejorar, cada día deben estar un paso más cerca al dechado de un verdadero líder, digno de guiar y apacentad el pueblo del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad.