La Epístola

Apartado 432

Administración 1

Morelia, Mich. CP 58001

 

#45 Mayo, 1998

 

Impreso en México

Noticias

La conferencia de exhortación de León se llevó a cabo con mucha bendición. Asistían entre 230 a 300 adultos todas las reuniones.

La iglesia de León se ha dividido otra vez. Esta vez han decidido enviar grupos de hermanos a dos nuevos parques para iniciar reuniones en diferentes partes de la ciudad. Un diácono irá con cada grupo para encargarse de la caja y quizá de las enseñanzas los domingos pero los dos ancianos se quedarán con los grupos en el parque Hidalgo. Uno de los nuevos grupos se reunirá en el parque San Juan del Coecillo a las mismas horas (dom. 10am, juev. 7pm) y esperan tener alrededor de 50 hermanos para empezar. Otro grupo se reunirá en el parque de San Juan Bosco (en frente del templo del mismo nombre) a las mismas horas, y esperan tener unos 30 hermanos desde el inicio. La primera reunión es jueves 7 de abril. Oremos que Dios utilice este esfuerzo.

La iglesia de Himno Nacional en San Luís Potosí ya no se reúne en Himno Nacional. Ahora se reúne en el parque de San Miguelito como antes, y a las mismas horas (dom. 10am, miér. 7:30pm.).

La iglesia de San Antonio está planeando un viaje para sus jóvenes a Morelia a fines de junio. Viene el pastor Brian Thibault con su esposa Judy. Están planeando salir de San Antonio en autobús viernes junio 26, arribar en Morelia sábado junio 27, estar en Morelia hasta sábado julio 4, visitar a León domingo julio 5, arribar en San Antonio lunes julio 6. Hemos invitado algunos de los predicadores de tiempo completo para ayudarnos enseñarles como se hace la obra aquí en el corazón de México, y a la vez hacer una mini-campaña evangelística aquí en Morelia. No podemos invitar a todos los predicadores de las iglesias porque no vamos a tener espacio para más que estos, pero aun así deben orar por estos jóvenes que despierten el don que está en ellos, para que Dios llame de entre ellos otros que vayan a predicar el evangelio, no solo en San Antonio, pero en todo el mundo.

Habrá reunión de predicadores domingo junio 21 en la granja de José Hernández a las 4 de la tarde.

Ramiro García de Aguascalientes recibe vacaciones en Julio, en las cuales irá a Guadalajara para buscar casa de renta. Sus hijos salen de clases también a mediados de Julio, entonces, si Dios abre las puertas, quieren cambiarse a Guadalajara a fines de Julio. Oren por ellos.

Irapuato está planeando una campaña de exhortación de viernes junio 19 hasta domingo junio 21. Han invitado para viernes (7pm) a Miguel Jackson de Querétaro, a Flavio Santoyo de Celaya para el sábado (7pm), y ambos predicarán el domingo en la mañana (10am). Todo se llevará a cabo en el jardín principal de Irapuato, frente a la presidencia.

José y Débora West están otra vez en Polonia. Miguel y Jenny Riggs están animados, no solo por esto, sino porque han sacado varios estudios recientemente tocando puerta a puerta. El frío del invierno impide la predicación pública, pero las visitas a las casas han dado algunos resultados.

 

 

Hombres Idóneos

2 Y lo que has oído de mí entre muchos testigos, esto encarga á los hombres fieles que serán idóneos para enseñar también á otros. 2 Timoteo

George Whitefield, un predicador anglicano Inglés, llegó a ser mejor conocido en Gran Britania y las Américas que ningún otro predicador de su siglo, y probablemente de ningún otro siglo, hasta este siglo 20. Era un hombre menospreciado por los cleros anglicanos (Católicos Ingleses sin el Papa), y también por muchos de los puritanos (sectas evangélicas separadas). Pero su predicación produjo lo que todos conocen como el "gran despertamiento." Cuando él llegaba a una aldea para predicar, sin ningún previo aviso, el siguiente día le llegaban de todas las aldeas alrededor decenas de miles de personas para oirle. Comúnmente juntaba él de 10,000 a 30,000 oyentes. Inglaterra y las Américas (EU y Canadá) fueron cambiadas por sus predicaciones durante 30 años.

Siguiendo los pasos de él, otro predicador llamado John Wesley predicaba al mismo tiempo, pero era mucho menos popular, aunque él también juntaba comúnmente grupos de 5,000 a 10,000 oyentes. Y por eso, durante toda su vida, Wesley se esforzaba para alcanzar el éxito de Whitefield, pero por más que se esforzaba, nunca llegó a tener tanta fama ni tantos seguidores como Whitefield.

Sin embargo, pocos años después de sus muertes, el nombre de Whitefield se obscureció mientras el nombre de Wesley llegó a ser reverenciado como ningún otro predicador Inglés. Hasta ahora el nombre Wesley es bien conocido, y su vida publicada, y sus sermones impresos, y sus admiradores todavía se multiplican, mientras la mayoría no saben mucho acerca de Whitefield. Pocos libros circulan acerca de él, sus sermones son poco leídos, y nos da la impresión que entre los dos, Whitefield era el menor predicador. La diferencia se debe a una pequeña verdad que Whitefield pasaba por alto. Un roble es un roble, pero una bellota es un bosque.

Whitefield, como muchos más en la historia, hizo bien su obra, pero no supo entregar su don a otros. Claro, muchos eran tocados por su predicación, y aún por su ejemplo, y muchos copiaron su manera, pero Whitefield no supo delegar su autoridad, ni encomendar a otros su ambición, su doctrina, su don de predicar. Llegó a ser tan impresionante como predicador que quizá sus adeptos nunca pensaron que podían hacer lo mismo. Del otro lado, Wesley, obviamente consciente de su menor don que Whitefield, logró imponer su ambición a otros hombres, supo delegarles la responsabilidad, y arraigó en ellos el mismo sentir, la misma confianza, y la misma esperanza de él. Cuando Whitefield murió, sus seguidores poco a poco fueron asimilados a otros grupos, o incluyéndose entre los seguidores de Wesley. Pero poco después de la muerte de Wesley, sus seguidores formaron una denominación llamada Metodista, y por más de un siglo llenaron todo el imperio Británico del evangelio. La obra de Whitefield, impresionante como era, murió con él, pero la obra de Wesley, aunque menor, floreció mucho después de su fallecimiento.

Hombres dados a los hombres

8 Por lo cual dice: Subiendo á lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dió dones á los hombres.

11 Y él mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores; Efesios 4

Cuando Cristo ascendió al cielo dió dones a los hombres. Fíjate que dió dones a los hombres y que los dones mismos eran hombres. Dió apóstoles, profetas y evangelistas, pastores y doctores (doctrinadores) a los hombres. Un pasaje paralelo en 1 Cor. 12.28 habla de "dones espirituales" (1 Cor. 12.1), y habla de apóstoles, profetas y doctores puestos en la iglesia, junto con dones dados a diferentes miembros de la iglesia. Pero en Efesios solamente habla de dones dados a los hombres, siendo hombres los dones mismos. Esta verdad es demasiadas veces pasada por alto por los predicadores del evangelio. La iglesia tiene necesidades, de dones espirituales, de donde congregarse, de convivios y comunión, y de dinero para gastos, para biblias, himnarios, sillas, folletos, y etc. Pero sobre todo, la iglesia necesita hombres dados por Dios.

En realidad, los hombres son lo más importante de la creación. Nada en la naturaleza se compara al hombre. Y el hombre que tiene comunión con Dios es más que maravilla, es dádiva de Dios a los demás. Necesitamos hombres que son guiados por el Espíritu Santo, hombres con corazones llenos de su palabra, y con discernimiento para juzgar las doctrinas, y los espíritus, y los hombres peligrosos. Necesitamos hombres fuertes en tribulación, que han pasado por el fuego. Necesitamos hombres que pueden hacer decisiones difíciles, y buenas decisiones, pero también que toman responsabilidad por sus errores. Necesitamos hombres confiados en medio de la oposición, celosos para la verdad y para la iglesia, peleadores en cosas espirituales, pero ganadores, como soldados no enredados. Necesitamos hombres que son benignos también, misericordiosos, conocedores de Dios, con caridad no fingida, para la iglesia y para los perdidos. ¿Conoces algunos hombres dados por Dios? ¿Has pedido de Dios por más varones de Dios?

Hombres así no aparecen naturalmente, tienen que ser provistos por Dios. Pero también tienen que ser criados y capacitados en las iglesias. Aunque son dádivas de Dios a nosotros, no vienen por capricho. Algo hay que produce y capacita a hombres así. Algo en Inglaterra o en sus iglesias produjo hombres como Whitefield y Wesley. Y algo en John Wesley produjo seguidores capacitados, algo que en algún grado le hacía falta a George Whitefield. Quizá los dones de Dios nos son ocultados, quizá no podemos saber sus motivos completos, pero algunas cosas me parecen obvias.

Ambiente de Capacitación en la Iglesia

¿Quién sabe las circunstancias que coinciden para producir varones de Dios? Pero seguramente hay circunstancias que impiden ese llamamiento.

30 Y busqué de ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese al portillo delante de mí por la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Ezequiel 22

Esta lamentación divina demuestra que tiene que haber un ambiente propicio para que Dios establezca hombres suyos en la tierra. Las circunstancias mencionadas en Eze. 22 que produjeron esta lamentación no solamente incluyen opresión, robo y violencia (v. 29), pero menciona avaricia de profetas y príncipes (v. 25 y 27), profanación de lo espiritual (v. 26) y fingimiento de profetas (v. 28). Avaricia (o materialismo), mundanismo e hipocresía en la iglesia seguramente impiden la provisión de hombres espirituales.

16 Y vió que no había hombre, y maravillóse que no hubiera quien se interpusiese; y salvólo su brazo, y afirmóle su misma justicia. Isaías 59

Esta otra ocasión menciona que "la verdad se tropezó y fue detenida" (v. 14,15) dándonos entender que donde no hay respeto para la palabra de Dios, no habrán hombres dados por Dios.

Así que, la provisión de hombres capacitados depende mucho de la iglesia misma. Hay actitudes positivas también. Un espíritu humilde que reconoce el don de Dios en otros, y recibe la exhortación de otros, es necesario.

15 Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los príncipes de la sinagoga enviaron á ellos, diciendo: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. Hechos 13

Se encontró entre algunos Judíos de esa generación un ambiente de recibir exhortación. Con razón había tantos hombres de Dios enviados a ellos y de ellos. Pero la primera iglesia Gentil mencionada en Hechos de la cual fueron llamados hombres de Dios es la de Antioquía (Hechos 13.1). Hay unas circunstancias en esa iglesia que te servirá notar. La iglesia de Antioquía fue guiado por un hombre llamado Bernabé desde Hec. 11.22. Con él la iglesia empezó a mostrar buena actitud y eso salió propicio para llamamiento de hombres. Primeramente vemos que Bernabé era hombre dado a reconocer el don de Dios en otro.

25 Después partió Bernabé á Tarso á buscar á Saulo; y hallado, le trajo á Antioquía. Hechos 11

Recuerda que fue Bernabé que aceptó a Pablo en Jerusalem cuando los demás no confiaron (Hec. 9.27), y por eso fue a buscarle en Tarso cuando vio que Antioquía necesitaba ayuda. Antioquía entonces tenía la misma humildad que permite a Dios usar sus hombres. Otra característica de Antioquía que quizá influyó a Dios en llamamiento de hombres era su generosidad.

29 Entonces los discípulos, cada uno conforme á lo que tenía, determinaron enviar subsidio á los hermanos que habitaban en Judea: Hechos 11

De todas las razones para ser liberal con sus ofrendas (bendiciones carnales, tesoro en el cielo, ambiciones espirituales) la posibilidad que nuestra generosidad motiva a Dios de darnos dones en forma de hombres capacitados es quizá la más grande. Nuestra mayor bendición sobre la tierra aparte de la Biblia misma son los hombres que Dios nos ha dado "para perfección de los santos." Si nuestras ofrendas voluntarias producen estos dones de Dios, con más razón deben las iglesias ser dadivosas y no avaras.

Capacitación Propia

Igualmente importante que el ambiente propicio para capacitación de hombres, es la voluntad de los mismos hombres de capacitarse a sí mismos. La diligencia de estudiar la Biblia por uno mismo no se encuentra en las sectas, como entre Católicos o Testigos de Jehová, que se conforman con lo que alguien dice. Es una tragedia cuando una iglesia de buena doctrina se encuentra en la misma pereza. Como pastores debemos insistir a nuestros hermanos que lean y estudien sus propias Biblias, que cada miembro se capacita a sí mismo, y no solamente en la Biblia, sino también en oración, en evangelismo, y hasta en predicación.

Sin embargo hay pasos de auto-capacitación que son equivocados. Hay hermanos que piensan que para capacitarse al "ministerio" es necesario ir a un "seminario" evangélico. Así, estudiando bajo tutores muy educados, supuestamente aprenden como servir a la iglesia y a los perdidos. Estudian no solamente la historia de la "iglesia," la técnica de predicación, y grandes comentaristas, estudian también el Griego y el Hebreo y el Latín, que no sería malo si no aprendiesen también a dudar la misma Biblia que les ganó a Cristo. Tristemente seminaristas también aprenden la soberbia y la hipocresía, junto con la pereza en la verdadera obra de Dios (predicación). En realidad, la única cosa que puede uno aprender bien en un seminario es como enseñar en un seminario. Para capacitarse en el verdadero "ministerio" de Dios tiene uno que aprender de verdaderos ministros de Dios mientras ejercen su ministerio. Así que, para capacitarse los hombres, tienen que acompañar a los pastores y predicadores en su propia iglesia, y tienen que establecer su propio ministerio bajo los consejos y regaños de aquellos.

Más que sus Aparatos

Hay otra capacitación propia que engaña y a veces impide la obra de Dios. Se trata con "aparatos." La mayoría de los misioneros que yo conozco se afanan angustiosamente para "establecer su ministerio" acumulando cosas "necesarias" para la obra. Un misionero en Europa tiene el dicho como refrán que "el misionero no vale más que sus aparatos". ¡Qué dicho! Significa para él que el misionero necesita acumular muchos aparatos de primera calidad para poder ser un buen ministro. Pero al decirlo, ese misionero admite que él no vale más que sus aparatos. ¡Qué tragedia para él! Pero que lástima, temo que es cierto en la gran mayoría de los casos.

En 1966 mi papá fue de misionero a Guatemala. Estableciéndose en Quezaltenango (75,000 hab.) su evangelismo en el principio era tocar puertas. Empezó a orar que Dios le proveyera un equipo de sonido para poder predicar en público. Pero en aquel entonces el aparato costaba 150 dólares, lo cual era mucho dinero para él. Sin embargo, en unos cuantos días le llegó a su apartado postal dos giros cuya suma era exactamente 150 dólares. Los cheques vinieron de hermanos que jamás le habían apoyado antes, y que a propósito nunca le apoyaron después. Tomándolo como respuesta a su oración fue y compró el aparato.

Desde ese día empezó a predicar en voz pública, no solamente en Quezaltenango, pero también en los pueblos alrededor. En tres años había establecido una iglesia en Quezaltenango y estaba haciendo reuniones en varios otros pueblos. Además, tenía 10 predicadores novatos que le acompañaban. Se había capacitado a sí mismo por medio de una bocina electrónica y le estaba dando resultados.

Por razones bíblicas tuvo él que regresar a San Antonio en esos días, y dejó la iglesia en manos de otros, y encomendó sus predicadores en manos de Dios. Aunque le dolió mucho eso, y quizá no lo supiera en aquel entonces, probablemente esto era lo mejor para ellos. Capacitación requiere pruebas. De cualquier manera, diez años después todavía estaban ministrando en alguna capacidad la mayoría de ellos.

Sucede que en 1978 yo regresé a Quezaltenango para aprender la obra misionera, sirviendo al misionero-doctor Jim Cocking. Conocí a uno de los predicadores de mi papá, que todavía estaba pastoreando una iglesia pequeña en San Juan Ostuncalco. Empecé a trabajar con él en su obra, y él me ayudaba a mí en Quezaltenango. Ibamos puerta en puerta juntos, y repartíamos folletos juntos en otras ciudades. Un día pasamos un grupo de personas alrededor de un mercado y el hermano me dijo, "Ojalá tuviéramos una bocina para poder predicarles." Eso me sorprendió. Quería predicar el evangelio en voz pública pero no podía porque le faltaba la bocina. Ahora, yo no predicaba en público así, no por falta del aparato, sino porque tenía miedo. Pero aquel hermano no estaba usando la falta de una bocina como pretexto, sino tenía el prejuicio que se necesitaba una amplificadora para poder predicar en público. Mientras el equipo de sonido había capacitado a mi papá 10 años antes, yo ví que la misma bocina había impedido el evangelio en el ministerio de sus seguidores. Auto-capacitación es buena pero no es lo único importante.

Capacitación de Otros

El trabajo del predicador es más que predicar, como estás viendo. Al principio lo más importante al novato es adiestrarse y capacitarse a sí mismo. Pero con tiempo empieza a reconocer que lo más importante a lo largo es adiestrar y capacitar a otros. Necesitamos hacer todo con esto a la vista, de enseñar y encargar la obra a otros. El predicador que nunca reconoce esto sólo predica en su lápida. Hasta ahí llegó.

En San Luís Potosí, para poder predicar, empezamos a acumular aparatos, pues, equipos de sonido, proyectores, generadores, remolques para pantalla y púlpito. Compré libros para adiestrarme en reparación de electrónica. Por medio de estas cosas predicamos en público casi todas las noches. Luego empezamos a acumular aparatos de impresión. Hasta entonces solamente teníamos un viejo mimeógrafo. Así que compramos imprentas (tres), dobladores (tres), nos hicimos aparatos para recortar negativos y quemar placas. Nos hicimos "expertos" en impresión. Y repartíamos folletos por cientos de miles. Repartimos en Zapopan, en San Juan de los Lagos. Repartimos casi 50,000 folletos en 6 horas durante el terremoto en México en septiembre de 1985. Imprimimos medio millón de folletos para el mundial en 1986. Por esos folletos, y por publicaciones de folletos en revistas nuestra escuela de correspondencia creció a miles de estudiantes. Aunque éramos ocupados y nos sentíamos misioneros de a de veras, muy capacitados, algo nos faltaba.

Eramos unos cuantos misioneros de San Antonio, peliculando y predicando, imprimiendo y repartiendo, pastoreando y visitando. Pero no había hombres dados a la iglesia. Quiero decir que nadie seguía nuestro ejemplo. Había hermanos que nos acompañaban, pero ninguno salía para hacerlo él mismo. Empezamos a considerar como corregir este problema, sabiendo que sin hombres dados por Dios, ya habíamos alcanzado todo lo posible para nosotros. No podíamos avanzar más. En fin, reconocimos que la razón que nadie hacía la obra era porque ninguno de los hermanos que habíamos ganado a Cristo tenía el "equipo necesario." Primeramente, no sabían hacer la obra sin los aparatos tan codiciados por los misioneros. Segundamente, el equipo que habíamos acumulado era costoso, y difícil de mantener. Nos topamos con una decisión. O les prestamos nuestros equipos (haciéndonos el patrón), o dejamos de usar estos equipos. Optamos de dejar atrás los aparatos.

Desde entonces hemos estado simplificando nuestros ministerios. Después de estar predicando sin equipos de sonido y sin proyectar películas, y viendo bíblicamente que era precisamente lo que Dios nos había mandado hacer desde el principio, dejamos de enredarnos aún con las imprentas, y empezamos a predicar en León de tiempo completo, mañana y tarde. No solamente la iglesia creció rápidamente, pero otros hermanos empezaron a predicar también, siguiendo el mismo ejemplo. Ninguno de ellos se quejaba de no tener dinero, o aparatos para capacitarse. Ninguno hacía pretextos. Solamente salían de sus casas y predicaban el evangelio en la calle. Ahora, al comparar los dos ministerios, reconozco que este es muy superior al otro. Aunque nos sentíamos muy capacitados con tantos aparatos, y "expertizados" en su mantenimiento, éramos solamente unos cuantos. Ahora, sin aparatos, sin enredos, hasta sin edificios, somos rodeados por muchos predicadores. Por medio de otros que siguen el mismo ejemplo hemos alcanzado predicar a muchos más.

No digo que los aparatos son muletas, porque eso implica que fuéramos cojos sin ellos. En realidad son enredos y embrollos. Temo que entre más aparatos acumulen los misioneros, más enredados son. Esto ahora me es clarísimo. Yo recibo cartas de misioneros. Son revelaciones increíbles de sus embrollos. Uno en San Luís Potosí pide 10,000 dólares para comprar un terreno. Otro en Guadalajara pide oración para conseguir un camión para su escuela dominical. Una iglesia tiene aportados en su tablilla a la entrada de su edificio los fondos especiales para nuevos himnarios, para tapicería, para sillas, y en fin. Un misionero en Europa pide equipo de impresión. Uno en centro América pide nueva computadora. Quizá algunas cosas hacen la vida de un predicador más cómoda, pero no son necesarias a la obra, y no hacen al misionero más eficiente o eficaz. La obra misionera es predicar, y aparatos no ayudan eso, y en muchos casos impiden el progreso.

4 (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;) 2 Corintios 10

Para aquellos que tienen dudas, admito que algunos aparatos, como equipos de sonido, si ayudan a la predicación en algunos aspectos, pues alcanza a más gente y relaja un poco la voz. Sin embargo tales equipos también son relajos. Fíjate. Requieren ser llevados de aquí allá, que finalmente requiere vehículo. A veces requieren permisos del gobierno, pues estás haciendo función. Requieren acomodación que en algunos casos toma más tiempo que la predicación misma. Y lo que pocos comprenden al conseguir los aparatos, requieren reparación, mantenimiento, capacitación personal y constante reinversión. En fin, y nos consta, él que tiene mucho equipo predica muy poco, relativamente. Uno se enreda en los aparatos tanto que no puede cumplir su ministerio.

Extremismo

Ahora, la abstinencia de aparatos modernos es fanatismo y ascetismo. Hay sectas que lo han hecho ya por siglos. Los Menonitas y los Amish son sectas cristianas que son conocidas por no modernizar sus vidas. Algunos entre ellos no utilizan luz eléctrica, ni automóviles, ni siquiera clavos de hierro. Su extremismo es una atracción para turistas, pero no es beneficial al evangelio, ni siquiera a su familia. No quiero abstenerme del siglo 20 ni de la revolución industrial. Yo creo que hay muchas cosas útiles y convenientes (teléfono, carro, computadora) que al poder comprarlas, sí valen su precio, porque nos ayudan en la vida. Pero lo que quiero aclarar es que el predicador no necesita ningún aparato para predicar. Y es más, cuando usa aparatos en su ministerio pierde algunas cosas que son mucho más importantes. Si te acuerdas, fue por esa razón que los apóstoles demandaron diáconos, para no tener que servir a las mesas (Hec. 6.2).

Hoy en día encontramos que los "ministros de la palabra" sirven, si no "a las mesas," por lo menos sirven a sus aparatos. Y siempre quieren manejar mucho dinero y señorearse sobre más cosas materiales. El problema mayor con todo esto es que él que tiene muchos aparatos predica menos, y enseña a los novatos prejuicios acerca de los aparatos mismos. Y al final, no puede sencillamente encargar la misma obra a ellos. Aún si uno predica sin enredarse (por tener pocos aparatos, como mi papá), sus seguidores van a tener el pretexto conveniente de no tener los mismos aparatos, y por eso la obra suya es impedida grandemente.

Nuestra Parte en la Capacitación de Otros

No nos toca a nosotros el llamamiento de hombres para la obra. Pero sí nos toca reconocer quienes son llamados, y hacer nuestra parte para capacitarlos. Capacitación de otros requiere inversión de tiempo. Pero es el único verdadero éxito del predicador. En realidad, es el éxito del padre también. Un padre no solamente debe proveer para sus hijos, debe capacitarlos también. No debe atar sus correas, debe enseñarle atar sus propias. La madre no debe solo cocinar para sus hijas, debe enseñarlas a cocinar. La importancia de esto es imposible exagerar. Es la diferencia entre hijos perezosos y diligentes, entre su confianza y su timidez. Así también nosotros, como ministros del evangelio debemos hacer nuestra parte para capacitar a otros, que incluye entre otras cosas:

Animar: El predicador tiene que persuadir y animar a otros hermanos. Tiene que reclutar ayudantes. Tiene que animar a otros repartir folletos, invitar vecinos, y tiene que empujar algunos a predicar. Los que saben animar a otros tendrán más éxito en sus ministerios.

Discernir: El que tiene muchos compañeros y ayudantes debe aprender a reconocer el don en otros. Esto no es fácil, porque no necesitamos reconocer habilidades en otros, necesitamos reconocer el don de Dios. Hay muchas características que son necesarias en un predicador llamado por Dios, la sinceridad, la humildad, el valor, la constancia, el entendimiento, seriedad, etc. Si somos fácilmente impresionados con elocuencia, gracia, educación, amabilidad y vestuario, invertiremos mucho tiempo en hombres de poco valor en ojos de Dios. Es imperativo que sepamos distinguir los hombres que Dios está llamando.

Apoyar: Algo siempre sucede cuando un novato está siendo animado por uno de experiencia, y es que siempre hay hermanos en la iglesia que no lo aceptarán. Van a resentir el novato, van a acusarle, van a corregirle para desanimarle, pero tú, aunque también le corriges, tienes que apoyarle. Protege a los novatos que Dios está llamando de las envidias y los menosprecios de hermanos insensatos.

Encargar: Responsabilidad tiene que ser entregada poco a poco. Por celo de esta cosa no debemos entregar la hora de enseñanza a hermanos que no son preparados todavía, porque esto puede causar su caída (1 Tim. 3.6). Pero debemos aprender a encargar trabajos adecuados a otros hermanos de la iglesia. D. L. Moody decía "no hagas el trabajo de 10 hombres, consigue 10 hombres para hacer el trabajo." No solamente debemos permitir a un hermano menor hacer decisiones menores, debemos insistir que las hagan.

Confiar en el Espíritu Santo: Lo más difícil sin duda es el último paso. No solamente tienes que permitir algunos errores mientras estás junto con ellos, al tiempo preciso tienes que dejarles. Cristo dijo que era necesario que él se fuera (Juan 16.7). Era necesario no solamente para que venga el Consolador, era menester para finalmente capacitar a sus apóstoles en sus propios ministerios (Juan 17.18). La mayoría de los pastores, predicadores y misioneros nunca aprenden este último paso, pero es quizá el paso más importante. Quizá algunos no quieren dejar la obra en manos de otros porque siempre quieren ser el "patrón." Pero otros porque es un riesgo, sabiendo que algunos van a fracasar. Es importante que no desamparamos a hermanos todavía muy novatos, pero hay un momento propicio para entregar la obra en manos de Dios, y dejar que se pruebe solo. Si no hubiera posibilidad de fracaso, no habría verdadera victoria. La consolación es que siempre algunos van a salir adelante, no como ayudantes, ni como fanáticos seguidores de tí, sino como obreros capaces, responsables y entregados a la obra. Es más, estos hombres serán tus compañeros de veras, no tus estudiantes, sino tus colegas, no tus subordinados, sino tus colaboradores. Es por eso que digo que a los diez predicadores aprendices de mi papá les era mejor que él se iba. Quizá el tiempo no era el mejor para algunos, pero para otros sin duda el tiempo era preciso. Recuerda que tu verdadero éxito se medirá por medio de esto, hermano, así que, lo que has aprendido, "esto encarga á los hombres fieles que serán idóneos para enseñar también á otros."