La Epístola

Apartado 432

Administración 1

Morelia, Mich. CP 58001

#44 Abril, 1998

Impreso en México

 

Noticias

León está planeando una conferencia de exhortación desde jueves, abril 23 hasta domingo, abril 26. Todas las noches habrá predicaciones empezando a las 7 de la tarde. Se llevará a cabo en el salón Azul, Castillo de Chapultepec #102, una cuadra al sur del arco de la Calzada. Como el salón no es confirmado, llama a Juan Córdova antes de ir para asegurar el lugar de la conferencia. Su tel. es (47) 78-15-64. El horario es lo siguiente:

Jueves 23 Oscar Hernández Guillermo Kincaid

Viernes 24 Flavio Santoyo Juan Castillo

Sábado 25 Juan Castillo Oscar Hernández

Domingo 26 Guillermo Kincaid Flavio Santoyo

Por las dos conferencias planeadas en abril, primeramente en Celaya durante semana santa, y la otra en León la última semana, se cancela la reunión de predicadores en abril, aunque ya fue anunciada en la Epístola anterior.

Salamanca cumplió su conferencia de evangelismo y exhortación en marzo. Llegaron predicadores de Irapuato, Querétaro, León y Morelia para participar en el evangelismo en las calles. Varios de Salamanca predicaron también en las colonias y en el centro, algunos por primera vez. Oremos que no solamente el esfuerzo produce fruto, pero también que los hermanos sean animados para seguir fielmente en el evangelismo de su propia ciudad.

Población de Mexicanos de habla indígena: 10.4% de la población indígena es "evangélica," mientras la nación total es solamente 4.4%. La gran mayoría de hablantes de lengua indígena viven en el sur del país, en Yucatán, Oaxaca, Q. Roo, Chiapas, Campeche, Puebla, Guerrero y Veracruz, con concentraciones fuertes en las montañas de Hidalgo y San Luís Potosí. (Estadísticas de INEGI, censo 1990).

Nahuatl 1,197,328

Maya 713,520

Mixteco 383,544

Zapoteco 380,690

Otomí 280,238

Tzeltal 261,084

Tzotzil 229,203

Totonaca 207,876

Mazateco 168,374

Chol 128,240

Mazahua 127,826

Huasteco 120,739

Chinanteco 103,942

Mixe 95,264

Purepecha 94,835

Tlapaneco 68,483

Tarahumara 54,431

Zoque 43,160

Mayo 37,410

Tojolabal 36,011

Popoluca 31,079

Chatino 28,987

Amuzgo 28,228

Chontal 23,779

Huichol 19,363

Tepehuan 18,469

Zapoteco Sureño 16,530

Triqui 14,981

Kanjobal 14,325

Otras todas 354,408

 

 

Las Parábolas III

Siervos

La mayoría de las parábolas tienen referencias a "siervos," pero seis parábolas tienen como su tema mayor la responsabilidad de los siervos.

Talentos, Minas y Facultad

La parábola de Talentos (Mat. 25.14-30), la de Minas (Lucas 19.12-27), y la de Facultad (Mar. 13.34-36) son tan semejantes que algunos suponen que son la misma parábola con pequeñas variaciones (¿debidas a las pobres memorias de los autores, o errores en transcripción?). Pero las diferencias, mayormente en la de Minas, nos hacen claro que son por lo menos dos diferentes parábolas, y vemos que así es, siendo que las de Mateo y Marcos se relataron en el discurso de eventos finales en el monte de las Olivas (Jerusalem, Mat. 24.1-3), y la de Lucas se relató en Jericó (Luc. 19.1). Tienen diferentes interpretaciones, pero sus semejanzas dan de entender una misma moraleja, la responsabilidad de siervos.

La parábola de Talentos refiere al reino de los cielos mientras la de Minas refiere al reino de Dios. Talentos habla de "un hombre" mientras Minas habla de un hombre "noble." Mateo habla de "talentos" repartidos conforme a su "facultad," y menciona tres siervos, pero Lucas habla de diez "minas" repartidas iguales entre diez siervos. Lucas cuenta que el hombre noble parte a una "provincia lejos" para "recibir un reino," que después de su ida sus ciudadanos envían una "embajada tras de él" rechazando que reine sobre ellos. La de Talentos recompensa los siervos fieles poniéndolos sobre "mucho," y "entran en el gozo de su señor," mientras en la de Minas les recompensa con autoridad sobre "ciudades." El siervo malo de Mateo escondió su talento "en la tierra" mientras el siervo malo de Lucas guardó su mina "en un pañizuelo." Y en Mateo el siervo malo es echado en las tinieblas de afuera, mientras Lucas no menciona castigo al siervo, pero sus ciudadanos enemigos son "degollados." Marcos parece abreviar la parábola de Mateo pero añade un dato curioso, un aviso a un "portero que velase."

En todos los casos el "hombre" de la parábola es Jesucristo (o Dios Padre). Los bienes entrega a sus siervos conforme a su "facultad" en Mateo, pero Marcos dice que dio "facultad" (o sea, autoridad, Mat. 21.23 con Mar. 11.29). Los siervos de Mateo y Marcos, entonces reciben autoridad de Dios. Una pista encontramos en Lucas, donde dice que el hombre noble ya había partido a una provincia lejos antes de dar las minas a sus diez siervos (v. 12). En Mateo el hombre dio los talentos antes de partirse (25.15). En Marcos dio la facultad al irse, pero después de "dejar su casa" (13.34). El partirse "lejos" se dice acerca de donde fue Dios (al cielo) después de entregar la tierra prometida a Israel (Viña Rentada, Mat. 21.33-44 etc.) entonces en la parábola de los Talentos su partida lejos entendemos como la "ascensión" de Jesucristo al cielo (Mar. 16.19; Luc. 24.51; Hec. 1.9). Pero la parábola de Minas no dice que "partió lejos," sino dice que partió a "una provincia lejos." La provincia "lejos" corresponde a la provincia "apartada" a donde se fue también el hijo pródigo (Luc. 15.11), lo cual hemos visto ser la tierra de los Gentiles (2 Rey. 18.35; Est. 3.12).

Si esto no es suficientemente claro, el número de los siervos en Lucas también nos relata algo, pues el número 10 tiene relación con Gentiles: Noé, padre de los Gentiles, es el décimo de Adam, habrá 10 reyes de los Gentiles (Dan. 7.24; Apo. 17.12), Génesis 10 habla de la división de Gentiles, y Hechos 10 habla de la conversión de Gentiles. Así que suponemos que los 10 siervos de la parábola de Minas refiere a siervos enviados "lejos a los Gentiles" (Hec. 22.21), llamados después de su ascensión al cielo durante su "partida" a tierras de Gentiles. Hay otras alegorías que concuerden el número 10 con Gentiles, pues Eliezer, siervo Gentil de Abraham (Gen. 15.2), llevó 10 camellos para ir en busca de una esposa para Isaac (Gen. 24.10), Jacob envió 10 hermanos a Egipto (Gen. 42.3), José envió a su padre 10 asnos y 10 asnas de bienes de Egipto (Gen. 45.23), Booz juntó 10 testigos para tomar su esposa Gentil (Rut 4.2), y Zacarías profetiza que habrá 10 Gentiles por cada Judío que busca a Dios en Jerusalem (Zac. 8.23).

El reino que Cristo recibe mientras su salida (Lucas 19.12,15) es el reino espiritual de los Gentiles, y los ciudadanos rebeldes que envían la embajada tras él (19.14) son los Judíos durante el libro de Hechos (Juan 19.15). Esto nos hace pensar que la parábola de Lucas, siendo del "reino de Dios," está hablando del llamamiento de siervos para enviar a los Gentiles, en tiempo de gracia, y por eso no nos sorprende que no hay castigo al siervo malo en Lucas, sino solo pérdida (19.24). La recompensa de "autoridad sobre ciudades" demuestra que su galardón está en el reino político futuro, lo cual también se dice acerca de Cristianos Gentiles (1 Cor. 6.2).

A cambio, la parábola de Talentos (Mateo) siendo del reino de los cielos habla de la responsabilidad de los siervos de Jesucristo que recibieron "facultad." La facultad significa autoridad, y autoridad fue dada a ciertos discípulos (Luc. 10.1), y a apóstoles (Juan 20.22,23; Hec. 1.8; Efe. 3.5), y posiblemente refiere a la facultad dada a los 144,000 "señalados" de la tribulación (Apo. 7.3,4). La recompensa a los siervos con Talentos es que "entran en el gozo del Señor" que simbólicamente refiere al reino en Jerusalem (Jer. 49.25; Sal. 21; 48.1; Isa. 60.15; 65.18,19; Lam. 2.15; Mat. 13.44, etc.). El siervo malo es echado en las tinieblas de afuera, que relaciona esta parábola con la generación de Cristo (Mat. 8.12) y también la generación del fin (Mat. 22.13 "las bodas").

La singularidad de la parábola de Marcos es que Cristo manda a un portero que velase (Mar. 13.34). Porteros en el AT eran siervos del templo, sacerdotes y levitas (1 Cro. 9.18; 26.19; 2 Cro. 8.14; 23.4; 34.13; Neh. 10.39; 13.5; etc.), eran soldados (Neh. 11.19), y aseguraban que ninguna cosa inmunda entrase al templo (2 Cro. 23.19). En el NT el portero abre la puerta para "el pastor" (Juan 10.3). Hay una puerta cerrada a siervos después de la resurrección (Luc. 13.25), y otra vez después en la segunda venida (Mat. 25.10). Y hay una puerta cerrada a Jesucristo durante la tribulación (Apo. 3.20, Cant. 5.2). Nada de esto me ha aclarado a quién se refiere el portero de la parábola.

Mayordomos

Hay dos parábolas acerca de mayordomía, y una de ellas ha confundido a muchos. La parábola del Mayordomo Fiel (aunque también habla de siervos malos) se encuentra en Mateo y Lucas (Mat. 24.45-51, Luc. 12.42-48), con pocas variaciones. Son parábolas relatadas en diferentes ocasiones, pues la de Mateo se relató en el monte de Olivas, pero la de Lucas se relató mucho antes de ese discurso. Hay que recordar que Jesucristo era un predicador ambulante, y predicaba las mismas cosas en muchas diferentes ciudades. Es por eso que hay variaciones entre los evangelios, no por mala memoria de los apóstoles o corrupción de los manuscritos. Es casi la misma parábola en todos sus puntos, sus diferencias son menores. En Mateo no es llamado un mayordomo, pero Lucas lo llama así. La mayordomía en Mateo es tiempo pasado, "puso sobre su familia," mientras en Lucas es tiempo futuro "pondrá."

Un mayordomo es un siervo encargado con la autoridad de "la casa" (Gen. 39.4; 43.16,19; 44.1), para "dispensar" sus bienes (Mat. 20.8; Luc. 12.42). Obviamente un mayordomo es un siervo con autoridad sobre otros siervos. El NT dice que apóstoles son mayordomos (o "dispensadores," que es la misma palabra en Griego, 1 Cor. 4.1), que obispos son "dispensadores" (Tit. 1.7), y ministros son "dispensadores" (1 Ped. 4.10). Una clave de esta parábola es la pregunta que Pedro hizo al Señor acerca de la parábola del "padre de familia, "¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?" (Luc. 12.41). Estas parábolas son relacionadas, entonces. La parábola del mayordomo es respuesta a esa pregunta, y significa que la parábola no es dicha a todos. El "padre de familia" en la parábola anterior refiere a "escribas" (Mat. 13.52) enviados por Jesucristo (Mat. 23.34). "Escriba" refiere a la palabra de Dios, y efectivamente vemos que los apóstoles eran encargados de "dispensar" la palabra de Dios (Tito 1.3; 1 Cor. 4.1; 9.17; Gal. 2.7; Col. 1.25). Mayordomía, el gobierno de casa, entonces, tiene que ver con la palabra de Dios. La variación de tiempos de la parábola (puso - pondrá) indica que habla tanto a apóstoles presentes y a los 144,000 del futuro.

Mayordomo Malo

La parábola del Mayordomo Malo (Luc. 16.1-13) es la única parábola sin una moraleja útil, o por lo menos, muy difícil de aplicar. La mayoría de los intérpretes de esta parábola terminan con la opinión que Jesucristo hablaba "sarcásticamente," no en serio, porque parece que Dios "alaba" al mayordomo malo por robarle (16.8). Es más, Jesucristo da como moraleja a "sus discípulos" (16.1) que deben hacerse amigos de las "riquezas de maldad" para ser recibidos en sus "moradas eternas" (16.9). La moraleja mayor, sin embargo, se encuentra en el v. 13, "no podéis servir a Dios y a las riquezas." Y ya hemos visto que la moraleja sencilla de una parábola no es el propósito mayor de ella. Las parábolas fueron dadas para encubrir algo importante a los incrédulos, y descubrirlo a los creyentes. Esta parábola es quizá una de las más importantes en ese aspecto.

Vimos que la mayordomía tiene que ver con la "casa del señor" y con la palabra de Dios. Mayordomos refieren a los apóstoles y ministros del evangelio en la iglesia. Pero esta parábola no habla de mayordomos, habla de un rico que tenía "un mayordomo" (16.1). Este mayordomo fue "acusado delante de él" de ser "disipador." Disipar, con relación a la palabra de Dios, refiere a desobediencia a la ley (Sal. 119.126), negligencia a la obra (Pro. 18.9), e ignorancia de profecía (Pro. 29.18). El mayordomo singular en este caso es aquel a quien fue encargado la palabra de Dios, que solamente puede significar Israel (Rom. 3.2; 9.4; Deu. 4.8; 29.29; Neh. 9.14; Sal. 78.5; 147.19; Eze. 20.11). Israel desperdició su tesoro como vimos también en el hijo pródigo (Luc. 15.13). Jesucristo vino para hacer cuentas a su mayordomo Israel (Juan 9.39; 5.22) y le avisó que ya no podría más ser mayordomo (Mat. 8.12; 21.43; Luc. 13.28).

Otra clave es que el mayordomo malo refiere a "hijos de este siglo" (v.8). La parábola entonces es dirigida a los discípulos de Jesucristo (v. 1) como representantes de esa generación de Israel, a que fue encargada la casa y la palabra de Dios, y las había desperdiciado. La explicación de Jesucristo aclara que el pecado de Israel era ser infiel en las "malas riquezas" (v.11, dinero? v.13), y en "lo ajeno" (las cosas de Dios). Con estas claves podemos reconocer el aviso que Jesús da al Israel incrédulo de su día. El mayordomo (siendo sagaz) tomó los bienes de su señor y los usó para conseguir favor entre sus deudores. Los "deudores" (v.5) siendo relacionados con Israel, tienen que representar a Gentiles (Rom. 15.27; 11.18). Así, Israel es avisado de prepararse para el día en que le es "quitado la mayordomía" (v.3), que seguramente significa la destrucción de Jerusalem en el año 70. Si es "sagaz" se hará amigo de Gentiles ricos, para que sea "recibido" en sus moradas. Se perderá eternamente, por supuesto, pero no tiene caso preocuparse de la eternidad aquellos que "sirven a las riquezas" (v.13). Así que, esta parábola es un aviso oculto de la dispersión de Israel entre Gentiles, y los Judíos han seguido su consejo, pues, han llegado a ser entre los más ricos del mundo viviendo en las moradas de Gentiles.

Consiervos Deudores

La parábola de los Consiervos Deudores (Mat. 18.23-35) es muy difícil para Cristianos considerar, porque su moraleja es más sobresaliente que su interpretación, y da de entender que uno puede perder su perdón. Además, Católicos utilizan esta parábola para enseñar su doctrina del purgatorio, que según ellos es referido por los "verdugos" (v. 34). Esto no es interpretación legítima, por supuesto, porque la doctrina de purgatorio dependería totalmente de esa interpretación de esa parábola, lo cual es al revés. La doctrina debe basarse en dichos claros, y la parábola debe ser interpretada conforme a referencias claras. Esta parábola trata del reino de los cielos, por supuesto, y la moraleja, que no es alegoría sino un decreto sencillo (v.35), es aplicada a los apóstoles y discípulos en aquel tiempo presente. Por la semejanza entre el ministerio de los apóstoles en Judea (Mat.10) y aquellos en la tribulación del futuro (Mat. 24) reconocemos que hay una relación entre los dos, y así suponemos que la moraleja de esta parábola tiene aplicación a ambos tiempos.

La moraleja indica dos verdades severas, que el perdón de uno depende de su perdón a otro (Mat. 6.14, Mar. 11.25), y que hay un perdón de Dios que es solamente temporal, que puede uno perder (Mat. 12.32). Suponemos que un perdón temporal tiene que ver con castigos en esta vida solamente, pero nada de esto es aclarado en la moraleja. El perdón para la iglesia toma otra forma, pues, somos ya perdonados de todos nuestros pecados (Col. 2.13), nuestras iniquidades no serán recordadas (Heb. 8.12; 10.17), nuestro perdón depende del nombre de Jesucristo (1 Juan 2.12), de la sangre de Jesucristo (Efe. 1.7; Col. 1.14); y de la intercesión de Jesucristo (Heb. 7.25; 1 Juan 2.1), y nosotros perdonamos porque somos ya perdonados, (Efe. 4.32; Col. 3.13). La moraleja entonces no pertenece a la iglesia.

La parábola habla de un hombre que es "rey," y de un "siervo" deudor que le rogaba "paciencia," no perdón. Ya vimos que siervos del rey representan a Israel (Juan 13.16; 15.20; 18.36; Hech. 2.18), una cosa obvia en casi todas las parábolas. Un dato interesante es que en esta parábola, no solamente el siervo deudor iba a ser vendido, sino su mujer e hijos también, con "todo lo que tenía" (v.25). Esto indica que el "siervo" deudor no simboliza a individuos, sino a un grupo, o representante de un grupo. Pero el "consiervo" deudor fue echado en la cárcel solo (v. 30), y hay otros consiervos que son "testigos" en contra del siervo (v.31), indicando que estos representan a individuos. Bíblicamente los "consiervos" representan a "siervos de Jesús," algunos cuales sufrieron persecuciones por su testimonio (Apo. 6.11; 19.10; 22.9). El "siervo" entonces tiene que referir a los representantes de Israel que no mostraron misericordia a sus "consiervos" (Judíos creyentes), tanto en el libro de Hechos, y en la tribulación futura.

El "siervo" tuvo una deuda grande, y fue perdonado, porque "rogaste," le dijo el rey (v.32). Esto supongo refiere al perdón de Israel por Dios, siendo Jesucristo mismo él que rogó el perdón (Luc. 23.34), e Israel fue perdonado (colectivamente) por crucificarle (Hec. 3.17-19). Pero luego el siervo "halló" uno de sus "consiervos" y le persiguió (v.28), aunque su deuda era pequeña, lo cual corresponde a las miserables acusaciones de los Judíos en contra de los apóstoles (Hec. 5.28; 21.28). Por eso el rey se "enojó" con el siervo (v.34), como también Dios se enojó con Israel por lo sucedido en el libro de Hechos (1 Tes. 2.16; Efe. 5.6; Col. 3.6; Heb. 3.11). El siervo fue entregado a los "verdugos hasta que pagase todo lo que debía" (v.34), y lejos de indicar algún "purgatorio" inventado por Platón, esto refiere a las profecías de Israel cautivo y encerrado "en tanto que pasa la ira" (Isa. 26.20; 54.7; 60.10), o sea, hasta que se "convierten" (2 Cor. 3.16; Rom. 11.25,26).

La Viña y Los Árboles

Árboles, bíblicamente, simbolizan a reyes, reinos o naciones (Juec. 9.8; Isa. 65.22; Eze. 15.2,6; 17.5,24; 31.3; Dan. 4.10,22; Ose. 14.5,6,8; etc.), y simbolizan a religión, falsa o verdadera (1 Rey. 14.23; 2 Rey. 16.4; 17.10; 2 Cro. 28.4; Sal. 52.8; Pro. 11.30; Isa. 40.20; Isa. 57.5; 61.3; Jer. 11.15; Hag. 2.18,19).

La viña y la Higuera aparecen en muchas parábolas, pero es el tema mayor en estas que siguen. La viña en símbolos bíblicos representa a la casa de Israel en la tierra de Israel (Sal. 80.14; Isa. 5.7; 27.1-6; Jer. 12.10; Ose. 10.1) con especial referencia a Jerusalem (Isa. 1.7,8; 5.1-3). La "vid" representa al pueblo de Israel (Sal. 80.8; Isa. 5.7; Jer. 2.14,21; Eze. 15.6; 17.2,6; 19.10; Joel 1.7). Uvas representan a individuos Israelitas (Isa. 5.4; Ose. 9.10).

La higuera también habla de Israel, con especial referencia a la tierra de Israel (Joel 1.6,7), y los higos representan a su pueblo (Ose. 9.10). Por la historia de Adam y Eva que se cubrieron con hojas de higuera (Gen. 3.7) queremos aplicar la higuera al sistema religioso de Israel (Pro. 27.18), con especial enfoque a su pacto, la ley de Moisés dada en el desierto de Sinaí (Ose. 9.10) y al templo de Jerusalem (Jer. 24.1; Joel 1.12,13).

La Viña Rentada

La Viña Rentada refiere al reino de Dios (Mat. 21.43), y se encuentra en los tres evangelios sinópticos (Mat. 21.33-44; Mar. 12.1-9; Luc. 20.9-19). Fue relatada en la misma situación en los tres, la demanda por parte de los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos, acerca de quién dio la autoridad a Jesucristo. La parábola es copiada de la de Isaías 5.1-7, con la de Cant. 8.11,12 agregada, las cuales aseguran su interpretación, y la colocan antes de Jesucristo, porque la "viña" ya fue plantada en tiempos de Salomón e Isaías. En la parábola un hombre "plantó una viña," la cercó, cavó un "lagar," edificó una "torre," y la dio a renta a "labradores." La viña en este caso es Jerusalem (Isa. 5.1-3), porque es "cercado," que simboliza el muro de Jerusalem edificado por Dios por lo menos dos veces (1 Rey. 9.15; Neh. 4.15). El lagar significa el lugar de sacrificio o matanza (Núm. 18.27; Isa. 5.2; 63.2,3; Jer. 25.30; Lam. 1.15; Apo. 19.15), que correspondería al templo, y la torre probablemente significa la casa del rey (Neh. 3.25; Cant. 4.4; Isa. 5.2).

El señor de la viña la renta a "labradores" que simbolizan a los príncipes y ancianos de Israel (Jer. 51.23; Joel 1.11,13), y eso según ellos mismos también (Mat. 21.45; Luc. 20.16,19). Los siervos enviados para recibir sus frutos son los profetas (2 Rey. 9.7; 17.13; Jer. 7.25; 25.4; Apo. 10.7; etc.) Los sufrimientos de los profetas a las manos de los príncipes de Israel es un tema fuerte de Jesucristo.

49 Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré á ellos profetas y apóstoles; y de ellos á unos matarán y á otros perseguirán;

50 Para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la fundación del mundo;

51 Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo: así os digo, será demandada de esta generación.

Lucas 11

"A la postre" el señor de la viña envió su hijo. El hijo enviado (Juan 3.16), el "heredero" (Heb. 1.2) es Jesucristo mismo, por supuesto, que vino "a la postre," dándonos entender que su tiempo era de los postreros tiempos (Heb. 9.26), y que los siglos que han pasado desde entonces no cuentan proféticamente. Le "echaron fuera de la viña" para matarle, lo cual significa la crucifixión fuera de la puerta (Juan 19.20; Heb. 13.12) de Jerusalem. La moraleja de la parábola los mismos príncipes y ancianos adivinaron (Mat. 21.41). La interpretación inmediata era que "el reino de Dios será quitado" de aquellos Judíos, y dado a otra gente, la iglesia. Esto no significa que todas las promesas de Israel son dadas a Gentiles, significa que el reino espiritual es quitado de ellos, mayormente de los príncipes y ancianos de esa generación de Israel.

Obreros en la Viña

Esta parábola (Mat. 20.1-16) refiere al reino de los cielos, entonces suponemos al empezar que trata con el reino político de Israel, y aún más viendo que los obreros trabajan en una "viña" que ya vimos significa a Israel en su tierra. La parábola es en alguna manera una respuesta a la pregunta de Pedro en Mat. 19.27 siendo que empieza la parábola con la palabra "Porque." Hay 5 grupos de obreros empleados a través del día, los de la primera hora, tercera, sexta, nona, y últimamente los de la undécima hora. No debemos olvidar que estos obreros son enviados a la viña, no al "campo" (el mundo).

El tema de enviar obreros a una cosecha por un salario también se encuentra en Juan 4.35-38. En esa referencia Jesucristo menciona obreros antes de los apóstoles en cuyos labores los apóstoles entraron. Así que, los primeros obreros tienen que representar a los profetas (Zac. 13.5). Los segundos obreros son los apóstoles escogidos en el ministerio de Jesucristo (Mat. 10.10). Jesucristo pide de ellos oración por más obreros en Mat. 9.37,38, o sea, un tercer grupo, los cuales deben corresponder a los Judíos convertidos en los primeros capítulos de Hechos que predicaron solamente a Judíos (Hec. 6.7; 8.1; 11.19). De allí el rastro desaparece y suponemos que los dos últimos grupos corresponden a ambas mitades de la tribulación, empezando con los 144,000 señalados que testificarán en las sinagogas (Luc. 21.12). Parece que estos hombres serán tomados al cielo para presenciar la boda (Mat. 25.10) a la mitad de la tribulación (Apo. 14.1), y que algunos otros de sus siervos tendrán que esperarle "volver" de las bodas (Luc. 12.36).

La murmuración de los obreros tiene que ver con la recompensa, y la recompensa es igual a todos. Hay ejemplos de murmuraciones entre los apóstoles acerca de quienes serían mayores en el reino (Mat. 20.24; Mar. 9.35; 10.41; Luc. 22.24) y Jesucristo aclara que ninguno de ellos lo será. La parábola pretende que todos estos obreros, aunque no todos igualmente dignos, recibirán el mismo salario. Pero la parábola misma está en el contexto de la promesa que los 12 apóstoles se sentarán sobre 12 tronos y reinarán sobre Israel (Mat. 19.28), que parece indicar que serán encima de todos los demás grupos. Y Jesucristo una vez dijo que cualquier en el reino de los cielos era mayor que Juan Bautista, indicando que el primer grupo (los profetas) iba a ser menores (Mat. 11.11). Si tendrán el mismo salario, indicado por la parábola, tenemos que suponer que la distinción entre ellos desaparecerá cuando el reino llega (Luc. 13.28). De otro modo tenemos que suponer que el salario tiene algún significado especial aunque lo ignoro (Isa. 40.10, Jer. 31.16, Luc. 10.7, Juan 4.36, 2 Cor. 11.8).

Higuera en la Viña

Esta parábola (Luc. 13.6-9) tiene una viña con una higuera plantada en ella. La higuera no produce fruto, y el señor quiere cortarla, para que "no ocupara la tierra." El viñero pide paciencia para excavar y estercolarla otro año. Si no produce fruto, el señor la cortará después.

La higuera, siendo Israel, "ocupa la tierra," que es la viña. Así que, la viña es la tierra de Israel, y la higuera es el pueblo de Israel, específicamente esa generación. El señor es Jesucristo, que buscó fruto en la higuera la misma semana que él murió (Mat. 21.19; Mar. 11.13) que corresponde a los "tres años" que Jesucristo ministraba a Israel buscando fruto, y no halló. La maldición de la higuera corresponde a la maldición de Jesucristo a Israel y Jerusalem antes de morir (Mat. 23.37; Luc. 13.34). El viñero, o el obrero en la viña, quizá puede representar al Espíritu Santo, pero más probable representa a los apóstoles, pues tenemos testimonio que ellos pidieron paciencia para Israel (Hec. 5.31; 7.60, 28.20; Rom. 9.3; 10.1).

Higuera Brotando

Esta parábola encontrada en tres sinópticos (Mat. 24.32-34; Mar. 13.28-30; Luc. 21.29-32) se ha tratado profundamente en la Epístola #5, entonces no es necesario tratarla otra vez. La primavera que trae las hojas y la flor de todas las plantas (Cant. 2.13) simboliza la restauración de Israel, profetizada en el AT (Isa. 11.11; Jer. 3.18; 16.14,15; etc.) y en el NT (Rom. 11.25,26). Esta parábola ha sido la causa principal del resurgimiento de "fundamentalismo" cristiano, una interpretación bíblica que entiende todas las profecías literalmente, y trata al Apocalipsis como algo futuro, al contrario de Católicos, Ortodoxos y Protestantes, que suponen que Apocalipsis es profecía ya cumplida cuando cayó Jerusalem en el primer siglo, o cuando cayó Roma unos siglos después.

Árbol Verde y Seco

Esta alegoría (Luc. 23.31) es una profecía escondida acerca de Israel que es paralela a la parábola de la Higuera en la Viña. También se toca en la Epístola #5. Mujeres llorando por Jesucristo son avisados que el árbol era verde en ese momento, pero que ellas debían llorar por si mismas y sus hijos, porque el árbol se secaría en esa misma generación. El secamiento del árbol es la destrucción de Israel (Isa. 27.10-13; Eze. 17.8-12; 19.12; Cant. 2.8-13; etc.), la cual había sido profetizado por Jesucristo en más de una ocasión (Luc. 19.41-44; Mat. 23.37; Luc. 13.34; etc.).

Vid y Pámpanos

"Yo soy la vid verdadera" (Juan 15.1-6) es la única parábola en Juan, aunque ni es llamada parábola, y en verdad se explica solo. No enseña que un Cristiano puede perder la salvación, como algunos alegan, sino por sus símbolos bien documentados entendemos otro aviso a Israel. Jesucristo no es la "vid" solamente, que es Israel, es la vid verdadera, y hay un Israel verdadero y un Israel falso (Juan 1.47; 8.39; Rom. 2.28,29; 9.6-8; Apo. 2.9). El Padre es el "labrador" que juzga los pámpanos. Esta vid tiene pámpanos que deben llevar fruto. Los que llevan fruto son limpiados para llevar más (Heb. 12.5-11). Los apóstoles son "pámpanos" que llevan fruto, o sea, son verdaderos, y ya limpios por la palabra de Dios. Aquellos que no llevan fruto son los que no están en Cristo (Rom. 8.9,10), y son quitados y echados fuera. Estos son los Judíos que no creían, no "estuvieron" en Cristo (Juan 6.66-69). Los Judíos que no están en Cristo son echados fuera como mal pámpano, "cogidos" y "echados en el fuego." Este cogimiento se trata en otras parábolas (Cizaña y Red), y corresponde al aviso de Juan Bautista a Israel (Mat. 3.9,10), y también corresponde al aviso de Pablo a los Hebreos de su día poco antes de la destrucción de Jerusalem (Heb. 6.4-8).

La Boda y La Cena

Hay dos parábolas muy semejantes pero diferentes, la diferencia principal siendo que una habla de una boda (Mat. 22.1-14) y la otra habla de una cena (Luc. 14.15-24). Estas parábolas fueron relatadas en diferentes ocasiones, y a pesar de sus semejanzas sus variaciones son claras. La boda habla de un "rey" y un hijo, mientras la cena habla solamente de un hombre, "padre de familia" (v.21). La boda habla de "siervos" enviados, pero la cena habla de un solo "siervo" enviado. La boda también menciona una "comida," con "toros" y "animales engordados," cosas no mencionadas en la cena. Los convidados a la cena responden a la invitación con pretextos y excusas tontas, pero los convidados a la boda algunos no más no se cuidaron, lléndose a su labranza o negocio, pero otros afrentaron y mataron a sus siervos. A las bodas el rey hace dos invitaciones antes de enojarse, y otra después, pero a la cena el hombre hace una invitación antes de enojarse, y dos después. En la de la boda el rey envió ejércitos, destruyó los homicidas y puso fuego a su ciudad. A la boda el rey substituyó malos y buenos por los convidados, pero a la cena substituyó pobres, mancos, cojos y ciegos. En la última invitación a la cena forzaron a muchos entrar para llenar la casa. Pero a la boda entró un "amigo" no vestido de boda, que por eso fue echado en las tinieblas de afuera.

A pesar de estas diferencias algunos quieren confundirlas como una sola parábola. Tenemos que tener cuidado de colocar bien los detalles de ellas para interpretarlas bíblicamente. Fíjate, hay una boda del Cordero (Apo. 19.7), hay una cena del Cordero, que es la cena después de las bodas (19.9), y hay una cena del gran Dios (Apo. 19.17). Estas cosas son diferentes.

Las Bodas del Hijo

Esta parábola (Mat. 22.1-14) nos da claves para su precisa interpretación. Los "toros" y "animales engordados" hablan de sacrificios (1 Sam. 15.9; 2 Sam. 6.13; Heb. 9.13), y también hablan de la comida de uno preparándose para ser rey (2 Rey. 1.5,9,19,25). Esto parece significar que la parábola refiere a ambas venidas de Jesucristo, una para el sacrificio y otra para reinar. La comida que se preparó antes de la boda (v.4) tiene que referir a una comida en días de Jesucristo. Hay dos llamamientos a los convidados antes del enojo. En uno no "quieren" venir. En otro los convidados no se cuidan de ello, y otros toman los siervos y los afrentan y matan. Esto corresponde a la predicación de los apóstoles, primeramente antes y luego después de la crucifixión (Hec. 5.40; 7.59; 12.1-6; etc.). El rey se enoja (1 Tes. 2.16; Heb. 3.11) y envía ejércitos (Luc. 19.41-44), y pone a fuego su ciudad (Mat. 5.35), que corresponde a la destrucción de Jerusalem en el año 70. Esto demuestra que el objeto de la parábola es la nación de Israel.

El último llamamiento sucede después de la destrucción de la ciudad y algunos suponen que por eso son Gentiles los objetos del último llamamiento. Pero para no confundirnos tenemos que recordar que los llamados son "convidados" a la boda, y los convidados no se están casando (Juan 3.29, Mat. 9.15; Mar. 2.19; Luc. 5.34; Sal. 45.9,14,15). La esposa del Cordero no es convidada, es aparejada (Apo. 19.7,8). Los convidados son de Sión (Cant. 3.11), pero la esposa es extranjera o Gentil (Sal. 45.10-13; Cant. 1.5; Efe.5.25-32; 2 Cor. 11.1-4). Así que, el último llamamiento refiere todavía a Israel. Esto otra vez indica que los 1900 años o más del tiempo de Gentiles es completamente pasado por alto en las profecías.

Hay dos maneras de explicar esto. Podemos pensar que la boda del Cordero es el tiempo de gracia en que estamos, y que los Judíos fueron, y todavía son convidados a participar en ella. Esto ayuda la interpretación algo porque es obvio que los Judíos son convidados a una boda en la primera venida de Cristo. Pero la boda es profetizada al fin de la tribulación (Apo. 19.7). Ahora, si te fijas en las palabras, en los primeros dos llamamientos a la boda no dice que la boda está aparejada, dice que su comida es aparejada (v.4). La boda no está aparejada hasta el último llamamiento (v.8). La "comida" en este caso significaría la "pascua" que Cristo celebró y cumplió (1 Cor. 5.7).

En el último llamamiento vemos que "juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos." Esto nos recuerda de la profecía de Israel que "todo Israel será salvo" (Rom. 11.26), que coloca este llamamiento en la tribulación. Vemos pues, que el tiempo de gracia era un misterio escondido y que las dos generaciones son proféticamente juntas.

Lo más curioso de esta parábola es lo que sucede con el hombre no vestido de boda. Esto no significa que un Judío puede perder la salvación, por supuesto, porque este hombre no era vestido bien (Apo. 3.5; 7.13,14; Sal. 132.9) lo cual significa que no era salvo (Gal. 3.27). La clave de este hombre misterioso es lo que el rey le dijo, "Amigo, ¿cómo entraste?" (v. 12). La única referencia que encontramos para esto es lo que Cristo dijo a Judas Iscariote, "Amigo, ¿a qué vienes?" (Mat. 26.50). Pero ¿cómo puede Judas Iscariote ser relacionado con las bodas en el futuro? Judas Iscariote era "diablo" (Juan 6.70,71). Satanás mismo entró en él en la última cena (Juan 13.27). Por eso se llamaba "el hijo de perdición" (Juan 17.12). El "anticristo" que viene es también llamado "el hijo de perdición" (2 Tes. 2.3). Esto relaciona los dos. Esto parece indicar que el Anticristo intentará interferir con la boda, pero antes será "atado de pies y de manos" y echado afuera (Apo. 20.1-3).

La Grande Cena

La Grande Cena (Luc. 14.15-24) difiere un poco de esto. Habla también de la "ciudad" (v.21) dándonos entender que otra vez habla de Israel y Jerusalem. Hay una sola invitación dada antes del enojo del Señor (v.21). Si el enojo en esta parábola refiere a lo mismo de la otra parábola, entonces otra vez tenemos a la iglesia escondida sin referencia. Pero puede ser que el enojo, que no produce destrucción de su ciudad en este caso, es el enojo que Dios suelta en la tribulación (Isa. 13.9; Sal. 2.12; 21.9; 110.5; Apo. 6.17; 11.18; 15.7; etc.). Los convidados hacen pretextos tontos, uno compró una hacienda sin haberla visto, otro compró bueyes sin haberlos probado, y otro acaba de casarse con una mujer que no le gusta cenar fuera. Estos pretextos son muy similares a las actividades profetizadas antes de la tribulación, pues "compraban y vendían" (Luc. 17.28) y "estaban casándose y dando en casamiento" (Mat. 24.38). Esto entonces nos parece colocar esta invitación en la tribulación.

Hay una cena en su segunda venida profetizada por Jesucristo (Mat. 26.29; Mar. 14.25; Mat. 8.11), a cual tema refiere esta misma parábola (v. 15). También hay una cena del gran Dios profetizada en Apo. 19.17. Esta cena del gran Dios es el día de gran matanza (Apo. 19.21) y es referida en muchas profecías (Isa. 56.9; Jer. 12.9; Eze. 39.17-20). Si todo esto refiere a la misma cena no lo sé, pero lo dudo.

Después del enojo el Señor manda a su "siervo" que recoja ("mete acá") de "la ciudad" pobres, mancos, cojos y ciegos (v.21). Hay un recogimiento de Judíos en Judea a la mitad de la "tribulación" (Jer. 3.14; los dejados son avisados huir de Judea antes de la aflicción grande, Luc. 17.30-37; Mat. 24.16-21), y quizá de eso se trata esto. Enfermos, ciegos y cojos forman parte de las reliquias de Israel en la tribulación (Isa. 42.16; Jer. 31.8; Eze. 34.16; Miq. 4.6,7; Sof. 3.19) y sin duda de esto se trata la parábola por lo que la antecede (Luc. 14.12,13).

Hay dos llamamientos después del enojo, el último es de los caminos y vallados, y no es una invitación esta vez, son forzados a entrar (v.23). Esto me parece el recogimiento por ángeles (Mat. 24.31) en el día final de la tribulación, aquel día que todo Israel se salvará (Rom. 11.26). Una conclusión espantosa es el v. 24, que ninguno de aquellos hombres llamados al principio gustará la cena. Esto nos dice que de aquellos que oyeron este evangelio antes que empiece la tribulación, ninguno podrá ser salvo, verdad que se ve también en 2 Tes. 2.11,12, y aplicado a Israel en Heb. 3.11; 4.3.

Diez Vírgenes, Puerta Cerrada, Siervos Velando

La parábola de las Diez Vírgenes (Mat. 25.1-13) fue explicada algo en Epístola 32, p. 13. Esta parábola es relacionada con las otras dos de Lucas, la Puerta Cerrada (Luc. 13.25-27) y los Siervos Velando (Luc. 12.35-38). La parábola de las Diez Vírgenes es asemejada al reino de los cielos, que es una pista, y la conclusión aclara que tiene que ver con la segunda venida (v.13).

Las vírgenes son las compañeras de la esposa, no son la esposa (Sal. 45.9; Cant. 6.8,9). Hay 144,000 hijos de Israel señalados (Apo. 7.4), que son vírgenes (Apo. 14.3-5), lo cual coloca la interpretación de esta parábola en la tribulación (aunque tenga una aplicación legítima al tiempo de Cristo). El número de vírgenes otra vez nos indica que estas personas son para testimonio a Gentiles (como en el caso de las diez minas), lo cual también corresponde a los 144,000 (Mat. 24.14). Estas vírgenes son divididas, como también Israel es dividida muchas veces (vease Dos Hijos), pero en esta parábola se divide entre prudentes y fatuas. Tienen lámparas lo cual refiere al propósito singular de Israel alumbrar al mundo (Mat. 5.14; Juan 5.35; Rom. 2.19), detalle que nos ayuda colocar las iglesias de Apo. 2 y 3 que son asemejadas a "candeleros" (Apo. 1.20). Este detalle también ayuda colocar la parábola de los Siervos Velando (Luc. 12.35-38) que tienen "antorchas." Las vírgenes "salieron a recibir al esposo" (v.1), pero vemos que el esposo estaba con ellos hasta la ascensión (Mat. 9.15), así que las diez vírgenes representan a Israel después de la ascensión.

Las vírgenes fatuas no tomaron aceite. Aceite usaban para la "luminaria" y para la "unción" (Ex. 35.8; Núm. 4.16), lo cual habla del Espíritu Santo (1 Sam. 16.13; Sal. 89.20; Hec. 10.38; 2 Cor. 1.21,22; 1 Juan 2.27). El esposo tardó y todas se durmieron. Tardanza del Señor siempre refiere al juicio o la segunda venida (Ex. 34.6; Núm. 14.18; Neh. 9.17; Joel 2.13; Jon. 4.2; Nah. 1.3; Hab. 2.3; Luc. 12.45; Heb. 10.37; 2 Ped. 2.3; 3.9). Todas durmieron, lo cual habla del sueño de Israel en el tiempo de gracia (Rom. 11.8; 2 Cor. 3.14; Isa. 56.10).

"La media noche" se puede aplicar a la crucifixión de Jesucristo (Ex. 12.29; Mat. 27.45; Mar. 15.33; Luc. 22.53; 23.44), pero parece más preciso aplicarla a la mitad de la tribulación (Job. 34.20; Sal. 119.62). El clamor que se hizo primeramente fue hecho por Juan Bautista (Mat. 3.11; Luc. 3.16) y los apóstoles (Mat. 21.5) pero en la tribulación será hecho por Elías (Mal. 4.5; Mat. 17.10,11) y Moisés (Mat. 17.3; Zec. 4.14; Apo. 11.4).

La venida del esposo no es inmediatamente después del clamor, sino el clamor levantó a todas ellas (v.7). El levantamiento de Israel habla de la posesión de su tierra otra vez (Isa. 14.21; 21.5; 32.9,13; 49.6; 58.12; 60.1; 61.4; Jer. 31.6; Dan. 11.14; Joel 3.7; Amos 5.2; 7.2,5; 9.11). Todas las vírgenes aderezaron sus lámparas, o sea, se prepararon para la venida de su Cristo. Pero algunas tenían que ir a comprar aceite, lo cual nos refiere al aviso de Cristo a la iglesia de Laodicéa (Apo. 3.18). Mientras "iban a comprar" vino el esposo. Las "apercibidas" entraron a las bodas, y la puerta se cerró.

Esto nos trae a la Puerta Cerrada (Luc. 13.25-27). La puerta es cerrada después que el Señor se "levanta," lo cual nos hace pensar de su resurrección o ascensión. Buscaron al Señor "a la puerta," pero vemos que los Judíos no buscaron a Dios ni a su palabra inmediatamente después de la resurrección, y la sed de su palabra es profetizada en los últimos días (Amos 8.11; Sal. 74.9; Isa. 30.19-21; Eze. 7.26; etc.). Otra vez esto indica que las dos generaciones de Israel son consecutivas proféticamente.

La parábola de los Siervos Velando (Luc. 12.35-38) es distinto en algunos detalles. En esta la puerta es cerrada al Señor y son los siervos que la tienen que abrirle. Además están esperando al Señor volver de las bodas, no están esperando entrar a las bodas. Esto indica que habrá Israelitas escogidos aún después del rapto Judío que tendrán que estar "velando" al Señor. Aquellos también estarán en "la cena" aunque ya habrán perdido la boda. La referencia a dos venidas, una en la segunda vigilia, y otra en la tercera vigilia (v.38), seguramente tiene algún significado, pero lo ignoro.

Todas estas parábolas tienen moralejas inmediatas pero también tienen profecías escondidas. Se pueden predicar como moraleja, y aplicarlas a cualquier situación a la mano, pero su interpretación profética tiene que tener referencias claras. Las interpretaciones arriba no son rígidas, y bien pueden ser elaboradas mejor, pero la Biblia es constante en sus simbolismos, y cualquier interpretación tendrá que conformarse a los significados referidos. Quizá lo más sorprendente a nosotros los Gentiles es qué tanto refieren las profecías a Israel. Israel es la clave de toda profecía, y el tema de la gran mayoría de ellas, aún en el NT. Estas parábolas aclaran el futuro de Israel, y por saber la precisa interpretación tan judaica los Gentiles tenemos que recurrir aún más a las epístolas para asegurar nuestra doctrina, y aprovecharnos de nuestras promesas. Los Cristianos que no captan esto serán confundidos o caerán en malas doctrinas.