La Epístola

Apartado 432

Administración 1

Morelia, Mich. CP 58001

#41 Enero, 1998

Impreso en México

 

Noticias

La conferencia de San Luís Potosí se llevó a cabo en Diciembre. Varios hermanos de San Luís Potosí de ambas iglesias aceptaron la responsabilidad de evangelizar no solamente la ciudad suya, pero municipios mas pequeños en su alrededor. Aguascalientes lo ha estado haciendo ya por años y ojalá que las otras iglesias sigan su ejemplo.

En Morelia también nos hemos propuesto evangelizar pueblos alrededor. Rolando y yo hemos apartado dos domingos por mes para predicar en la tarde en algún rancho. Este domingo pasado empezamos con un pueblito llamado Concepción.

Aguascalientes prepara para su conferencia de evangelismo extranjero desde enero 28 a febrero 1. José y Débora West van a estar en México el fin de enero y están planeando estar en Aguascalientes aquel viernes enero 30.

Rodrigo Gallegos está en Guadalajara buscando casa. Salió el 9 de enero pero todavía no tengo noticias de haber encontrado donde vivir. Las rentas son mas caras en Guadalajara, entonces oremos que Dios provee un lugar adecuado y no muy caro.

Salamanca está planeando una conferencia de evangelismo extranjero para la segunda mitad de marzo. Todavía no tengo fechas precisas ni lista de invitados, pero para la epístola que viene espero anunciar todo.

Habrá reunión de predicadores en la granja de José Hernández el tercer domingo de febrero (15) a las 4 de la tarde.

Bautizaron 2 adultos en Celaya en diciembre. La iglesia tiene alrededor de 25 adultos.

La Epístola recibió en ofrendas durante el año de 1997 suficiente para pagar todos sus gastos. Es el primer año que las contribuciones llegaron cerca a las expensas.

 

 

Aprended de Mí

29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.

Mateo 11

El Nuevo Testamento tiene cuatro libros difíciles de entender desde el punto de vista de nosotros Gentiles. Casi todas las herejías modernas relacionadas con el NT fundamentan sus creencias sobre escrituras en estos cuatro libros, o Mateo, o Hechos, o Hebreos, o Apocalipsis. Pero de estos cuatro, creo que los herejes se tropiezan mas sobre el libro de Mateo que sobre los otros. (Marcos y Lucas son muy similares, pero no contienen los mismos pasajes confundientes que Mateo.) Y parece que si pudieran entender a Mateo, todo los demás se entenderían también.

La mayoría de las sectas Cristianas (Católicas, Ortodoxas y Protestantes) interpretan a Mateo como un libro escrito a los Gentiles acerca de la iglesia de los Gentiles. Tratan de aplicar todas las profecías y promesas en Mateo a la iglesia de hoy. Así los Católicos Romanos presumían tener autoridad sobre todos los gobiernos del mundo porque en Mateo caps. 16, 18 y 19 Cristo parece prometer esa potestad a sus apóstoles. Además los Testigos de Jehová suponen que los que pertenecen a Cristo serán seres terrestres eternamente, porque en Mateo 5 Cristo dice que el reino de los cielos es heredar la tierra. Por eso los Protestantes establecieron grandes caridades sociales, y colonizaron casi todo el mundo, pensando que teníamos que reformar la sociedad por el evangelio, para que Cristo venga a reinar, porque no podían desenredar el reino de los cielos material y el reino de Dios espiritual. Pero Mateo (y por ser similares, Marcos y Lucas también) no fue escrito acerca de Gentiles, ni acerca de la iglesia. Mateo fue escrito acerca de Israel y su Mesías.

Para entender a Mateo, y así aplicarlo bien, es necesario reconocer los propósitos de la primera venida de Jesucristo. Jesucristo tenía un ministerio que cumplir, una obra que hacer, un reino que proclamar, y una doctrina que enseñar.

El Ministerio que Cumplir

El primer propósito de Jesucristo en su primera venida era ministrar a su pueblo. Jesucristo era un Judío y vino a ministrar a los Judíos. Aunque ayudó a los Gentiles de vez en cuando (Mat. 15.22, Luc. 7.2), y ministraba a los Samaritanos de vez en cuando (Luc. 17.16, Juan 4.7), su ministerio principal era a la circuncisión (Mat. 10.5).

8 Digo, pues, que Cristo Jesús fué hecho ministro de la circuncisión por la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas á los padres,

Romanos 15

Por el amor de los "padres" (Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.) Dios envió a Jesucristo para ministrar al pueblo de Israel. Ministrar significa "servir" y vemos a Jesucristo desde el principio de su ministerio sirviendo a los necesitados en Israel (Mat. 4.23). Jesucristo era un gran profeta (Mat. 13.57; 21.11; Luc. 13.33; 24.19), mayor que todos los anteriores, y las maravillas que hizo no solamente eran para identificarlo como el Mesías, también era para aliviar a Israel, como fue prometido.

17 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.

Mateo 8

Jesús también era pastor (Juan 10.14; Mar. 14.27), y él tenía que cumplir hacia Israel lo que los pastores negligentes no habían hecho (Eze. 34.2-6, Mar. 6.34). Vino para recoger unas "reliquias" de Israel (Rom. 11.5), enseñarles su palabra, y guardarles del mundo (Juan 17.12). Para entender a Mateo, primeramente tiene que entender a quien estaba ministrando Jesucristo.

La Obra que Hacer

21 Y parirá un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él salvará á su pueblo de sus pecados.

Mateo 1

Aunque nació rey, Cristo no vino la primera vez para reinar. Jesucristo fue aceptado como rey por Israel muchas veces durante su ministerio, pero nunca aceptó el reino.

Mateo 2:2 Diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos á adorarle.

Juan 1:49 Respondió Natanael, y díjole: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Juan 6:15 Y entendiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey, volvió á retirarse al monte, él solo.

Juan 12:13 Tomaron ramos de palmas, y salieron á recibirle, y clamaban: ¡Hosanna, Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

No aceptó el reino en su primera venida porque tenía una obra que hacer antes de reinar. La obra de Jesucristo era doble. Primeramente tenía que agradar a su Padre, cumpliendo sus mandamientos y obedeciéndole en todo momento:

29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre.

Juan 8

31 Empero para que conozca el mundo que amo al Padre, y como el Padre me dió el mandamiento, así hago.

Juan 14

10 Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor.

Juan 15

El día que murió Jesucristo se alegó haber cumplido esa obra.

4 Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese.

Juan 17

La otra obra que tenía que hacer era cumplir las escrituras, y morir como sacrificio por el pecado.

50 Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido!

Lucas 12

53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar á mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles?

54 ¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras, que así conviene que sea hecho?

Mateo 26

Esta obra que Jesucristo tenía que hacer se cumplió sobre la cruz.

28 Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas, para que la Escritura se cumpliese, dijo: Sed tengo...

30 Y como Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dió el espíritu.

Juan 19

No debemos pensar que Jesucristo intentó reinar y que fue rechazado. Los Judíos rechazaron a Jesucristo después que él rechazó el reino. Los Judíos querían a Jesús como rey, y el pueblo le reconocían como rey, pero se confundieron y se cansaron de él cuando rehusó reinar.

El Reino que Proclamar

Sin embargo, aunque no vino a reinar, Cristo vino predicando un reino.

17 Desde entonces comenzó Jesús á predicar, y á decir: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado.

Mateo 4

Lo que muchos Gentiles "cristianos" ahora malentienden es que el reino de los cielos es el reino de Jehová sobre la tierra, o sea, sobre los Gentiles, y reinando desde su trono en Jerusalem (Sal. 22.28; 47.8, Dan. 7.14, etc.). Los Judíos lo entendieron bien y al reconocer a Jesús de Nazaret como el verdadero Cristo esperaban que luego aparecería tal reino. Pero algo que no entendieron los Judíos era que para "entrar" en el reino de Dios sobre la tierra, tenían que primero "nacer" en el reino de Dios espiritualmente (Juan 3.3-6).

Los Judíos presumían tener la entrada al reino automáticamente no mas por ser hijos de Abraham. Fue por eso que Juan Bautista les avisaba no confiar en ser hijos de Abraham, sino arrepentirse cada uno personalmente (Mat. 3.9). Y Jesucristo tenía que recalcarlo, pues les sorprendió diciendo que no todos los Judíos iban a entrar en el reino de los cielos, sino solamente los que hacían la voluntad de Dios (Mat. 7.21). La primera venida de Jesucristo era para establecer un reino espiritual (Luc. 17.21; Juan 18.36), que sería el criterio para la entrada al reino material (Mat. 5.20; 18.3; 19.23). Esto quiere decir que en su primera venida Cristo estaba dividiendo al pueblo de Israel (Mat. 10.34) y llamando a los suyos fuera (Juan 10.3,4).

La más grande confusión entre Gentiles ahora acerca de Mateo es en las profecías y parábolas proféticas acerca del reino de los cielos, o el reino de Dios. Casi todas las sectas "cristianas" aplican las parábolas del reino a la iglesia, y así intentan de interpretarlas. Pero por eso se confunden tanto que los más estudiados entre ellos declaran que las parábolas no tienen interpretaciones específicas, sino que "enseñan solamente ideas generales." Pero Jesucristo mismo nos dijo que sus parábolas tienen interpretaciones detalladas y específicas (Mat. 13.18) y explicó algunos significados. Es más, Cristo dice que él hablaba en parábolas para que la mayoría no entiendan, sino para que solo algunos se dieran cuenta, los que "tienen oídos" (Mat. 13.11). Mientras el sabio no podrá comprender porque le es "escondido," el que sencillamente cree (y presta atención) se entenderá (Mat. 11.25).

Tocaremos las interpretaciones específicas de las parábolas proféticas en una Epístola futura. Basta por ahora reconocer que las parábolas explican un reino material por venir, que todavía no ha llegado. El propósito de Jesucristo en su primera venida no era establecer ese reino ya, sino separar un pueblo digno de ese reino. Se pensaba que Israel entraría en el reino espiritual primero, y que por medio de ellos los Gentiles recibirían también el don del Espíritu Santo. Pero sorpresivamente los Judíos como pueblo declinaron el Espíritu Santo (libro de Hechos) a tal grado que Dios envió el reino de Dios espiritual a los Gentiles sin esperar mas a los Judíos. Pero no por eso debemos suponer que el reino de los cielos nos pertenece a los Gentiles. Ni tampoco debemos suponer que el reino de los cielos es suplantado por el reino de Dios espiritual. El reino espiritual antecede al reino material. Las "llaves del reino" que cleros romanos suponen que Cristo ya dio a Pedro para que la iglesia domine el mundo, serán entregadas en el futuro (Mat. 16.19). El reino de los cielos es por venir, y aún Cristo hablaba siempre de ese reino como algo futuro. El reino de los cielos será terrenal y material, pero la iglesia es celestial y espiritual. Así todo se cumplirá en su tiempo precisamente como fue profetizado.

La Doctrina que Enseñar

Así que, la mayor parte del libro de Mateo se trata de asuntos Judíos y se aplica correctamente al pueblo de Israel solamente. Pero hay algo en Mateo que sí tiene aplicación a los Gentiles.

19 Por tanto, id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo:

20 Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Mateo 28

Entre los Cristianos que entienden la correcta interpretación de los asuntos Judíos en Mateo, algunos son capaces de decir que nada de lo que enseñó Jesucristo nos corresponde. Algunos dicen que las enseñanzas de Jesús eran ordenanzas antiguas que correspondían a los Judíos bajo la ley de Moisés, y que ahora no tienen ninguna aplicación a la iglesia en el nuevo testamento. Otros dicen que todas las enseñanzas de Jesucristo son ordenanzas futuras que pertenecen a los Judíos en la tribulación futura, después que la iglesia desaparezca. Pero por el mandamiento de Cristo a los apóstoles el día que ascendió al cielo en las nubes vemos que ambos están equivocados. Las doctrinas de Jesucristo sí corresponden a nosotros, porque Cristo mandó a los apóstoles enseñarnos guardar "todas las cosas" que él les había mandado.

El problema es que algunas personas han buscado las doctrinas de salvación en Mateo, y han terminado muy confundidas. Es un error pensar que el ministerio de Jesucristo trataba acerca de los requisitos de salvación para los Gentiles. Jesucristo casi nunca refería a Gentiles. Es también un error pensar que las parábolas de Jesucristo aclaran las doctrinas de gracia. Las parábolas son misterios. Requieren mucho cuidado para descubrir e interpretar, y contienen confusiones intencionales para esconder la verdad (Mat. 13.13). A cambio el evangelio de salvación es un mensaje de buenas nuevas anunciadas a todos para que crean. Pablo lo aclara a tal grado que ningún sincero puede malentenderlo.

Otro error de muchos es buscar las ordenanzas de la iglesia de Gentiles entre las profecías de Jesucristo. Las profecías de Jesús son mayormente avisos acerca del fin del mundo. Se tratan de amonestaciones a su pueblo, y poco se puede aplicar a la iglesia.

Así que, los Pentecostales que recorren a Mateo 10 (el ministerio de Jesús a Judíos) y a Mateo 24 y 25 (las profecías de la tribulación) para comprobar su doctrina que la salvación de gracia se pierde están confundidos. Los Católicos que citan las parábolas de Mateo 13 y Mateo 25 para demostrar la salvación por obras también se equivocan. Los Católicos que utilizan las promesas de Cristo a sus apóstoles (Mateo 16) para defender sus pretensiones de dominio mundial son perversos. Estos no son mandamientos de Cristo dejados a los Gentiles para guardar.

Además, algunos Cristianos también se han equivocado tratando de aplicar algunas ordenanzas de Cristo a sus vidas. Cristo una vez dijo que cuando los trajeren delante de tribunales no debían pensar de antemano de su respuesta (Mat. 10.19; Mar. 13.11), y algunos predicadores jóvenes por eso han tratado de predicar sin estudiar su tema. Otros por lo que Cristo dijo acerca de no tener oro ni plata en las bolsas (Mat. 10.9) han intentado vivir sin usar dinero. Ambos errores vienen de Mateo 10 que son instrucciones a los apóstoles en su ministerio Judío. Necesitamos reconocer la diferencia entre las enseñanzas de Cristo que él nos mandó guardar, y las instrucciones especiales de Cristo a grupos definidos.

Jesucristo nos mandó vivir guardando sus palabras (Mat. 28.20). Fíjate que lo que Cristo nos entregó son los mandamientos que guían la vida del Cristiano. No son mandamientos que dan salvación, son mandamientos para los que ya son Cristianos. No debemos confundir este asunto. No fue el propósito de Cristo aclarar la salvación de gracia. Traía la gracia, y anunciaba la gracia, pero no aclaraba la gracia. El propósito de Jesucristo era cumplir justicia (Mat. 3.15), y él aclaraba la justicia verdadera, comparándola con la justicia fingida de los Judíos (Mat. 5.20; 23.28; Luc. 18.9; etc.). Así que, sus mandamientos no nos fueron dejados para hacernos Cristianos, sino para guiar la vida de Cristianos. Son sabidurías para encaminar la vida en justicia. El que oye sus palabras y las hace es un hombre prudente que edifica su "casa" sobre la peña, y su casa no cae en la tormenta (Mat. 7.24). Sus mandamientos son para hacer firme nuestra "casa" en esta vida, no para asegurarnos la vida eterna. Su enseñanza es la norma que debemos anhelar y seguir, no es el requisito que tenemos que lograr para salvación.

El Sermón del Monte

Hay Cristianos muy entendidos en las escrituras que insisten que las doctrinas que Jesucristo enseñó no son para nosotros. Sin embargo vemos que los mandamientos que Cristo dejaba para regir la vida de sus discípulos Judíos también fueron encargados a nosotros los Gentiles. El pasaje mayor de estas enseñanzas es el famoso "sermón del monte" de Mateo 5-7 y Lucas 6.20-49. Parte de este sermón trata con bendiciones en el reino de los cielos, pero la mayor parte del sermón es una aclaración de la verdadera justicia de la ley (Mat. 5.17, 7.12). Aunque las promesas a los Judíos no nos pertenecen (Mateo 5.1-16), y las amenazas a los Judíos no nos corresponden (Mat. 5.19,20,29-30; 6.15 etc.), las enseñanzas acerca de la vida sí nos pertenecen.

Como puedes ver, tenemos que distinguir con cuidado lo que nos pertenece y lo que no. Pero hay una sencilla verdad que aclara todo el asunto. Jesucristo no nos enseñó a los Gentiles nada directamente. Ninguno de sus mandamientos nos llegó de su boca. Cristo encargó a los apóstoles enseñarnos sus mandamientos para guiar nuestra vida, y así que, para saber lo que nos corresponde, lo mas sencillo es leer sus epístolas de ellos. Ellos sabían cuales cosas nos pertenecen y nos enseñaron "todas las cosas" necesarias en esas cartas. Cualquier enseñanza de Jesucristo que no tiene corroboración en las epístolas de los apóstoles sencillamente no es para nosotros. Si fuera para nosotros nos la hubieran enseñado. Pero sabiendo esto, podemos leer Mateo y los otros evangelios reconociendo tales mandamientos que Cristo nos mandó guardar. Y creo que por prestar atención a las palabras de Jesucristo podemos aprender de él, siendo el primero que entendió la justicia verdadera, y el único que la cumplió. Hay unos cuantos mandamientos cristianos que muchos Cristianos hoy en día ignoran o desdeñan.

Aprended de Mí

21 Oísteis que fué dicho á los antiguos: No matarás; mas cualquiera que matare, será culpado del juicio.

22 Mas yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que dijere á su hermano, Raca, será culpado del concejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpado del infierno del fuego.

Mateo 5

Este mandamiento de Cristo es enseñado también por Juan (1 Juan 3.15). Juan dice que el que aborrece a su hermano es homicida. Jesucristo lo aclara aún mas. El dice que el que se enoja "locamente" (sin porqué) con su hermano es culpable, y aún el que llama a su hermano "fatuo" (o necio, tonto, estúpido, burro, etc.) ¡es culpable del infierno! Ahora queda claro que esto habla de maldiciones livianas (por la palabra "locamente"). Hay lugar para declarar la verdad acerca de alguien necio, pues Dios lo hizo (Luc. 12.20) y Cristo invoca "maldiciones" bien aplicadas muchas veces (guías ciegos, generación de víboras, etc.). No digo que no podemos hablar francamente acerca de los enemigos del evangelio, tenemos que hacerlo. Pero Cristo nos avisó que no debemos maldecir livianamente a nuestros hermanos. Yo fallo en esto muchas veces, y no puedo excusarme como "libre" de la ley. Cristo me mandó como vivir, y debo cumplir.

33 Además habéis oído que fué dicho á los antiguos: No te perjurarás; mas pagarás al Señor tus juramentos.

34 Mas yo os digo: No juréis en ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

35 Ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey.

36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco ó negro.

37 Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

Mateo 5

Este mandamiento fue repetido por Jacobo (Santiago 5.12). Se trata de juramentos, no de votos. Hacer votos no es prohibido pero mas vale que no hagas tampoco votos (Eccl. 5.5). El hacer juramentos significa que admites ser mentiroso. Si juras ahora es porque sueles mentir y que ahora te conviene ser creído. Si te creen por el juramento, eso te da oportunidad de mentir después. Pero si nuestra credibilidad depende de nuestra palabra solamente, siempre diremos la verdad. Cristo nos manda siempre decir sí o no, porque mas de eso procede de mal.

39 Mas yo os digo: No resistáis al mal; antes á cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra;

40 Y al que quisiere ponerte á pleito y tomarte tu ropa, déjale también la capa;

41 Y á cualquiera que te cargare por una milla, ve con él dos.

Mateo 5

Aquí Cristo nos enseña no defendernos. Pablo también nos enseñó la misma cosa en 1 Cor. 6.7, y Pedro lo recalca en 1 Ped. 2.23. Algunos proponen que esto significa un "pacifismo," la doctrina que los Cristianos no pueden ir a la guerra, ni siquiera defenderse de algún ladrón que intenta asaltar, o enemigo que intenta matar. Pero otros pasajes de la Biblia hacen claro que Cristo no era pacifista (Juan 18.36, Apoc. 19.14, etc.) y otros demuestran que no prohibía la defensa propia (Luc. 22.36). La grande pregunta tiene que ser, entonces, ¿en cuáles situaciones debemos "volver la otra mejilla"? Algunos proponen que solamente cuando se trata del evangelio. Pero este mandamiento de Cristo no tiene nada que ver con el evangelio. El contexto de Cristo es de pleito (v.40). Cristo nos está enseñando como vivir entre otros mientras nos hacen males, y Pedro nos asegura que Cristo practicaba lo que predicaba. La única manera no hacer mal a nadie es nunca vengarse. La verdadera justicia en un mundo tan malo es no pelear para defenderse de injuria o fraude. No quiere decir que nos es prohibido defender nuestra vida o nuestra familia de enemigos, pero si nos prohíbe defender nuestro orgullo (la mejilla). Cuando la nación entre en guerra para defenderse de agresión no es prohibido a Cristianos pelear. Pero es prohibido a Cristianos pelear con el vecino por cuestiones económicas o vengarse por injurias. Pablo lo dice sencillamente: "Si se puede hacer, cuanto está en vosotros, tened paz con todos los hombres." (Rom. 12.18).

42 Al que te pidiere, dale; y al que quisiere tomar de ti prestado, no se lo rehuses.

Mateo 5

Este precepto es repetido tantas veces en las epístolas (Rom. 12.20, 1 Tim. 6.18, Sant. 2.15,16, 1 Juan 3.17) que parece imposible que Cristianos lo negarían. Pero la avaricia es tan fuerte entre todos los humanos que aun Cristianos evitan este mandamiento. Cristo nos mandó dar al que "pide" y prestar al que "quiere." Los apóstoles aclaran que significa dar a los "necesitados." Tenemos no solo el derecho pero la obligación de distinguir entre mendigos y necesitados, pues Pablo prohíbe hasta la comida a los perezosos (2 Tes. 3.10), y prohíbe ofrendas de la iglesia a las viudas que tienen hijos o nietos mayores (1 Tim. 5.3,4). Sin embargo, la generosidad con nuestros bienes es un mandamiento de Cristo.

Los hombres mas diligentes entre nosotros prosperan más que otros, lógicamente, pero a veces se levantan en soberbia en contra de los menos prósperos. Desdeñan a los más pobres porque reconocen sus fallas. Algunos son pobres por ser temerosos de intentar o arriesgarse, otros son necesitados por tontas decisiones, otros por pecados, otros por ser más enfermizos, otros por tener demasiados hijos, otros por no tomar precauciones. La pobreza casi siempre tiene sus causas obvias y por eso los más diligentes y listos, los más prósperos, menosprecian a los necesitados. Pero creo que Cristo entendía esta verdad también y sin embargo nos mandó "dar al que pide." No podemos usar como pretexto para nuestra mezquindad el hecho que otros son tontos o temerosos.

Ni tampoco podemos usar el pretexto que hay fraudes. Algunos son mendigos profesionales sin ser cojos o ciegos. Otros solamente buscan otro trago. Sospechamos que muchos de los que llegan a nuestras puertas pidiendo ayuda también son fraudes. Dicen que tienen a un niño en el hospital y que no completan para la medicina, y tú no tienes manera de comprobarlo. Claro, debes preguntar el nombre del hospital y el número de cuarto, como se llama el médico, y pedir ver la receta médica, etc. pero al fin y al cabo tienes que adivinar. Sin embargo, no por eso tenemos el derecho de rehusarle. Claro rechazamos a los fraudes obvios (los que están borrachos, por ejemplo) pero cuando hay la posibilidad de una verdadera necesidad, debemos ser dadivosos y generosos. Es un mandamiento de Cristo que nos dejó también a nosotros los Gentiles.

25 Por tanto os digo: No os congojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, ó que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?

Mateo 6

Aunque hay mucho mas que podemos aprender de Cristo, solamente quiero tratar una cosa más. Uno de los regaños de Cristo mas seguido es la falta de fe. Cristo hablando con sus discípulos Judíos intenta razonar con ellos para imponerles fe para la vida diaria. Mirad las aves, dijo, o los lirios del campo. Aunque no trabajan ni preparan Dios provee para ellos. Muchas veces nosotros nos desesperamos por situaciones económicas, por trabajos, por mensualidades, etc. Pero Cristo nos ha dado buenas razones por no preocuparnos. Claro, no está diciendo que podemos dejar de trabajar, o que no debemos recoger nuestra quincena. Pero no tenemos que "congojarnos." Dios promete las necesidades diarias.

Algunos dirán que esta es una promesa a Judíos, e insisten que los Gentiles no debemos confiar así en Dios. Pero fíjate que estas promesas no son nacionales, como un reino sobre los Gentiles, o sanidades, o riquezas, u otras cosas prometidas a Israel en el AT. Aunque Cristo refiere específicamente a Judíos y no a Gentiles, vemos que esta es una promesa personal acerca de necesidades individuas diarias. Los ejemplos que usó demuestran lo universal de este principio. Mirad las aves, dijo. ¿A poco Dios sostiene solamente a las aves judías? Mirad los lirios del campo, dijo. ¿A poco solamente los lirios judíos son vestidos así? Cristo está enseñando un principio básico, que teniendo la fe de buscar primeramente el reino de Dios, Dios suplirá todas tus necesidades. Cristo dijo que Gentiles incrédulos e ignorantes se preocupan de estas cosas, pero los que buscamos el reino de Dios no debemos afanarnos por ellas.

19 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme á sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

Filipenses 4

Ahora la respuesta que nos dan es que hay ocasiones que Cristianos han muerto en pobreza extrema. Hay casos de grandes hambres en áreas pobres y allí los Cristianos también sufren. Lázaro era un mendigo, dicen, y Pablo habló de sufrir "hambre." ¿Qué pasó con esta promesa entonces? Si la promesa es para Gentiles también, ¿cómo es posible que estos hermanos sufrieron así?

Ah, hermano, la promesa no es que nunca sufrirás hambre ni necesidad. La promesa es que Dios te está cuidando, y proveyendo aún estas cosas diarias. La promesa es para que no te congojes, no es para impedir las pruebas de fe que Dios impone a los suyos a menudo. Y de todos modos el mismo problema tienes tú, que aplicas esta promesa solamente a Judíos. Pues Lázaro era Judío, y Pablo era Hebreo de los Hebreos y de la tribu de Benjamín. Ellos sufrieron hambre como Judíos, siendo una tentación en la carne, pero no porque la promesa falló, y mucho menos por haberse despreocupado. Dios promete provisión de nuestras necesidades, y la velación de Dios sobre nosotros todos los días y sobre todos nuestros cuidados. Solamente a veces nuestras necesidades espirituales son más urgentes que nuestras necesidades carnales. Dios retiene el derecho de decidir cual necesidad toma prioridad. Pero sin duda tenemos el derecho de despreocuparnos por las necesidades diarias. Si Dios provee por las aves, también provee por nosotros. El no congojarse por nuestras necesidades diarias es un mandamiento de Cristo dirigido a nosotros y debe regir nuestra vida.

Nuestras vidas como Cristianos deben seguir el ejemplo de Cristo. Vivimos demasiado angustiados, preocupados, defensivos, mezquinos, pleitosos, engañosos, maldicientes y livianos. No debemos menospreciar las enseñanzas de Jesucristo en los evangelios. Ojalá que todos aprendiéramos de él. Es manso y humilde de corazón, y da descanso al alma.